El don de la Sanidad:
Al estudiar con diligencia las Escrituras, encontramos tres clases de dones espirituales. En Efesios 4 está la categoría de dones dado a hombres para constituirlos: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Estos hombres así dotados son llamados a ser líderes en la edificación de la obra de la Iglesia.
Segundo, existen los dones que son permanentes y en diferentes formas para el servicio a todos los miembros de la iglesia. Estos incluyen la ciencia (conocimiento), sabiduría, profecía (predicación), enseñanza, exhortación, fe (u oración), discernimiento, hacer misericordia, repartimientos de bienes, y la administración. (Romanos 12:4-8; I Corintios 12:8-10, 28).
Tercero, había los dones de "señales temporales", como sanidades, milagros y lenguas (idiomas), (I Corintios 12:9-11) Estos dones eran ciertas facultades dadas a determinados creyentes con el fin de autenticar o confirmar la doctrina de Cristo cuando se proclamaba ante las personas y en la Iglesia del primer siglo. Esto fue así mientras se recibía y se escribía la revelación del Nuevo Testamento. Pero una vez completada y confirmada la revelación de la doctrina de Cristo, cesaron esos dones de señales y sanidades milagrosas.
Estas señales eran temporales. Su propósito no fue principalmente la edificación de la iglesia, sino más bien establecer la autoridad de las enseñanzas de Cristo y de sus apóstoles. Confirmar que efectivamente ellos venían de Dios.
Los dones temporales de señales fueron: milagros, sanidades, lenguas (idiomas) e interpretación de lenguas (traduccion de un idioma a otro idioma) y nuevas profecías (ciencia). Una vez que el Nuevo Testamento se hubo escrito en su totalidad, se afirma haber recibido "lo perfecto", esto es, la perfecta revelación de Dios para la iglesia, entonces estos dones temporales de señales ya no fueron necesarios porque las Escrituras ya habían sido completadas y confirmadas por dichas senales temporales. Ya se había recibido lo perfecto, (I Corintios 13:8-10). Así cesaron de manifestarse estos dones temporales de señales milagrosas.
Jesús básicamente realizó tres tipos de milagros, para establecer su autoridad divina entre los hombres:
1. Sanidades (incluyendo resucitar muertos).
2. Echar fuera demonios.
3. Milagros de poder sobre la naturaleza.
Los evangelios están llenos de estas categorías de señales. Está claro que estos milagros eran señales que destacaban la realidad de la constante afirmación de que Jesús era Dios.
Una vez que Cristo terminó su obra, a los apóstoles les fue dada la tarea de predicar y escribir la doctrina de Cristo, conocida también como la doctrina apostólica. Para mostrar que los apóstoles tenían la aprobación y el respaldo de Cristo para dictar con autoridad la doctrina del Nuevo Testamento, Dios les dio la capacidad de hacer dos tipos de milagros, en el nombre de Jesucristo:
1. Sanar (incluyendo resucitar muertos)
2. Echar fuera demonios.
Los apóstoles jamás realizaron milagros relacionados con la naturaleza. Mateo 10:1.
Cuando comenzó la era de la Iglesia, los apóstoles continuaron manifestando estos dones sobrenaturales de sanar y echar fuera demonios durante todo el tiempo en que todavía se escribía el Nuevo Testamento (II Corintios 12:12).
Los poderes para hacer milagros no fueron dados a cualquier cristiano, sino únicamente a los apóstoles y a algunos a quienes ellos les imponían directamente las manos (Marcos 16:20; Hechos 4:12, 8:18, Hebreos 2:3-4). Ellos fueron especialmente escogidos y enviados por Cristo para proclamar su palabra en el mundo o directamente comisionado por un apóstol para compartir en ese ministerio (como Felipe; Hechos 8:6-7).
Muchos religiosos creen que Dios continúa sanando igual como lo hizo en tiempos de Jesús y sus apóstoles. Si eso fuera así, ¿Por qué no oímos que el don de sanidades se está usando precisamente en los pasillos de hospitales y en las plazas públicas a plena vista y en beneficio de muchas personas? Esto no está sucediendo. ¿Por qué? Porque los que pretenden tener el don de la sanidad milagrosa en estos tiempos, realmente no lo tienen.
El don de la sanidad fue un don de señal temporal del primer siglo para establecer la autoridad divina de Jesucristo y la confirmación de las Escritura, especialmente el Nuevo Testamento. Una vez que esa revelación doctrinal del Nuevo Testamento se completó, y la confirmación de su verdad se estableció, el don de sanidad cesó. Ya no es necesario. Ahora nos queda tener fe en las Escrituras que ya fueron reveladas y confirmadas, primeramente por Cristo, y luego por sus apóstoles quienes la completaron en su nombre.
A lo largo de los siglos, personas que alegan ser cristianos, y paganos por igual, han afirmado poseer el don de la sanidad. Históricamente, la Iglesia Católica Romana ha estado a la cabeza de los que han afirmado tener el poder de sanidad. Ellos han proclamado haber sanado con los huesos de Juan el Bautista, huesos del apóstol Pedro, reliquias del madero de la cruz, escapularios y botellitas con agua bendecida por los Papas, y hasta leche del pecho de María.
Lourdes en Francia, se supone que ha sido el lugar de incontables sanidades milagrosas. Pero la misma Escritura nos revela que Satanás siempre ha mantenido al mundo engañado bajo su dominio por medio de sanidades falsificadas.
Raphael Gasson, un ex-medium espiritista, quien alega se convirtió a Cristo, dijo, “Actualmente hay muchísimos espiritistas que están dotados de este extraordinario don de poder dado por Satanás; y yo mismo, habiendo sido usado de esta manera, puedo testificar de haber visto lo que parecen ser curaciones milagrosas que se realizan en ‘reuniones de sanidad’ en el espiritismo”.
El Doctor Nolan, quien escribió un libro, titulado "La Sanidad: un Medico en Busca de un Milagro". afirma que tanto los médicos como los "sanadores" Carismáticos (y en muchos círculos religiosos Pentecostales), a menudo pueden influir en la psiquis de un paciente y hacer que se cure de síntomas de enfermedad por sugestión. Estas curaciones no son milagrosas, sino que resultan de correcciones que el mismo paciente hace (siendo sugestionado) en la función de su propio sistema nervioso.
El Dr. Nolan hace una distinción entre lo que él llama enfermedad funcional y enfermedad orgánica. Una enfermedad funcional es aquella en la cual un órgano perfectamente sano no funciona correctamente. Una enfermedad orgánica es aquella en la que el órgano está orgánicamente destruido, mutilado o lisiado.
Según el Dr. Nolan, las infecciones, síncopes cardiacos, cálculos de la vesícula, hernias, discos intervertebrales luxados, cánceres de toda clase, huesos rotos, deformidades congénitas y laceraciones están todas incluidos en la clase de enfermedades orgánicas de los cuales los “alegados” sanadores modernos no pueden curar.
En términos simples de comprender, una enfermedad funcional sería un brazo adolorido, una enfermedad orgánica sería un brazo seco o la falta de un brazo. Una enfermedad psicogénica sería el pensar que le duele el brazo.
El Dr. Nolan quiso tener una entrevista con los sanados por la alegada sanadora Kathryn Kulhman. Ella le mandó 82 casos de sanidades realizadas por ella. De los 82, solamente 23 respondieron a su invitación y fueron entrevistados. La conclusión final del Dr. Nolan fue que ni una de las llamadas sanidades fue verdadera.
Lo que se han dicho en este capítulo critica lo que han sido designados como milagros por muchas personas hoy, especialmente los Carismáticos y en muchos círculos Pentecostales. El deseo incontrolado de predicar la doctrina de “solo tenga fe” está resultando en falsedad y en serios errores.
Dios ciertamente todavía en ocasiones sana en respuesta a oraciones, al fin de revelar su gloria. Santiago 5:16. Pero hay una enorme diferencia entre la sanidad efectuada por Dios hoy, y el don de sanidad de que tenía Jesús y sus apóstoles, del cual se habla en las Escrituras, particularmente, en I Corintios 12.
En Filipenses 2:25-27, Pablo habla acerca de su buen amigo, Epafrodito, quien estaba enfermo de muerte, pero no murió porque el Señor tuvo misericordia de él. Pablo tenía don de sanidad. ¿Por qué no le sanó? Porque Pablo no pervirtió el propósito del don para sus propios fines personales. En II Timoteo 4:20, Pablo dejó a Trofimo en Mileto, enfermo. ¿Por qué dejaría Pablo a uno de sus amigos enfermo? ¿Por qué no lo curó? ¿Sería porque ellos no tenían suficiente fe? Si así hubiese sido, ¿No cree usted que Pablo les hubiera reprendido su falta de fe?
Los Carismáticos y los Pentecostales hacen creer erróneamente que el don de sanidades que se registró en el Nuevo Testamento, realizado por Jesús y sus apóstoles, es de la misma forma para todos los tiempos. Pero eso no es correcto. Ciertamente Dios continúa maravillando a su pueblo concediendo algunas sanaciones por medio de la oración de fe. Pero la sanación de estos tiempos, para nada son iguales a los actos milagrosos que Jesús y sus apóstoles realizaron. Las sanaciones milagrosas de Jesús y sus apóstoles fueron especiales y únicas, porque tenían un propósito especial y único en aquellos días, y era establecer su autoridad divina y confirmar la veracidad de su enseñanza.
Al estudiar con diligencia las Escrituras, encontramos tres clases de dones espirituales. En Efesios 4 está la categoría de dones dado a hombres para constituirlos: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Estos hombres así dotados son llamados a ser líderes en la edificación de la obra de la Iglesia.
Segundo, existen los dones que son permanentes y en diferentes formas para el servicio a todos los miembros de la iglesia. Estos incluyen la ciencia (conocimiento), sabiduría, profecía (predicación), enseñanza, exhortación, fe (u oración), discernimiento, hacer misericordia, repartimientos de bienes, y la administración. (Romanos 12:4-8; I Corintios 12:8-10, 28).
Tercero, había los dones de "señales temporales", como sanidades, milagros y lenguas (idiomas), (I Corintios 12:9-11) Estos dones eran ciertas facultades dadas a determinados creyentes con el fin de autenticar o confirmar la doctrina de Cristo cuando se proclamaba ante las personas y en la Iglesia del primer siglo. Esto fue así mientras se recibía y se escribía la revelación del Nuevo Testamento. Pero una vez completada y confirmada la revelación de la doctrina de Cristo, cesaron esos dones de señales y sanidades milagrosas.
Estas señales eran temporales. Su propósito no fue principalmente la edificación de la iglesia, sino más bien establecer la autoridad de las enseñanzas de Cristo y de sus apóstoles. Confirmar que efectivamente ellos venían de Dios.
Los dones temporales de señales fueron: milagros, sanidades, lenguas (idiomas) e interpretación de lenguas (traduccion de un idioma a otro idioma) y nuevas profecías (ciencia). Una vez que el Nuevo Testamento se hubo escrito en su totalidad, se afirma haber recibido "lo perfecto", esto es, la perfecta revelación de Dios para la iglesia, entonces estos dones temporales de señales ya no fueron necesarios porque las Escrituras ya habían sido completadas y confirmadas por dichas senales temporales. Ya se había recibido lo perfecto, (I Corintios 13:8-10). Así cesaron de manifestarse estos dones temporales de señales milagrosas.
Jesús básicamente realizó tres tipos de milagros, para establecer su autoridad divina entre los hombres:
1. Sanidades (incluyendo resucitar muertos).
2. Echar fuera demonios.
3. Milagros de poder sobre la naturaleza.
Los evangelios están llenos de estas categorías de señales. Está claro que estos milagros eran señales que destacaban la realidad de la constante afirmación de que Jesús era Dios.
Una vez que Cristo terminó su obra, a los apóstoles les fue dada la tarea de predicar y escribir la doctrina de Cristo, conocida también como la doctrina apostólica. Para mostrar que los apóstoles tenían la aprobación y el respaldo de Cristo para dictar con autoridad la doctrina del Nuevo Testamento, Dios les dio la capacidad de hacer dos tipos de milagros, en el nombre de Jesucristo:
1. Sanar (incluyendo resucitar muertos)
2. Echar fuera demonios.
Los apóstoles jamás realizaron milagros relacionados con la naturaleza. Mateo 10:1.
Cuando comenzó la era de la Iglesia, los apóstoles continuaron manifestando estos dones sobrenaturales de sanar y echar fuera demonios durante todo el tiempo en que todavía se escribía el Nuevo Testamento (II Corintios 12:12).
Los poderes para hacer milagros no fueron dados a cualquier cristiano, sino únicamente a los apóstoles y a algunos a quienes ellos les imponían directamente las manos (Marcos 16:20; Hechos 4:12, 8:18, Hebreos 2:3-4). Ellos fueron especialmente escogidos y enviados por Cristo para proclamar su palabra en el mundo o directamente comisionado por un apóstol para compartir en ese ministerio (como Felipe; Hechos 8:6-7).
Muchos religiosos creen que Dios continúa sanando igual como lo hizo en tiempos de Jesús y sus apóstoles. Si eso fuera así, ¿Por qué no oímos que el don de sanidades se está usando precisamente en los pasillos de hospitales y en las plazas públicas a plena vista y en beneficio de muchas personas? Esto no está sucediendo. ¿Por qué? Porque los que pretenden tener el don de la sanidad milagrosa en estos tiempos, realmente no lo tienen.
El don de la sanidad fue un don de señal temporal del primer siglo para establecer la autoridad divina de Jesucristo y la confirmación de las Escritura, especialmente el Nuevo Testamento. Una vez que esa revelación doctrinal del Nuevo Testamento se completó, y la confirmación de su verdad se estableció, el don de sanidad cesó. Ya no es necesario. Ahora nos queda tener fe en las Escrituras que ya fueron reveladas y confirmadas, primeramente por Cristo, y luego por sus apóstoles quienes la completaron en su nombre.
A lo largo de los siglos, personas que alegan ser cristianos, y paganos por igual, han afirmado poseer el don de la sanidad. Históricamente, la Iglesia Católica Romana ha estado a la cabeza de los que han afirmado tener el poder de sanidad. Ellos han proclamado haber sanado con los huesos de Juan el Bautista, huesos del apóstol Pedro, reliquias del madero de la cruz, escapularios y botellitas con agua bendecida por los Papas, y hasta leche del pecho de María.
Lourdes en Francia, se supone que ha sido el lugar de incontables sanidades milagrosas. Pero la misma Escritura nos revela que Satanás siempre ha mantenido al mundo engañado bajo su dominio por medio de sanidades falsificadas.
Raphael Gasson, un ex-medium espiritista, quien alega se convirtió a Cristo, dijo, “Actualmente hay muchísimos espiritistas que están dotados de este extraordinario don de poder dado por Satanás; y yo mismo, habiendo sido usado de esta manera, puedo testificar de haber visto lo que parecen ser curaciones milagrosas que se realizan en ‘reuniones de sanidad’ en el espiritismo”.
El Doctor Nolan, quien escribió un libro, titulado "La Sanidad: un Medico en Busca de un Milagro". afirma que tanto los médicos como los "sanadores" Carismáticos (y en muchos círculos religiosos Pentecostales), a menudo pueden influir en la psiquis de un paciente y hacer que se cure de síntomas de enfermedad por sugestión. Estas curaciones no son milagrosas, sino que resultan de correcciones que el mismo paciente hace (siendo sugestionado) en la función de su propio sistema nervioso.
El Dr. Nolan hace una distinción entre lo que él llama enfermedad funcional y enfermedad orgánica. Una enfermedad funcional es aquella en la cual un órgano perfectamente sano no funciona correctamente. Una enfermedad orgánica es aquella en la que el órgano está orgánicamente destruido, mutilado o lisiado.
Según el Dr. Nolan, las infecciones, síncopes cardiacos, cálculos de la vesícula, hernias, discos intervertebrales luxados, cánceres de toda clase, huesos rotos, deformidades congénitas y laceraciones están todas incluidos en la clase de enfermedades orgánicas de los cuales los “alegados” sanadores modernos no pueden curar.
En términos simples de comprender, una enfermedad funcional sería un brazo adolorido, una enfermedad orgánica sería un brazo seco o la falta de un brazo. Una enfermedad psicogénica sería el pensar que le duele el brazo.
El Dr. Nolan quiso tener una entrevista con los sanados por la alegada sanadora Kathryn Kulhman. Ella le mandó 82 casos de sanidades realizadas por ella. De los 82, solamente 23 respondieron a su invitación y fueron entrevistados. La conclusión final del Dr. Nolan fue que ni una de las llamadas sanidades fue verdadera.
Lo que se han dicho en este capítulo critica lo que han sido designados como milagros por muchas personas hoy, especialmente los Carismáticos y en muchos círculos Pentecostales. El deseo incontrolado de predicar la doctrina de “solo tenga fe” está resultando en falsedad y en serios errores.
Dios ciertamente todavía en ocasiones sana en respuesta a oraciones, al fin de revelar su gloria. Santiago 5:16. Pero hay una enorme diferencia entre la sanidad efectuada por Dios hoy, y el don de sanidad de que tenía Jesús y sus apóstoles, del cual se habla en las Escrituras, particularmente, en I Corintios 12.
En Filipenses 2:25-27, Pablo habla acerca de su buen amigo, Epafrodito, quien estaba enfermo de muerte, pero no murió porque el Señor tuvo misericordia de él. Pablo tenía don de sanidad. ¿Por qué no le sanó? Porque Pablo no pervirtió el propósito del don para sus propios fines personales. En II Timoteo 4:20, Pablo dejó a Trofimo en Mileto, enfermo. ¿Por qué dejaría Pablo a uno de sus amigos enfermo? ¿Por qué no lo curó? ¿Sería porque ellos no tenían suficiente fe? Si así hubiese sido, ¿No cree usted que Pablo les hubiera reprendido su falta de fe?
Los Carismáticos y los Pentecostales hacen creer erróneamente que el don de sanidades que se registró en el Nuevo Testamento, realizado por Jesús y sus apóstoles, es de la misma forma para todos los tiempos. Pero eso no es correcto. Ciertamente Dios continúa maravillando a su pueblo concediendo algunas sanaciones por medio de la oración de fe. Pero la sanación de estos tiempos, para nada son iguales a los actos milagrosos que Jesús y sus apóstoles realizaron. Las sanaciones milagrosas de Jesús y sus apóstoles fueron especiales y únicas, porque tenían un propósito especial y único en aquellos días, y era establecer su autoridad divina y confirmar la veracidad de su enseñanza.
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