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    Mensaje  administrador Mar 11 Mayo 2010 - 9:39

    Capítulo dos
    Los límites del poder satánico
    El que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo
    (1 Juan 4:4)
    Uno de los aspectos impresionantes de la Segunda Guerra Mundial fue cómo los altos mandos militares analizaban la personalidad de sus contrincantes. El famoso mariscal alemán Edwin Rommel estudiaba tanto al mariscal inglés Montgomery como al general norteamericano Patton. El propósito era ganar ventaja y pronosticar los movimientos y reacciones de sus enemigos. Es parte de la estrategia ya sea en la guerra, los deportes o el ajedrez. Hay que conocer al adversario.
    Cuidado con la fuente de información
    Recientemente una encuesta en Inglaterra demostró que más británicos creen en la existencia del diablo que en el mismo Dios. Gran cantidad de personas no sólo afirman que Satanás existe sino que también creen haber experimentado sus artimañas y por lo tanto alegan saber cómo actúa. Este «conocimiento» de Satanás por medio de experiencias no es y nunca será totalmente certero porque Satanás es el padre de la mentira (Jn. 8:44).
    El único lugar, reitero, el ÚNICO lugar confiable para conocer la verdad sobre nuestro adversario es la Palabra de Dios. Por lo tanto, quedan excluidas como fuentes de información fidedignas las leyendas, la tradición, las películas, los programas de televisión, las visiones, las «conversaciones» con demonios y aun las experiencias personales. Por más interesantes que sean, las experiencias personales no son totalmente confiables. Una de las tácticas que ayudó a los aliados a ganar la Segunda Guerra Mundial fue la difusión de información falsa. Los alemanes hicieron planes basados en información errónea y esto los distrajo de la verdadera batalla. Malgastaron mucho esfuerzo con poco provecho.
    El único lugar confiable para conocer la verdad sobre nuestro adversario es la Palabra de Dios

    Meses antes de que se realice una cruzada evangelística con nuestro equipo, viajo a la ciudad para dictar un curso titulado «El consejero bíblico». En cierto país conocí a un joven pastor que ministraba en forma especial a gente dominada por el pecado de la homosexualidad. Poco tiempo antes había pasado por el lugar un predicador de renombre enseñando que la homosexualidad siempre es producto de posesión demoníaca. El pastor local, cuyo corazón ansiaba librar a quienes estaban atrapados en este pecado, le llevó al predicador visitante a un joven recién convertido que todavía luchaba con tentaciones sexuales con personas de su mismo sexo. Después de una oración, el predicador lo declaró sano y liberado. Meses más tarde, volví a ese país para la cruzada y le pregunté al pastor sobre el joven en cuestión. Me dijo que no solamente no se había librado de la atracción que sentía por los hombres, sino que además había retrocedido en su discipulado debido a la esperanza —falsa, por cierto— de librarse de una vez y para siempre de sus tentaciones homosexuales. Estoy seguro de que el predicador, sincero por cierto, no sólo cree que liberó a este joven del homosexualismo sino que además da testimonio público del «exorcismo» realizado. Esta clase de testimonio hace creer al oyente que ésa es la manera de librar a una persona de las garras del pecado. Las experiencias y testimonios no son las fuentes de información más acertada sobre el enemigo.
    Tampoco podemos confiar en los mismos demonios como fuente de información. Ellos son mentirosos como parte de su naturaleza. Es notable que a menudo lo que los demonios dicen apoya lo que el exorcista sospecha. En un caso en Brasil, un pastor le preguntó al demonio sobre sus actividades y éste respondió: «he estado en esa iglesia, divirtiéndome», confirmando así las sospechas del pastor de que algunas actividades de aquella iglesia están inspiradas por los demonios.
    Además, cuando comparamos nuestras experiencias con las de otros, llegamos a la conclusión de que los demonios expresan cosas contradictorias y dicen lo mínimo indispensable para que la gente abandone el verdadero campo de batalla y luche una guerra ficticia.
    En otro caso, un pastor llevó a una mujer que había cometido adulterio a un exorcista cuya especialidad era discernir maldiciones generacionales y por ende demonios.1 No es de sorprenderse que la información recibida del demonio fue que había entrado en ella en 1941, varios años antes de su nacimiento, confirmando así la presunción de que había heredado un demonio.
    Si usamos la Biblia como fuente de información, no nos desviaremos ni confiaremos en las experiencias, ni en las mentiras del diablo, ni estaremos engañados por nuestros propios prejuicios. Es increíble cómo, en las conversaciones con los demonios, descubren lo que buscan, algo que confirma sus prejuicios; o peor todavía, una señal que los lleva a comenzar una nueva iglesia. Lo que sucede es que cada uno termina imponiendo su experiencia como si fuera norma para todos: «que es importante hablar con los demonios»; «que no hay que hablar con ellos»; «que cada demonio tiene su propio nombre y personalidad»; «que no saldrán de una persona a menos que uno los nombre individualmente»; «que existe una fórmula para que salgan»; «que es importante gritar»; etc.
    En una visita a cierto país, me presentaron a una mujer con múltiples problemas. Durante las sesiones de consejo, entre otras manifestaciones la mujer gritaba, lloraba e incluso intentó atacarnos. «Echamos fuera» varios demonios y mientras salía cada uno, ella vomitaba. Ahora bien, sería fácil establecer esa experiencia como norma e insistir en que, para probar que en verdad los demonios han salido, la víctima tiene que vomitar. No solamente fue la única vez que nos pasó, sino que años más tarde y después de intercambiar varias cartas con ella y ver que todavía no anda con Cristo, he llegado a dudar de que su problema fuera en verdad posesión demoníaca. Creo que tenía profunda raíz de amargura que había invadido todo su ser, algo de lo cual ella se tiene que arrepentir.
    Cuento lo anterior solamente para dejar en claro que la Biblia contiene todo lo que necesitamos saber sobre cómo obra Satanás. Cuando la Biblia guarda silencio, nosotros también debemos guardar silencio:
    Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley.
    (Dt. 29:29)
    Saquemos conclusiones de la Biblia, no de las experiencias. Pablo les recuerda a los corintios que no ignoramos sus artimañas [de Satanás] (2 Co. 2:11, malas intenciones VP, maquinaciones RV).
    Dos expertos en este tema ofrecen una conclusión idónea para esta sección:
    «Parece haber en muchos de los que están en ministerios de liberación una suposición escondida de que, en realidad, los que realmente derrotan a Satanás son quienes lo conocen mejor. Por eso se ofrecen detalladas especulaciones acerca de la organización y las características de los demonios, y las formas en que se relacionan con los gobiernos humanos y con la vida de las personas. También se llevan a cabo elaboradas prácticas para atar a los poderes demoníacos.
    No obstante, cuando leemos la Biblia, nos impresiona la ausencia total de este tipo de especulaciones y prácticas. La Palabra de Dios [nos] anima a permanecer firmes y a resistirnos a las fuerzas engañosas de las tinieblas; no a [...] atarlas.»2
    Primera información falsa sobre Satanás: No existe
    En Efesios 6 Pablo insiste en que estamos en una guerra donde no luchamos contra poderes humanos sino contra fuerzas del mal, fuerzas inteligentes y organizadas. Una de las artimañas ingeniosas de Satanás es convencernos de que no existe. Otra ridícula es presentarse con cola y cuernos.3
    Cuando yo era seminarista, uno de mis profesores, por convicción teológica creía que no es necesario señalar al diablo como posible factor contribuyente a los problemas humanos.4 Ciertos filósofos y psicólogos tampoco creen en su existencia y lo relegan a la imaginación fértil de los indoctos. Cuando estuvimos con una cruzada evangelística en el norte de Brasil, llegó la BBC de Londres a fin de filmar entrevistas para un programa especial llamado Por qué los evangélicos están creciendo en Latinoamérica. Cuando el programa fue trasmitido, hubo intentos obvios de desacreditar el movimiento evangélico presentándolo como fanatismo financiado por intereses norteamericanos. Es notable cómo los productores del programa optaron por pasar un tiempo desmedido mostrando exorcismos de una secta falsa como ejemplo de manipuleo de las masas. Era evidente que la gente de la BBC no cree en la existencia del diablo. El consejero y escritor David Powlison advierte:
    «No dar mayor importancia a la guerra espiritual o demitificarla por lo general crea un pernicioso “efecto dominó”. La oración y la adoración se vuelven formas vacías. Poco se necesita el poder y la ayuda de Dios y poco se espera de ellos. El pecado se convierte en una psicopatología o bien en una falta de adaptación social. La Biblia se transforma en un objeto remoto; y no es la voz del Dios viviente. El evangelismo se considera algo casi vergonzoso; la muerte del yo se ve como un fanatismo desagradable. La vida normal se vuelve, bueno, normal: empleo y desempleo, casamiento y divorcio, salud y enfermedad, economía y política, demasiado tránsito y pronósticos del tiempo.»5
    Primera información correcta: Satanás existe
    Satanás está a la cabeza de un reino poderoso que se opone al reino de Dios (Lc. 11:18). Ese reino consiste en un vasto número de seres espirituales conocidos como sus ángeles (Mt. 25:41). A Satanás mismo se lo conoce como el que gobierna las tinieblas (Ef. 2:2), y como tal dirige a los seres malignos para que cumplan su voluntad. Pablo caracteriza el conflicto como una lucha contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales (Ef. 6:12).
    Pablo también describe al diablo como el dios de este mundo (2 Co. 4:4), bajo cuyo poder el sistema conocido como el mundo funciona según los principios satánicos (Col. 1:13). Finalmente el apóstol Juan indica que el mundo entero está bajo el control del diablo en forma activa o bien de una manera pasiva (1 Jn. 5:19).
    Segunda información falsa: Darle a Satanás un lugar que no merece
    Igualmente peligroso es asignarle a Satanás un lugar, poder o autoridad mayor del que realmente posee. Si él nos puede convencer de que goza de un nivel jerárquico que rivaliza con Dios, empezamos a dudar del poder de Dios para guardarnos de caer en las tentaciones del tentador. Cuando le damos a Satanás un lugar extrabíblico (cualquiera que sea), estaremos buscando soluciones que también son extrabíblicas. Existen iglesias que hablan más del diablo que de Aquel que lo derrotó en la cruz, y no es de sorprenderse que la gente llegue a la conclusión de que el cristiano no puede resistir a Satanás sin la ayuda de un especialista.
    A continuación doy un ejemplo de cómo una iglesia puede desviarse dando demasiado lugar al diablo. Un día el diácono de una iglesia me llamó para contarme lo que pasaba en su congregación, aparentemente una congregación evangélica con sólida doctrina bíblica. El liderazgo había asistido a un retiro donde la enseñanza fue que casi todos los problemas del ser humano tienen su raíz en la posesión demoníaca. Empezaron a enseñar a la iglesia este concepto. Ahora bien, la esposa del pastor principal sufría de un problema físico que según los médicos era incurable. Los líderes de la iglesia, basándose en la enseñanza del retiro, llegaron a la conclusión de que ella tenía un demonio, e intentaron echarlo fuera. La mujer siguió las indicaciones de los ancianos y por fe dejó de tomar los remedios que le había recetado el médico, pero luego de este incidente no fue curada, es decir «el demonio no salió». Después de varios intentos de expulsar al demonio los líderes llegaron a otra conclusión: ella debía de tener un pecado escondido, por eso el demonio no había salido. Pasaron meses, y el liderazgo de la iglesia se dejaba guiar cada vez más por esta nueva enseñanza. Finalmente expulsaron a la esposa del pastor y la declararon «muerta». Ella sigue con tanta vida como usted y yo, pero una vez que estuvo «muerta», su esposo (el pastor) se casó de nuevo con una profetisa que había aparecido en escena.
    Hoy la mujer vive con unos compasivos hermanos de otra iglesia que la rescataron de la situación. El pastor se casó legalmente con la profetisa (él siendo «viudo»), y la mayoría de los verdaderos creyentes han salido de la iglesia, dejando a un grupo que «adoran» a su líder y adoran sus doctrinas. Para colmo el pastor y el copastor declararon ser los dos testigos de Apocalipsis 11.
    Ahora la iglesia ha sido denunciada por la alianza de pastores de la ciudad como una secta falsa. Es una historia de nuestros días que está ocurriendo cada vez con más frecuencia, e ilustra el peligro que existe cuando se asigna a Satanás y a sus demonios más poder del que realmente tienen. Lo triste del ejemplo es que sin duda el adversario estuvo activo en la falsa doctrina, en la división de la iglesia, en la llegada de la profetisa, y en desmantelar a una familia. Pero nadie se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde, y nadie dio los pasos bíblicos necesarios para resistir al diablo. En este incidente también hubo pecados generados por la carne que abrieron campo para el enemigo.
    Segunda información correcta: Satanás tiene límites de autoridad y poder
    Siendo un ser creado, el diablo tiene limitaciones. A fin de conocer a nuestro enemigo, será necesario estudiar tanto sus capacidades como sus incapacidades. Comenzamos con lo que no puede hacer.
    Antes de dar por sentado que su autoridad y poder casi alcanzan el nivel divino (vea Ez. 28:15), hay que entender que el diablo fue juzgado en la cruz: ...[Dios] desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal (Col. 2:15).
    En consecuencia, es importante recordar que Satanás es nuestro enemigo (1 P. 5:8). Es cierto que es más poderoso que nosotros, pero es menos poderoso que Cristo quien vive en el creyente (Gá. 2:20). Satanás es un espíritu creado, invisible, que no posee los atributos de Dios aunque intenta imitarlos. Uno de los propósitos de la encarnación de Cristo fue, precisamente, destruir las obras del diablo (1 Jn. 3:8).
    En todo estudio de la batalla contra Satanás debemos tomar en cuenta las cartas del apóstol Juan. Por ejemplo en 1 Juan 5:18 el apóstol afirma: Sabemos que el que ha nacido de Dios no está en pecado: Jesucristo, que nació de Dios, lo protege, y el maligno no llega a tocarlo. Satanás no tiene la autoridad ni el poder para tocar al verdadero creyente.
    En este versículo el apóstol comienza con un concepto que es clave en toda la epístola: el verdadero creyente no peca como norma de vida. Es un hecho contundente que el cristiano sabe (griego: oida)6 intuitivamente, sin que nadie le enseñe. Hay cierto conocimiento revelado por el Espíritu Santo que acompaña a la salvación, cosas que sabemos cuando recibimos a Cristo. Parte de este conocimiento es que el verdadero cristiano no practica el pecado como norma de vida.7 Según Juan, ¡no existe ni una sola persona que haya nacido de Dios y viva una vida caracterizada por el pecado! En forma inmediata Juan explica por qué el creyente no vive siempre derrotado por el pecado: ...Jesucristo...lo protege. «Proteger» significa vigilar a un preso como en Mateo 27:36 y 54. Cristo nos vigila y nos protege para que el diablo (el maligno) no nos pueda tocar.8
    El siguiente paso es identificar el lo de no llega a tocarlo. Resulta claro que se trata de «el que ha nacido de Dios», es decir cada verdadero cristiano. Pero ¿qué significa que el diablo no puede «tocar» al creyente? ¿No hay una guerra espiritual en la vida del cristiano? Una vez más recurrimos al sentido del griego original. «Tocar» quiere decir «atar». Es la palabra más fuerte en el griego para expresar «tocar - japto»,9 y da la idea de sobar o palpar con el fin de aplicar presión. NO se refiere a la mera experiencia de tocar a un individuo como en 1 Juan 1:1, donde el apóstol emplea otra palabra que da la idea de tocar ligeramente o tocar la superficie.
    El diablo es el maligno, y como veremos hay mucho que puede hacer. Sin embargo, no puede adherirse al creyente, sujetarlo, atarlo, ni tomar control o ser su dueño porque Cristo guarda a sus hijos (Jn. 17:12–15; 2 Ts. 3:3; Jud. 1 y 24). El tiempo presente del verbo tocar habla de algo invariable. La inhabilidad del diablo para tocar al creyente (japto) es constante. Como si eso no bastara, el no de no llega a tocarlo es absoluto y expresa la total imposibilidad del diablo de agarrarse del creyente, no porque no desee hacerlo sino porque no puede.
    Además, es posible resistir a Satanás (Stg. 4:7–8) y vencerlo (Ap. 12:11). Su destino está sellado. El juicio de este mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado (Jn. 12:31). El fuego eterno, según Cristo, está preparado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25:41). Finalmente el último libro de la Biblia afirma que:
    ...el diablo... será arrojado al lago de fuego y azufre, donde también habrán sido arrojados la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos
    (Ap. 20:10)
    Por lo tanto podemos afirmar que:
    1) Satanás no es omnipresente.10 Puede estar en un solo lugar a la vez. La omnipresencia es un atributo reservado sólo para Dios. Por ejemplo, debido a esta limitación del enemigo, es posible que la mayoría de nosotros nunca hayamos tenido un contacto personal con el diablo. Los únicos personajes bíblicos, según la Palabra de Dios, que se enfrentaron personalmente con Satanás son: Eva (Gn. 3:1); David (1 Cr. 21:1); Jesús (Mt. 4); Pedro (Mt. 16:23; Lc. 22:31); Ananías (Hch. 5:3); Pablo (2 Co. 12:7; 1 Ts. 2:18); Judas (Jn. 13:27); el arcángel Miguel (Jud. 9). En cambio, Cristo es accesible instantáneamente a todos los que invocan su nombre (Ro. 10:13), y es poderoso para ayudarlos en cualquier parte del mundo (He. 4:16; 7:25).
    Recordemos que el único ser omnipresente es Dios mismo.
    2) Satanás no es omnisciente.11 Por más inteligente que sea, el conocimiento de Satanás es limitado. El apóstol Juan nos recuerda:
    Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo [Satanás].
    (1 Jn. 4:4)
    Satanás posee mucho conocimiento, sabe más que cualquier ser humano, pero no es omnisciente. Ahora bien, todo ser humano posee una habilidad innata para deducir ciertas cosas, incluyendo lo que (tal vez) está dentro del corazón o la mente de otra persona. Parte del genio de la psicología moderna es su intento de conocer los motivos guardados en lugares secretos de la mente humana. A veces los psicólogos tienen razón y otras veces están totalmente equivocados, y otras tantas ni ellos mismos saben la diferencia. Todo intento (aun de los psicólogos más sabios) por penetrar la mente sigue siendo una conjetura, porque ningún ser humano tiene la habilidad de leer la mente de otro. Es por los gestos, las expresiones, las miradas, etc., que podemos deducir los pensamientos. Por ejemplo, muchos esposos después de años de matrimonio y por conocerse íntimamente, saben más o menos lo que el otro está pensando sin que éste diga ni una sola palabra.
    Los demonios poseen los mismos recursos, pero siendo espíritus son más inteligentes que nosotros. Sin embargo, ellos siempre están adivinando, porque ni los demonios ni el diablo mismo pueden leer la mente del ser humano.
    Note lo que la Biblia dice acerca de Dios: Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda (Sal. 139:1–4). En la Biblia no encontramos una descripción similar de Satanás. Es muy inteligente, es organizado, cuenta con miles de demonios para cumplir sus propósitos, y de alguna manera tiene acceso a la mente del hombre, pero en ninguna parte la Biblia insinúa que puede leer los pensamientos. Es más bien la Palabra de Dios que penetra y discierne lo que está en el corazón del ser humano (He. 4:12).
    Además, Satanás tampoco conoce el futuro. Al ser humano le fascina predecir el futuro. Cada año abundan las profecías y pronósticos, tanto cristianos como seculares. El concepto de que el hombre busque el conocimiento del futuro al margen de Dios es una idea antigua que comenzó con los primeros seres humanos: ...Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios (Gn. 3:5).
    Hace varios años me invitaron a predicar en una iglesia. Mi esposa y yo nos hospedamos en casa de uno de los diáconos, un hombre casado, con un hijo y dos hijas. Durante la semana, cada noche regresábamos a la casa para tomar café y conversar. Al tercer día entramos en confianza y la familia comenzó a contarnos sobre una profetisa que practicaba la magia blanca12 y predecía eventos del futuro que, aparentemente, se cumplían.13 La familia empezó a regir su vida de acuerdo a las predicciones de aquella profetisa. Me aseguraron que ella era una verdadera cristiana y que, aunque no asistía a ninguna iglesia, leía la Biblia y oraba. De las muchas profecías que nos contaron, les comparto sólo una. El prometido de la hija menor de la familia era soldado y se encontraba en acción en plena guerra. Puesto que la profetisa predijo «no le pasará nada», la familia dejó de orar por él. Mi esposa y yo salimos de aquella conferencia preocupados, pero por ser tan jóvenes en ese entonces no nos atrevimos a hacer nada. Años más tarde en Bolivia me encontré con el pastor. Le pregunté por la familia que habíamos conocido y en forma especial por el novio de la hija. Me explicó con palabras cortantes que el joven había muerto por la explosión de una granada, y que tuvieron que disciplinar y luego expulsar a toda la familia por herejes. «Hoy» siguió el pastor, «forman parte de una secta extremista. Han dejado totalmente la verdad del evangelio».
    Satanás intenta convencernos de que conoce el futuro, pero no es así. Es inteligente, sabe interpretar ciertas señales, pero nunca deja de ser lo que meramente intuye o adivina. Sólo Dios conoce el futuro.
    3) Satanás no es omnipotente.14 Hay un solo todopoderoso, el verdadero Dios (Gn. 17:1; Ap. 19:6). Recordemos que Satanás es un enemigo ya juzgado y derrotado (Gn. 3:15; Jn. 12:31; 14:30; 16:11; Col. 2:14–15; 1 Jn. 4:4; 5:19; Ap. 12:9; 20:2, 10) y aun el abundante poder que ejercita siempre está bajo el poderío divino de Dios (Job 1:12). Mientras estamos en la tierra siempre habrá una lucha con Satanás (Ef. 6:10–18), pero el omnipotente Dios por medio de Jesucristo ha quebrado su poder.
    Mirón, Jaime: ¿Estoy Preparado Para La Guerra Espiritual? : Mirón, Jaime. Miami, Florida : Editorial Unilit, 2001, S. 18

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