EL PECADO DE LA FORNICACIÓN
“De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre”.
1 Corintios 5:1
La palabra fornicación proviene del griego porneía (πορνεία), de donde deriva la palabra española pornografía, y con esta palabra se describe toda clase de pecado sexual. El sexo es un privilegio que solo puede practicarse únicamente bajo el lazo del matrimonio, por lo que la fornicación es la consumación de relaciones sexuales fuera del matrimonio, siendo esto un pecado delante de los ojos de Dios. Por tanto, los pecados como el adulterio, el sexo entre hombre y mujer sin estar casados, la sodomía (relaciones sexuales con el mismo género, hombre con hombre, o mujer con mujer), sexo entre familiares, las orgias, etc., son clasificados como fornicación. En este caso un pecado se estaba practicando en medio de la iglesia de Corinto el cual era tan escandaloso que ni siquiera entre los gentiles se mencionaba tal cosa: De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. El pecado consistía en que un hombre estaba fornicando con la mujer de su padre, es decir, su madrastra. La misma naturaleza le indicaba a los gentiles que el allegarse a la mujer de su padre era algo abominable, y en la ley levítica se prohibía tal práctica pecaminosa: “La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre”, (Levítico 18:. Sin embargo, había un miembro de la iglesia de Corinto que se había depravado tanto que estaba en plena y abierta fornicación con la mujer de su padre, y esto no era algo oculto, sino del conocimiento público.
EL ERROR DE TOLERAR EL PECADO DENTRO DE LA IGLESIA
“Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?”.
1 Corintios 5:2
En este versículo Pablo reprende el terrible error que la iglesia de Corinto estaba cometiendo al tolerar en medio de ellos este pecado de fornicación. En esta ocasión el apóstol recrimina la tolerancia que los líderes de esta iglesia tenían al no poner estorbo a tal fornicario: Y vosotros estáis envanecidos. Ya anteriormente Pablo les había amonestado por creerse superiores en conocimientos: “Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio”, (1 Corintios 3:18); pero ahora, estos que se creían más sabios que los demás eran incapaces de incomodarse por la terrible conducta de uno de sus miembros a tal punto que permitían que practicara desvergonzadamente este pecado siendo piedra de tropiezo para los demás creyentes. El pecado de la fornicación ha sido siempre un verdadero problema para el pueblo de Dios ya que es una de las mejores armas que Satanás tiene para ensuciar la consciencia del ser humano y apartarlo de Dios. Por ejemplo, los israelitas fueron apartados de Dios y cayeron en el juicio divino debido a la fornicación: “Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel”, (Números 25:1-3). El mismo rey Salomón cayo en el pecado de la fornicación con mujeres extranjeras las cuales lo arrastraron también a la idolatría: “¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras”, (Nehemías 13:26). Este pecado es tan terrible que destruye directamente el templo de Dios y por tal razón el mismo Pablo nos dice más adelante que debemos huir de este pecado: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”, (1 Corintios 6:18-20). Por tanto, al ser un pecado tan terrible que destruye el estado de santificación del creyente era de esperarse que los líderes de dicha iglesia no lo toleraran y no permitieran que el tal lo practicara sin ningún estorbo. Uno puede recordar la historia del sacerdote Elí quien nunca estorbo a sus hijos quienes se comportaban impíamente en el ministerio, siendo piedra de tropiezo para los demás israelitas, y por esto mismo Dios los desecho a todos: “Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas”, (1 Samuel 3:13-14). El apóstol esperaba que los miembros de la iglesia de Corinto se incomodasen con el pecado de esta persona y no permitieran tal comportamiento en medio de ellos ya que esto era un verdadero mal testimonio y tropezadero para los débiles: ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? La iglesia del Señor debe esforzarse por mantener la santidad y buen testimonio a los ojos de este mundo ya que de lo contrario el nombre de nuestro Dios será blasfemado por los incrédulos.
¿EXCOMULGADO DE LA IGLESIA?
“Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
1 Corintios 5:3-5
Como resultado de tal hecho desvergonzado el apóstol parece ser muy duro al dictar el juicio sobre esta persona, ya que aunque está ausente de la iglesia en ese momento les pide a los creyentes que en el nombre de Jesús el tal sea expulsado de la congregación: el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne. Lo más seguro era que este caso de inmoralidad sexual era cometido por una persona con plena conciencia de la prohibición que la palabra de Dios hacía, la cual habiendo sido amonestada y exhortada a abandonar su pecado, persistió en su maldad. En la Biblia aparece el proceso que se tiene que llevar con un cristiano que está en un error o pecado: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”, (Mateo 18:15-17). Bajo estas palabras la iglesia puede iniciar un proceso de amonestación en contra de sus miembros que están en pecado. Si alguien que dice ser cristiano peca, se nos pide ir y reprenderlo en privado por su mala actitud con el fin de que la cambie; pero si no obedece, entonces hay que ir con dos o tres testigos para reprenderlo; y si aun así no cambia, hay que presentar el caso a la iglesia, posiblemente los ancianos con todos los testigos respectivos, y si a estos no les obedece, entonces no hay que considerarlo cristiano y denunciarlo delante de la iglesia. En contraste, si el creyente se arrepiente de su conducta este debe ser ayudado para su completa restauración: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”, (Gálatas 6:1). Lo más probable es que con esta persona ya se había realizado este proceso, pero se había negado a cambiar por lo que su conducta pecaminosa ya era dañina para la salud espiritual de los demás creyentes y por eso Pablo les pide que el tal sea sacado de en medio de ellos con dos propósitos: el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. La primera razón por la cual debía sacarse de en medio de la congregación era para que su carne fuese entregada a Satanás para destrucción. Muchos comentaristas dicen que las palabras: entregado a Satanás para destrucción de la carne, posiblemente se refiere a expulsar sus conductas pecaminosas al mundo, fuera de la comunión de la iglesia, ya que la iglesia sabía que el mundo estaba controlado por Satanás: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”, (1 Juan 5:19). La palabra carne aquí no se refiere al cuerpo humano, sino es la naturaleza pecaminosa la cual Pablo pide se destruya para que este hombre no continúe siendo arrastrado por ella al infierno. De alguna manera el apóstol esperaba que el hecho de apartar a esta persona de en medio de la iglesia, no solo la ayudaría a mantenerse pura, sino también que ayudaría al pecador a arrepentirse para que su alma fuera salva: a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. Ignoramos como Pablo sabía que esto podría ayudar a esta persona a reconocer su error, pero lo cierto es que funciono ya que en su segunda carta a los corintios se regocija el saber que esto sucedió: “Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto. Así que, aunque os escribí, no fue por causa del que cometió el agravio, ni por causa del que lo padeció, sino para que se os hiciese manifiesta nuestra solicitud que tenemos por vosotros delante de Dios”, (1 Corintios 7:11-12). Es muy probable que la esperanza de Pablo radicaba en la disciplina de Dios hacia sus hijos la cual les ayuda a corregir su mal camino y volver al redil: “Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”, (Hebreos 12:7-11). Al final, el sacar fuera de la iglesia ayudo a los creyentes fieles a mantenerse lejos de la influencia de esa conducta pecaminosa que los podía contaminar, y por otro lado ayudo a esta persona a recapacitar sus malas acciones para volver a los pies de Cristo arrepentido por todo lo que había hecho.
LA IGLESIA NO DEBE CONSENTIR VIVIR EN MEDIO DEL PECADO
“No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”.
1 Corintios 5:6-8
Si bien es cierto, la iglesia ha sido llamada a presentar el mensaje del evangelio y sus esfuerzos van orientados a atraer a personas pecadoras a sus reuniones con el fin de que el poder transformador del evangelio los cambie y se conviertan en verdaderos creyentes, también está llamada a conservar la santidad en medio de sus miembros. El problema comienza cuando alguien que afirma ser cristiano se comporta como un verdadero impío, tal y como la persona que vivía en fornicación con la mujer de su padre. Cuando esto es así puede llegar a ser un verdadero problema para el cuerpo de Cristo, ya que por un lado su influencia pecaminoso puede hacer caer a otros cristianos débiles los cuales puede imitar su mal comportamiento, y por otro, endurece aún más los corazones de los incrédulos al hacerles pensar que toda la iglesia es hipócrita por no hacer nada con estos casos. Por eso Pablo les decía a los corintios que toda su jactancia no era buena, ya que lo mejor que podían hacer es velar por la santidad de todo el Cuerpo de Cristo ya que un poco de pecado daña todo el ambiente espiritual de la iglesia, así como un poco de levadura leuda toda la masa: ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Todos los creyentes debemos limpiarnos de todo pecado, ya no podemos vivir hipócritamente, sino santificarnos ya que Cristo fue sacrificado por nuestra salvación y por ello debemos horrarlo viviendo realmente para Él: Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.
Debemos pedirle sabiduría a Dios para no convertirnos en fariseos que en lugar de ayudar a la gente a acercarse a Dios los terminemos ayuntando por nuestros legalismos. También necesitamos sabiduría para amonestar y alentar a los caídos, a aquellos que necesitan corregir algunas actitudes pecaminosas que aun reinan en sus vidas; pero también debemos evitar ser tolerantes con aquellas personas que le hagan daño al cuerpo de Cristo con sus malas acciones, los cuales previamente amonestados persisten intencionalmente en su actitud pecaminosa, convirtiéndose así en piedras de tropiezo en la congregación. Estos deben apartarse del rebaño y rogar a Dios por su restauración, ya que si vuelven habremos ganado un alma más para Cristo, y si no, nunca fue uno de los nuestros.
“De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre”.
1 Corintios 5:1
La palabra fornicación proviene del griego porneía (πορνεία), de donde deriva la palabra española pornografía, y con esta palabra se describe toda clase de pecado sexual. El sexo es un privilegio que solo puede practicarse únicamente bajo el lazo del matrimonio, por lo que la fornicación es la consumación de relaciones sexuales fuera del matrimonio, siendo esto un pecado delante de los ojos de Dios. Por tanto, los pecados como el adulterio, el sexo entre hombre y mujer sin estar casados, la sodomía (relaciones sexuales con el mismo género, hombre con hombre, o mujer con mujer), sexo entre familiares, las orgias, etc., son clasificados como fornicación. En este caso un pecado se estaba practicando en medio de la iglesia de Corinto el cual era tan escandaloso que ni siquiera entre los gentiles se mencionaba tal cosa: De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. El pecado consistía en que un hombre estaba fornicando con la mujer de su padre, es decir, su madrastra. La misma naturaleza le indicaba a los gentiles que el allegarse a la mujer de su padre era algo abominable, y en la ley levítica se prohibía tal práctica pecaminosa: “La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre”, (Levítico 18:. Sin embargo, había un miembro de la iglesia de Corinto que se había depravado tanto que estaba en plena y abierta fornicación con la mujer de su padre, y esto no era algo oculto, sino del conocimiento público.
EL ERROR DE TOLERAR EL PECADO DENTRO DE LA IGLESIA
“Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?”.
1 Corintios 5:2
En este versículo Pablo reprende el terrible error que la iglesia de Corinto estaba cometiendo al tolerar en medio de ellos este pecado de fornicación. En esta ocasión el apóstol recrimina la tolerancia que los líderes de esta iglesia tenían al no poner estorbo a tal fornicario: Y vosotros estáis envanecidos. Ya anteriormente Pablo les había amonestado por creerse superiores en conocimientos: “Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio”, (1 Corintios 3:18); pero ahora, estos que se creían más sabios que los demás eran incapaces de incomodarse por la terrible conducta de uno de sus miembros a tal punto que permitían que practicara desvergonzadamente este pecado siendo piedra de tropiezo para los demás creyentes. El pecado de la fornicación ha sido siempre un verdadero problema para el pueblo de Dios ya que es una de las mejores armas que Satanás tiene para ensuciar la consciencia del ser humano y apartarlo de Dios. Por ejemplo, los israelitas fueron apartados de Dios y cayeron en el juicio divino debido a la fornicación: “Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel”, (Números 25:1-3). El mismo rey Salomón cayo en el pecado de la fornicación con mujeres extranjeras las cuales lo arrastraron también a la idolatría: “¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras”, (Nehemías 13:26). Este pecado es tan terrible que destruye directamente el templo de Dios y por tal razón el mismo Pablo nos dice más adelante que debemos huir de este pecado: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”, (1 Corintios 6:18-20). Por tanto, al ser un pecado tan terrible que destruye el estado de santificación del creyente era de esperarse que los líderes de dicha iglesia no lo toleraran y no permitieran que el tal lo practicara sin ningún estorbo. Uno puede recordar la historia del sacerdote Elí quien nunca estorbo a sus hijos quienes se comportaban impíamente en el ministerio, siendo piedra de tropiezo para los demás israelitas, y por esto mismo Dios los desecho a todos: “Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas”, (1 Samuel 3:13-14). El apóstol esperaba que los miembros de la iglesia de Corinto se incomodasen con el pecado de esta persona y no permitieran tal comportamiento en medio de ellos ya que esto era un verdadero mal testimonio y tropezadero para los débiles: ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? La iglesia del Señor debe esforzarse por mantener la santidad y buen testimonio a los ojos de este mundo ya que de lo contrario el nombre de nuestro Dios será blasfemado por los incrédulos.
¿EXCOMULGADO DE LA IGLESIA?
“Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
1 Corintios 5:3-5
Como resultado de tal hecho desvergonzado el apóstol parece ser muy duro al dictar el juicio sobre esta persona, ya que aunque está ausente de la iglesia en ese momento les pide a los creyentes que en el nombre de Jesús el tal sea expulsado de la congregación: el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne. Lo más seguro era que este caso de inmoralidad sexual era cometido por una persona con plena conciencia de la prohibición que la palabra de Dios hacía, la cual habiendo sido amonestada y exhortada a abandonar su pecado, persistió en su maldad. En la Biblia aparece el proceso que se tiene que llevar con un cristiano que está en un error o pecado: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”, (Mateo 18:15-17). Bajo estas palabras la iglesia puede iniciar un proceso de amonestación en contra de sus miembros que están en pecado. Si alguien que dice ser cristiano peca, se nos pide ir y reprenderlo en privado por su mala actitud con el fin de que la cambie; pero si no obedece, entonces hay que ir con dos o tres testigos para reprenderlo; y si aun así no cambia, hay que presentar el caso a la iglesia, posiblemente los ancianos con todos los testigos respectivos, y si a estos no les obedece, entonces no hay que considerarlo cristiano y denunciarlo delante de la iglesia. En contraste, si el creyente se arrepiente de su conducta este debe ser ayudado para su completa restauración: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”, (Gálatas 6:1). Lo más probable es que con esta persona ya se había realizado este proceso, pero se había negado a cambiar por lo que su conducta pecaminosa ya era dañina para la salud espiritual de los demás creyentes y por eso Pablo les pide que el tal sea sacado de en medio de ellos con dos propósitos: el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. La primera razón por la cual debía sacarse de en medio de la congregación era para que su carne fuese entregada a Satanás para destrucción. Muchos comentaristas dicen que las palabras: entregado a Satanás para destrucción de la carne, posiblemente se refiere a expulsar sus conductas pecaminosas al mundo, fuera de la comunión de la iglesia, ya que la iglesia sabía que el mundo estaba controlado por Satanás: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”, (1 Juan 5:19). La palabra carne aquí no se refiere al cuerpo humano, sino es la naturaleza pecaminosa la cual Pablo pide se destruya para que este hombre no continúe siendo arrastrado por ella al infierno. De alguna manera el apóstol esperaba que el hecho de apartar a esta persona de en medio de la iglesia, no solo la ayudaría a mantenerse pura, sino también que ayudaría al pecador a arrepentirse para que su alma fuera salva: a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. Ignoramos como Pablo sabía que esto podría ayudar a esta persona a reconocer su error, pero lo cierto es que funciono ya que en su segunda carta a los corintios se regocija el saber que esto sucedió: “Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto. Así que, aunque os escribí, no fue por causa del que cometió el agravio, ni por causa del que lo padeció, sino para que se os hiciese manifiesta nuestra solicitud que tenemos por vosotros delante de Dios”, (1 Corintios 7:11-12). Es muy probable que la esperanza de Pablo radicaba en la disciplina de Dios hacia sus hijos la cual les ayuda a corregir su mal camino y volver al redil: “Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”, (Hebreos 12:7-11). Al final, el sacar fuera de la iglesia ayudo a los creyentes fieles a mantenerse lejos de la influencia de esa conducta pecaminosa que los podía contaminar, y por otro lado ayudo a esta persona a recapacitar sus malas acciones para volver a los pies de Cristo arrepentido por todo lo que había hecho.
LA IGLESIA NO DEBE CONSENTIR VIVIR EN MEDIO DEL PECADO
“No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”.
1 Corintios 5:6-8
Si bien es cierto, la iglesia ha sido llamada a presentar el mensaje del evangelio y sus esfuerzos van orientados a atraer a personas pecadoras a sus reuniones con el fin de que el poder transformador del evangelio los cambie y se conviertan en verdaderos creyentes, también está llamada a conservar la santidad en medio de sus miembros. El problema comienza cuando alguien que afirma ser cristiano se comporta como un verdadero impío, tal y como la persona que vivía en fornicación con la mujer de su padre. Cuando esto es así puede llegar a ser un verdadero problema para el cuerpo de Cristo, ya que por un lado su influencia pecaminoso puede hacer caer a otros cristianos débiles los cuales puede imitar su mal comportamiento, y por otro, endurece aún más los corazones de los incrédulos al hacerles pensar que toda la iglesia es hipócrita por no hacer nada con estos casos. Por eso Pablo les decía a los corintios que toda su jactancia no era buena, ya que lo mejor que podían hacer es velar por la santidad de todo el Cuerpo de Cristo ya que un poco de pecado daña todo el ambiente espiritual de la iglesia, así como un poco de levadura leuda toda la masa: ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Todos los creyentes debemos limpiarnos de todo pecado, ya no podemos vivir hipócritamente, sino santificarnos ya que Cristo fue sacrificado por nuestra salvación y por ello debemos horrarlo viviendo realmente para Él: Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.
Debemos pedirle sabiduría a Dios para no convertirnos en fariseos que en lugar de ayudar a la gente a acercarse a Dios los terminemos ayuntando por nuestros legalismos. También necesitamos sabiduría para amonestar y alentar a los caídos, a aquellos que necesitan corregir algunas actitudes pecaminosas que aun reinan en sus vidas; pero también debemos evitar ser tolerantes con aquellas personas que le hagan daño al cuerpo de Cristo con sus malas acciones, los cuales previamente amonestados persisten intencionalmente en su actitud pecaminosa, convirtiéndose así en piedras de tropiezo en la congregación. Estos deben apartarse del rebaño y rogar a Dios por su restauración, ya que si vuelven habremos ganado un alma más para Cristo, y si no, nunca fue uno de los nuestros.
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