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    Mensaje  administrador Mar 11 Mayo 2010 - 9:38

    Primera Parte: Conociendo al enemigo
    Capítulo uno
    Descubriendo el campo de batalla
    Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar
    (1 Pedro 5:8)
    —¿Por qué vuelvo a caer en pecado aunque los hermanos han echado los demonios fuera de mí?
    —Me preguntó un joven colombiano después de una conferencia.
    —¿Cuáles otros consejos te dieron—le pregunté.
    —Sacaron los pecados generacionales, pero las escenas impuras en mi mente continúan.
    Es sólo un ejemplo de las preguntas que recibo a diario sobre el tema de la Guerra Espiritual. La gran mayoría están buscando desesperadamente una salida a algo que consideran las garras del diablo. Consideremos la siguiente historia.
    Los padres de Laura son espiritistas, por lo tanto ella creció en un ambiente de tinieblas. Tan entregados a las cosas satánicas eran sus padres, que casi no pasaban tiempo con sus hijos y los fines de semana los dedicaban a la enseñanza de cosas diabólicas. Después de 25 años de matrimonio la madre de Laura se divorció del padre para poder dedicarse tiempo completo a tales enseñanzas.
    Laura no sólo carecía de modelos sanos en la casa paterna, sino que además ella y sus hermanos tuvieron que soportar actividades, prácticas y personas entregadas al satanismo. Hoy Laura es cristiana, esposa de un hombre consagrado al Señor y madre de cuatro hijos. ¿Qué es lo que provocó un cambio tan radical? Laura se empapó de los consejos de tres autores del Nuevo Testamento que estudiaremos en este libro: Pablo, Santiago y Pedro. No fue fácil y tampoco sucedió de la noche a la mañana pero hoy Laura y su marido son pilares en su iglesia y enseñan a otros el camino de libertad.
    La Biblia caracteriza la vida cristiana como una batalla (2 Ti. 4:7; He. 11:34) y describe al diablo como adversario (1 P. 5:8 RV) y enemigo (Mt. 13:39). No podemos entender la vida en su totalidad sin tener en cuenta que existe un mundo de maldad invisible a nuestros ojos pero real. Nunca seremos los hombres y mujeres espirituales que desearíamos ser, si no vemos, evaluamos y entendemos la vida como Pablo la describe en Efesios 6:10–20.
    El apóstol sintetiza su descripción de la vida en una sola palabra: lucha (Ef. 6:12). La vida, según Pablo, es un conflicto, una lucha contra fuerzas opositoras. Este pasaje indica, como veremos más abajo, que la ferocidad de la lucha es fluctuante. Implica que no todos los días son tan feroces como otros. El mensaje es claro: tenemos que prepararnos para el día malo (Ef. 6:13).
    Existen tres tendencias en contra de esta definición divina de la vida humana:
    1. Asignarle al diablo demasiado poder y demasiado crédito. Tan seria y común es esta práctica, que hemos dedicado el capítulo 2 a hablar de los límites del enemigo.
    2. Vivir como si mis enemigos fueran de carne y hueso. Por ejemplo, es común llegar a la conclusión de que el enemigo es el gobierno, la empresa, mi suegra, u otra cosa o persona. Pablo insiste en que nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales (Ef. 6:12).
    3. Descartar por completo la guerra espiritual, o relegarla a la condición de cuento de hadas. Es lo que hacen muchas personas, pero es notable que la mayoría de las religiones del mundo no solamente creen en el diablo sino que tienen ritos para alejar a los espíritus malos. Es lo que hacen los animistas, que creen que los espíritus malos «animan» a todas las cosas; los budistas, que emplean toda clase de ritos para que los espíritus malos no se les acerquen; los musulmanes, que creen en Alá pero también creen en el diablo.1
    Un hombre santo es un arma poderosa en las manos de Dios.

    La Biblia afirma que existen dos adversarios más para el cristiano: la carne y el mundo. La tesis de este libro es que nuestro enemigo, el diablo, busca oportunidades para tentar, dividir, hacer fracasar y desviar al cristiano empleando sus aliados la carne y el mundo.2 De los tres (el diablo, la carne y el mundo) Dios en la Biblia primordialmente se centra en la batalla con la carne –el corazón humano y su vulnerabilidad al pecado.
    Es notable cómo Pablo vincula el mundo y el diablo en Efesios 2:1–2: En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, en los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia.
    De igual manera podemos ver al diablo y la carne vinculados en varios pasajes como: Ésa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica (Stg. 3:15). Si el cristiano dejara de amar al mundo y crucificara la carne, el diablo no encontraría tanto terreno fértil para sus maquinaciones. El interés primordial del enemigo es atacar a fin de derrotar al cristiano. El creyente representa una amenaza para la solidaridad del reino de las tinieblas. Podríamos imaginar el cambio en este mundo si diariamente cada cristiano se vistiera de toda la armadura de Dios y resistiera a Satanás venciendo a las tentaciones y a sus aliados: el mundo y la carne. Como dijo Roberto Murray M’Cheyne:3 «De acuerdo a tu santidad así será tu éxito... Un hombre santo es un arma poderosa en las manos de Dios».
    Por otro lado, una vez que admitimos que estamos en batalla contra fuerzas opositoras, podemos valernos de la promesa de Santiago de que el diablo huirá del cristiano si éste resiste (4:7). Todo verdadero creyente en Cristo desea resistir al diablo. Sin embargo, sería difícil creer la promesa de que huirá si le asignamos demasiado poder a Satanás. Esta promesa de Santiago no será útil si estimamos que el enemigo es de carne y hueso. No nos valdremos de esta promesa si rebajamos al diablo a la categoría de una fábula.
    Es válido preguntar: ¿Cómo me preparo para la guerra espiritual? ¿Qué hago para resistir? ¿Estoy resistiendo cuando los hermanos en la iglesia me imponen sus manos o me ungen con aceite? ¿Acaso la guerra espiritual consiste en atar al hombre fuerte?4 ¿Estoy resistiendo al repetir ciertas frases como «la sangre de Cristo» o «en el nombre de Cristo»? Resistir ¿es algo que ocurre en un momento, o más bien es un estilo de vida que requiere preparación espiritual? Para contestar estas inquietudes y llegar a conclusiones acertadas, es preciso satisfacer una de las leyes fundamentales de la ciencia de la interpretación bíblica:5 estudiar el contexto del versículo o pasaje bíblico.6
    Las dos veces que hallamos el concepto de «resistir al diablo» en la Biblia, se encuentra en un contexto más amplio que el mero resistir, e incluye tanto preparación como seguimiento. En Efesios 6:10–20, el texto clásico que instruye al guerrero cristiano en cuanto a su armadura divina, Pablo insiste en que el creyente necesita preparación espiritual antes de comenzar la lucha para poder estar firme contra las insidias [trampas] del diablo (6:11 BLA); resistir en el día malo (6:13 BLA, RV), apagar todas las flechas encendidas del maligno (6:16). Los tres grandes escritores (Pablo, Pedro y Santiago) experimentados en la lucha contra Satanás declaran que resistir es un proceso que no sucede sin los debidos preparativos espirituales. Por lo tanto estudiaremos los contextos de 1 Pedro 5:7; Santiago 4:6 y Efesios 6:10–18 para saber cómo equiparnos para poder resistir en el día malo.
    El soldado precisa: saber dónde está el campo de batalla; conocer a su enemigo; saber cuáles son las armas que tiene a su disposición; conocer las tácticas de cómo combatir y entrenarse.
    Mirón, Jaime: ¿Estoy Preparado Para La Guerra Espiritual? : Mirón, Jaime. Miami, Florida : Editorial Unilit, 2001, S. 10

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