La Ley que fue clavada en la cruz. Parte 1
1. Introducción
¿Realmente fue abolida la ley de Dios en la cruz?
¿Qué ley moral y espiritual ha regido siempre a todos los gentiles, los que no son judíos?
A qué se refiere la Sagrada Escritura cuando habla de la ley y a quién fue dada.
-Qué ley o leyes fueron clavadas en la cruz de Cristo, y, por tanto, abolidas?
Para ello vamos a presentar textos bíblicos y argumentos que intentarán demostrar que los cristianos no nos regimos por la ley de las tablas de piedra del AT sino “...por la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús que me ha librado del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:2).
(Santiago 4:17: “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.”)
Gálatas 3:10-14: 10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición, porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero 14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
El mandamiento de reposar el sábado consistía en abstenerse absolutamente de todo tipo de trabajo secular durante las veinticuatro horas de ese día, el séptimo de la semana (Éxodo 20:8-11; 35:2,3; 31:12-17; Deuteronomio 5:12-15). Con la particularidad que el inicio y fin de ese día, iba variando a lo largo de todo el año, ajustándose a la luz solar, pues debía regirse en todo por lo que la santa Biblia establece para los límites de los días.
Por tanto, el reposo “absoluto” que era exigido, debía empezar inexorablemente a la puesta de sol del viernes y terminar a la misma hora el sábado de tarde, ni un minuto antes ni después.
Éxodo 35:2,3: “Seis días se trabajará, más el día séptimo os será santo, día de reposo para Jehová; cualquiera que en él hiciere trabajo alguno, morirá. 3 No encenderéis fuego en ninguna de vuestras moradas en el día de reposo.”
Asuntos seculares como vender o comprar, preparar las comidas o hacer fuego, viajar, etc., de acuerdo a la ley de Dios del Antiguo Testamento estaban totalmente prohibidos durante todas las horas del sábado.
Números 15:32-35: “Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo. 33 Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación; 34 y lo pusieron en la cárcel, porque no estaba declarado qué se le había de hacer. 35 Y Jehová dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento. 36 Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés.”
Se tendría que tomar muy en serio el mandamiento de cumplir el reposo sabático de acuerdo a las enseñanzas del Antiguo Testamento, que yo sepa, nunca han obedeció a Dios los que creen guardar el sábado hasta el extremo de apedrear a nadie por el mero hecho de no guardar ese día de reposo.
Para algunos, la ley del AT de las tablas de piedra es el centro de su predicación, a la que todos debían estar muy atento y mirarse en ella como en un espejo, a fin de detectar si su conducta era de acuerdo a la voluntad de Dios.
En cuanto al cuarto mandamiento, acuérdate del día de reposo, sábado, para santificarlo, hay que reconocer que no lo cumplen de manera perfecta, aun siendo uno de los principales mandamientos.
Con respecto a la segunda tabla de la ley, la que se refiere al prójimo.
Lo que Santiago echaba por el suelo: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.” (Santiago 2:10). Cuantos fueran culpables, al menos, por no respetar el sábado como era preceptivo hacerlo según la ley del AT.
3. El reposo de Dios del séptimo día de la creación
Algunos creen haber encontrado la prueba bíblica infalible de la vigencia de guardar el reposo sabático, que ordena el cuarto mandamiento de la ley de las tablas de piedra del Sinaí (Éxodo 20:8-11; Deut. 5:12-15), en los versículos 2 y 3, del capítulo 2 del libro de Génesis.
Alegan que este es un mandamiento universal que fue dado en el principio del mundo, que, por tanto, afectaría a toda la Humanidad, y no sólo al pueblo de Israel. Sin embargo, la citada ley del Sinaí fue promulgada unos dos mil quinientos años después de la creación, y vinculaba solo al pueblo judío.
Génesis 2:2,3: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 3) Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.”
El cuarto mandamiento de la ley del Sinaí lo encontramos expuesto en dos libros distintos de la ley. El Decálogo aparece primero en Éxodo 20:8-11, cuando Moisés se presenta ante Dios en el monte Sinaí.
El mandamiento del reposo sabático es recordado en Deuteronomio 5:12-15, pero en esta ocasión las razones que se dan para que el pueblo los guarde son: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo.”. Claramente diferentes a las dadas en Éxodo 20:11: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.”
Primera versión del cuarto mandamiento sobre reposar el sábado
Éxodo 20:8-11: “8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo. 9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
Segunda versión del cuarto mandamiento (Deuteronomio 5:12-15)
Deuteronomio 5: 12-15: 12“Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado. 13 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 14 más el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú. 15 Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo.”
La cuestión que nos planteamos es la siguiente: ¿Promulgó Dios un mandamiento para toda la Humanidad, en el momento cuando acabó la creación del mundo y bendijo y santificó el séptimo día de la semana?
¿Quiso Dios, verdaderamente que todos los seres humanos se abstuvieran de realizar toda obra secular en ese día, a la manera que más tarde fue legislado para dicho día para el pueblo de Israel?
Realmente no encontramos que Dios al bendecir y santificar ese día esté ordenando a los seres humanos que obligatoriamente tienen que reposar las veinticuatro horas de ese día, de puesta de sol a puesta de sol. No hay legislación ni mandato alguno a los seres humanos en ese acto de bendecir y santificar el séptimo día. Como ya hemos visto la promulgación de la ley ocurrió, varios miles de años después, hacia el año 1450 a.C. No se ha registrado en la Santa Biblia que los antediluvianos y los patriarcas desde Abraham hasta Moisés guardaran el reposo del séptimo día. Además santificar un día a la semana no corresponde a ningún mandamiento de la ley moral natural, o al sentido del bien y del mal que poseemos los seres humanos.
Aunque está claro que en este texto de Génesis 2:2,3 no hay mandamiento alguno de parte de Dios para que la Humanidad guarde este día de reposo, no cabe duda que Dios nos está tratando de enseñar algo con su ejemplo. Quizá, para darnos una pauta para el uso inteligente, adecuado y beneficioso del tiempo, puesto que el Creador conoce lo que más conviene a su criatura.
El día séptimo es distinguido con una bendición que los otros seis días de la semana no reciben. Además, dicho día séptimo es santificado.
¿Qué significa santificado? Santificar es poner aparte para uso sagrado, es decir para un uso no profano. Sin embargo, la Biblia no habla más del séptimo día hasta Éxodo 16:4-32, donde, con el episodio del Maná, Dios, les prepara para la obediencia del reposo sabático. Y esto sucedió antes de dar a su pueblo Israel en el Sinaí sus leyes. Por tanto, por esta razón y por otras que aportaremos más tarde, deducimos que los patriarcas, Noé, Abraham, Isaac, etc., no tenían este mandamiento.
La razón que se da, para bendecir y santificar el día séptimo, es “porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.”. Parece como si Dios quisiera que hiciéramos nosotros lo mismo después de seis duros días de trabajo, a la vez que, la celebración del descanso en ese día séptimo de la semana, sirviese para que no olvidásemos que Él es el Creador.
Dios hace toda su obra creadora, distribuyéndola en seis días, como para darnos ejemplo, de cuál debe ser la duración del ciclo semanal de trabajo para los seres humanos. Luego descansa en el séptimo día para mostrarnos con su ejemplo que es bueno que le imitemos, descansando de nuestras labores diarias un día de cada siete. Si así lo hacemos, ese tiempo del séptimo día es bendecido y santificado por Dios. Sin embargo, el descanso de Dios en el séptimo día de su creación, no se limita a ese día séptimo de “mañana y tarde” o sea de veinticuatro horas, que para nosotros, irremisiblemente, se repite cada semana, después de seis duros días de trabajo.
El tiempo cuenta para los seres humanos, pero no para Dios porque es eterno e infinito. Él, que por definición, no puede cansarse, no obstante, hace distinción entre el tiempo ocupado en su labor creadora, y el dedicado al descanso u otra actividad distinta a la citada. En mi opinión, con el único fin de enseñarnos con su ejemplo, lo más beneficioso para nosotros.
Descansar un día a la semana, ya sea el séptimo u otro cualquiera, sin duda, puede ser beneficioso para la salud física, psíquica y espiritual, siempre que se respeten estas tres manifestaciones del ser humano, pero esto no tiene nada que ver con el cuarto mandamiento de reposar el sábado, dado sólo al pueblo de Israel.
No ponemos en duda que descansar un día de cada siete es conveniente para la salud física, psíquica y espiritual de los seres humanos, especialmente cuando ese día de descanso se utilice para realizar actividades distintas del resto de la semana, y que contemplen, además del descanso físico y psíquico, una dedicación especial a hacer el bien al prójimo, y a crecer en el amor a Dios y a nuestros semejantes. Sin embargo, lo que debatimos aquí es si en el Nuevo Pacto, todavía sigue vigente el cuarto mandamiento de la ley de Dios que exige el descanso del sábado, o de un día a la semana, y que su transgresión fuera equiparable a la de cualquier otro de la ley de Dios.
La ley del Sinaí o de los Diez Mandamientos, es la base del Antiguo Pacto, y forma parte del sistema de leyes llamado la Torá, que conforma el Pentateuco. Este Pacto está vinculado únicamente con el pueblo de Israel antiguo. Esto quiere decir que jamás los llamados gentiles, y luego los cristianos nada tuvieron que ver con el citado Pacto.
Jesús, aun estando bajo las leyes del Antiguo Pacto, lo que implicaba que seguía vigente todo el reglamento ritual para la observación del sábado, no tuvo reparos, dada su autoridad como Señor del sábado (Marcos 2:27,28; Mateo 12:8; Lucas 6:5), en comenzar a quitar al reposo sabático toda la carga ritual que poseía, pues Él tenía que preparar al pueblo para su gradual desaparición como mandamiento (Marcos 2:23-26; Mateo 12:1-8; Lucas 6:1-5).
El reposo sabático, pues, dejaría de tener vigencia a la entrada del Nuevo Pacto, cuando se consumara su muerte expiatoria en la cruz. En ese momento el reposo sabático, que prefiguraba el descanso de todas nuestras obras y en la salvación sólo por los méritos y obra de Cristo, deja de tener sentido (Colosenses 2:14,16,17; Gálatas 4:9-11) . Y de ahí en adelante, se obtiene el reposo, observando el primer día a la semana, y depositando nuestra confianza en el Salvador (Hebreos 4:4-9). Por eso Jesús afirma que su “...Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo... (Juan 5:17; Mateo 12:1-, siendo acusado por los judíos de quebrantar el sábado. Deducimos, pues, de estos textos, que Jesús ha empezado a quitar al reposo sabático toda la carga ritual de prohibiciones que existían en el A.T.
A continuación transcribimos los textos que se relacionan con esta cuestión, y observaremos que Jesús no confirma el reposo del séptimo día como un mandamiento, como estaba legislado en el Antiguo Pacto. Por el contrario, él se limita a ratificar la bondad del reposo sabático para los seres humanos, pero, en ningún caso, establece el “shabbat” como una obligación para todo creyente.
El mandamiento de reposar el sábado era sombra de la salvación en Cristo
Colosenses 2:14-17: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. 16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”
San Pablo amonesta a los Gálatas por querer seguir guardando los días de descanso, no sólo las fiestas solemnes anuales que también son ley de Dios sino el reposo del séptimo día de la semana, en cuanto mandamiento que deja tener vigencia en Cristo.
Gálatas 4:9-11: “más ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.”
Jesús desmitifica el reposo sabático quitándole el aspecto de ritual sagrado de reposo. Los judíos que le observaban juzgaron que el quebrantaba el reposo sabático (Juan 5:18). Él declara que tiene toda la autoridad y es Señor del sábado. Por eso, lo pone en su justo lugar, como un día de descanso hecho para el hombre, para su beneficio, pero le quita toda la carga de mandamiento de la ley del Sinaí.
Juan 5: 16-18: “16 Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17 Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. 18 Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
Mateo 12: 5-8: “5 ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? 6 Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. 7 Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; 8 porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.”
Marcos 2:27-28: “27 También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. 28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
Lucas 6:5: “5 Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
En los textos citados arriba, además de recalcar la autoridad de Jesús sobre el sábado, como no podía ser de otra forma, puesto que Él mismo es Dios, “...todo fue creado por medio de Él y para Él” (Colosenses 1:16), también nos expresan que “el día de reposo fue hecho por causa del hombre” (Marcos 2:27). ¿Qué quiere decir esto? No parece muy difícil deducirlo: Para los seres humanos es bueno reposar de las obras de los días de trabajo, al menos, un día de cada siete, y recordar que Dios es el Creador.
La Biblia de Jerusalén, 1998, traduce Marcos 2:27-28: Y Jesús les dijo: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado”, 28) De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.”.
¿Es, pues, una institución divina el sábado, y “debemos” reposar en él para seguir su ejemplo? Aunque, literalmente, la Cristiandad no reposa en sábado, sino en domingo, excepto unas pocas denominaciones cristianas que consideran el sábado o séptimo día de la semana como un mandamiento de la ley de Dios.
En mi opinión, de esos textos tampoco podemos deducir ningún mandamiento para reposar en sábado. Quizá, sólo que el reposo del sábado fue necesario para el hombre y cumplió su misión de prefigurar el descanso de todas nuestras obras en Cristo, incluso, en el sentido, que reposar un día de cada siete es muy conveniente para la salud física, psíquica y espiritual, esto último siempre que el tiempo se dedique a Dios con fe, y a hacer el bien al prójimo.
Sin embargo, Cristo nos dice (Mateo 11: 28-30). 28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas;(30) porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Luego nuestro reposo no está en observar un determinado día, ya sea sábado o domingo sino en confiar en Jesús y en la salvación obtenida por Él, en el Calvario.
¿Qué simboliza el reposo de Dios del séptimo día de la creación según la carta a los Hebreos?
Hasta hora, creo que hemos sido honestos, basándonos en nuestro entendimiento, tratando de interpretar el propósito que tuvo Dios para bendecir y santificar el séptimo día. Por ello, presentamos argumentos, como los beneficios físicos, psíquicos y espirituales que creemos que nos reportaría seguir su ejemplo, aunque nunca como un mandamiento. Sin embargo, el libro de Hebreos descubre y nos revela un aspecto respecto al reposo de Dios en el séptimo día que nunca hubiéramos podido imaginar, sino hubiese sido revelado en Su Palabra.
Observemos, que todos los días de la creación, excepto el séptimo llevan la coletilla: “y fue la tarde y la mañana el día...”. Es como si Dios nos quisiera decir, que Él, acabada su creación en el tiempo, entra en su descanso, el cual no se limita sólo a ese día séptimo de veinticuatro horas sino que se extiende a la eternidad, gozando de los frutos de su creación.
¿Cuál es el reposo de Dios que no pudo alcanzar Israel y que se nos insta a que entremos nosotros?
¿Es la Tierra prometida, la nueva Jerusalén, el Paraíso, o simplemente significa creer en Jesús como nuestro salvador personal, o ambas cosas a la vez?
¿Qué dice la Biblia al respecto?
Hebreos 3:7, 8, 11-19:
“7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 11 Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, 15 entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. 16 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? 17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
Hebreos 4:1-3 “1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. 3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: “Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.
Entrar en el reposo de Dios es sinónimo a entrar en la salvación que viene por oír con fe el evangelio, la buena nueva de la palabra de Dios. Por eso el autor de la carta a los Hebreos afirma: “Pero los que hemos creído entramos en el reposo”.
Luego entrar en el reposo o descanso de Dios no consiste en observar “el shabbat”, o en reposar o descansar de nuestro trabajo diario un determinado día a la semana, sino en creer y obedecer “la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación” Efesios 1:13,14. Pero sigamos los razonamientos de Hebreos 4:4-11
Hebreos 4:4-11: “Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. 5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. 6 Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, 7 otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones. 8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. 9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. 11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.”
Hebreos 4:4 es un texto clave, porque relaciona claramente el reposo de Dios de todas sus obras en el séptimo día con el que experimentan los creyentes cuando entran en ese reposo que ha inaugurado Jesucristo “mediante la ofrenda de su cuerpo hecha una vez para siempre.” (Hebreos 10:10). “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:14). “Este es el pacto que haré con ellos... (Hebreos 10:16-17). 17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.”
Ahora tenemos libre acceso para entrar al “Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.” (Hebreos 10:19). Ha sido abierto, pues, “el camino nuevo y vivo” a través de su sacrificio expiatorio (Hebreos 10:20). El Padre “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, (Colosenses 1:13, 14).14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
Pablo declara que desde el momento que depositamos nuestra confianza en la redención de nuestros pecados efectuada por Jesucristo, somos trasladados al reino de su amado Hijo. Utiliza el participio pasado del verbo, indicando que es algo ya conseguido, alcanzado en el pasado. Por tanto, cuando creímos, y depositamos nuestra confianza en Cristo como nuestro Salvador, fuimos trasladados a su reino. Si somos capaces de creerlo, esto es lo que significa entrar en el reposo del séptimo día de Dios, obtenido gracias a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.
Al Creador se le honra amándole, es decir obedeciendo sus buenas nuevas o sea el N.T de salvación, y amando al prójimo como a uno mismo.
Guardar el sábado, como si fuera un mandamiento de Dios es un legalismo inútil, y en sí mismo no honra al Creador, sino va acompañado de verdadero amor al prójimo.
Sin embargo, nadie debería ser esclavo del sábado, tratando de seguir el reglamento del AT, y estando pendiente de los límites variables del mismo que imponen las distintas estaciones astronómicas. Cristo dijo que la verdad nos haría libres (Juan 8:31-32) (Gál. 2:16-21).
Gálatas 5:1: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo del esclavitud.”
Gálatas 3:2-5: “Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. 5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?”
¿Qué ley moral ha regido siempre para todos los gentiles, los no judíos?
¿Estuvo la Humanidad sin ley hasta que fue promulgada por Dios en el Sinaí hacia el 1450 a. C.?
El apóstol San Pablo declara: “Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa pecado.” (Romanos 5:13).
¿Con qué ley moral se rigen los millones de personas de todas las épocas que no han pertenecido al pueblo judío, ni tienen nada que ver con él?
Todo el mundo tiene dentro de sí un sentido moral, un conocimiento de lo que es bueno y malo, una conciencia que le indica que no debe robar, matar, mentir, ni hacer daño a nadie. Esto, sin duda, es la ley natural que todos llevamos escrita en nuestros corazones (Romanos 2:15). Sin embargo, está conciencia se cauteriza y se endurece a fuerza de repetir las malas acciones, hasta llegar un momento en que ya no nos remuerde cuando obramos mal. Por tanto, somos responsables de ese endurecimiento, y de no hacer lo bueno: “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” (Santiago 4:17).
Romanos 2:5-11: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; 9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, 10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; 11 porque no hay acepción de personas para con Dios.
Romanos 2:12-16: “12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.”
Pablo afirma claramente (Romanos 2:14,15). Que los gentiles “que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,
Por eso dice San Pablo que antes de la ley escrita en tablas de piedra, había pecado, pero no por esa ley, porque todavía no se había promulgado, y por tanto no existía, sino por la ley que todos llevamos escrita en nuestros corazones, que nos hace discernir entre lo que está bien de lo que está mal, la cual, cuando la transgredimos nos inculpa de pecado, y nos remuerde la conciencia. Inferimos, pues, que no existió ley escrita hasta que se promulgó en el Sinaí y ésta fue dada exclusivamente para el pueblo de Israel como base del pacto, pero nunca vinculaba a los gentiles que siguieron bajo la ley de sus conciencias.
No obstante, los que guardan o exigen guardar el sábado siguen sosteniendo que algún tipo de ley escrita tuvo que haber, puesto que Dios testificó que“...oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.” (Génesis 26:5).
Génesis 26:4,5: “Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, 5 por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.”
¿Qué precepto, mandamientos, estatutos y leyes recibió Abraham de Dios?
La Sagrada Escritura no lo revela, por tanto, nadie debería afirmar que se trata de la ley del Sinaí. Sin embargo, de lo que registra Génesis, podemos deducir cuáles era esos mandamientos, estatutos y leyes. Observemos, pues, los actos y la conducta de Abraham. Él edificó altares a Jehová (Génesis 12:7,, dio los diezmos de todo a Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo (Génesis 14:18-20), y lo más importante de todo, Dios hizo pacto con él, y le dio la circuncisión como señal del pacto y de pertenencia al pueblo de Dios. El libro de Génesis no registra que Dios entregase a Abraham otros mandamientos que los citados.
Más tarde, cuando Dios renueva el pacto con Moisés, la circuncisión sigue siendo la marca física que simboliza la pertenencia al pueblo elegido, pero ya no es señal del pacto. Ya no se trata del pacto basado en la fe de Abraham sino el pacto basado en la ley. Dios, les da una nueva señal, que resulta ser, el guardar el día sábado del cuarto mandamiento de la ley (Éxodo 31:12-17). Ambas señales, la circuncisión y el guardar el sábado son proclamadas por Dios como pacto perpetuo, para siempre (Génesis 17:13; Éxodo 31:16,17). Como todos sabemos la circuncisión fue abolida en el Nuevo Pacto (Gálatas 2:3,4; 5:1-6; Hechos 15:1,5;11, 20, 24, 28,29).
¿Por qué si la señal de la circuncisión acabó con el Antiguo Pacto, la señal del sábado tiene que perdurar, si ya no estamos en ese Pacto Antiguo, ni nunca hemos estado?
La circuncisión: la señal del pacto con Abraham
Génesis 17:1-8: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. 2 Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. 3 Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: 4 He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. 5 Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. 6 Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. 7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.
Génesis 17:9-14: "Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. 10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. 11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. 13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. 14 Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.
El reposo del sábado: la señal del pacto con Moisés.
Éxodo 31:12-17: “Habló además Jehová a Moisés, diciendo: 13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. 14 Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. 15 Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. 16 Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. 17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó.”
Resumimos, por tanto, que cuando Dios, en la creación, bendijo y santificó el séptimo día no estableció ninguna ley de reposar en ese día. Esa ley vino al menos dos mil quinientos años más tarde, y fue dada exclusivamente para el pueblo judío, como señal del Pacto Antiguo. La ley escrita en tablas de piedra, recuerda y recoge los grandes principios morales naturales, pero adaptándolos a las necesidades del pueblo judío, hasta que Cristo muriera en la cruz (Efesios 2:15; Gálatas 3:19).
Cristo desarrolla y revela el alcance espiritual de la ley (Mateo 5:17-48). La cual ya no basta cumplir de forma exterior como en el A.T, sino con el corazón y los pensamientos (Mateo 5:46-48). Es necesario amar a los demás, incluso a los enemigos, no es suficiente con no hacerles daño. A diferencia de la ley de Cristo y la ley moral natural que son eternas, no lo es la ley escrita en tablas de piedra; y puesto que los cristianos no estamos vinculados al Antiguo Pacto, sólo nos obliga el Nuevo Testamento y allí no se prueba la vigencia del descanso sabático sino todo lo contrario (Gálatas 4:9-11; Colosenses 2:14-17). El reposo sabático es una sombra de la salvación en Cristo (Hebreos 3:7; 4:1-11). Es, pues, un mandamiento ceremonial que se cumple en Cristo.
5. A qué se refiere la Sagrada Escritura cuando habla de la ley.
El Decálogo, los diez mandamientos dados por Dios a Moisés en dos tablas de piedra, es parte indivisible e inseparable del resto de la Revelación que Moisés recibió de Dios, la Torá o Pentateuco. Los cinco primeros libros del A.T, que se atribuyen a Moisés su autoría, componen el Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. A través de todo el AT son conocidos simplemente como la ley o la Torá para los judíos, o la ley de Moisés. Ella es el corazón del A.T. Por eso, Jesucristo y los judíos de su tiempo, para referirse al Antiguo Testamento (A.T), hablaban de la ley y los profetas (Mateo 5:17; Lucas 16:16).
Mateo 5:17: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.” (Biblia de Jerusalén, 1998).
Lucas 16:16,17: “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él, (17) Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.”
Las Sagradas Escrituras no hacen distinción entre ley moral y ley ceremonial o ritual. No hay, pues, dos leyes sino una sola: la Ley que abarca el contenido del Pentateuco. No podemos afirmar, por tanto, que lo que está abolido es la ley ritual o ceremonial y no la ley moral, porque toda la Torá es una ley moral. Un error que usualmente se comete, especialmente por los que guardan el sabado, consiste en identificar, la palabra “ley” que tantas veces aparece en la Santa Biblia, con la ley de los diez mandamientos del Sinaí, la de las tablas de piedra, cuando, en realidad, la mayoría de las veces, se está refiriendo al todo, no sólo a una parte sino al conjunto, al libro de la ley (la Torá).
Los lectores, si desean mayor confirmación o profundizar más, pueden comparar los dos ejemplos referidos arriba, en los que es el propio Jesucristo el que cita el Antiguo Testamento como la ley y los profetas, con los siguientes textos, que no transcribimos por no hacer demasiado extenso este estudio: Mateo 7:12; 11:13; 12:5; 22:36,40; 23:23; Lucas 2:22,23,24,27,39.
Evidentemente en los textos transcritos, Jesucristo no se está refiriendo al Decálogo, sino a la totalidad de la ley, que como hemos visto abarca todo el Pentateuco. Además, en este texto de Lucas 16:16, se nos está diciendo que la ley y los profetas, es decir, prácticamente todo el AT, tendrían vigencia hasta Juan, pues a partir de entonces ya no se predicaría la ley sino el reino de Dios. Jesucristo vino a cumplir todo lo que prefiguraba el AT, por eso dice que más fácil es que pasen el cielo y la tierra a que se frustre una tilde de la ley, porque Él, sin duda cumplió absolutamente todo lo que la ley y los profetas dicen que haría el Mesías.
Lucas 24:44-49: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; 46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.”
Cuando la Escritura habla de la ley en general, no se refiere usualmente a una de las leyes que la componen como es la ley de las tablas de piedra, sino a la totalidad de la ley, o sea la Torá entera, el Pentateuco. La ley es, pues, un conjunto inseparable, compuesto de muchas y distintas leyes, como son, por ejemplo: leyes sobre los esclavos (Éxodo 21:1-11), leyes sobre actos de violencia ((Éxodo 21:12-25), entre la que se encuentra la conocida como ley de Talión: “Más si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, (24) ojo por ojo, diente por diente... etc.” (Éxodo 21:23-24). Leyes sobre responsabilidades de amos y criados ((Éxodo 21:26-36), Leyes sobre la restitución (Éxodo 22:1-15), Leyes humanitarias (Éxodo 22:16-31; 23:1-13), de las que destacamos “seis días trabajarás, y al séptimo reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero.” (Éxodo 23:12), la ley del holocausto (Levítico 6:9), de la ofrenda, del sacrificio expiatorio, del sacrificio por la culpa, leyes sobre la guerra, etc., etc. No se puede abolir unas leyes y dejar otras, pues todas ellas forman el conjunto llamado “la ley” que conforma el Antiguo Pacto.
¿A qué único pueblo sobre la Tierra dio Dios la ley como base del Antiguo Pacto?
O expresado de otra forma: ¿Qué pueblo hizo pacto con Dios y se comprometió a guardar la ley como base del mismo?
Éxodo 24:3,7,8 3“Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho....7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. 8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas. (Deuteronomio 4:13):
La ley fue dada exclusivamente para el pueblo judío (Deuteronomio 5:1-33; Levítico 26:46): “Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. 3 No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos.” (Deuteronomio 5:2,3). Ningún pueblo gentil estaba obligado a cumplir esta ley. Ellos se regían por la ley moral natural que estaba escrita en sus conciencias.
Levítico 26:46: “Estos son los estatutos, ordenanzas y leyes que estableció Jehová entre sí y los hijos de Israel en el monte de Sinaí por mano de Moisés.”
La ley dada en dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios (Éxodo 31:18) es el corazón y la base del Antiguo Pacto, donde se sintetizaban las palabras del pacto al que los israelitas decidieron adherirse, prometiendo obedecer todos los mandamientos contenidos en las mismas (Éxodo 24:3,7). No en vano son llamadas y conocidas por todo el pueblo judío como las tablas del testimonio (Éxodo 31:18; 32:15), las tablas del pacto (Deuteronomio 9:9; 9:11; 9:15; Hebreos 9:4) o las palabras del pacto (Éxodo 34:28). Nunca los gentiles tuvieron nada que ver con las mismas (Romanos 2:14-16; 2ª Corintios 3:3-18):
Romanos 2:14-16: “14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.” .
La ley de Moisés, la ley de Jehová, la ley de Dios, la ley del Señor son términos que se usan indistintamente para designar la ley del Antiguo Pacto, y se refieren a la misma ley, toda la ley o una parte de ella.
A lo largo de la Sagrada Escritura encontramos multitud de textos que citan la ley de alguna de las maneras expresadas arriba refiriéndose en todos los casos a la totalidad de la revelación que Dios dio a Moisés, o bien, a una parte de la misma. El libro de la ley que redactó Moisés, contiene todos los estatutos, mandamientos y leyes que Dios le dio, y que el pueblo estaba obligado a obedecer y guardar. Vamos a ver unos ejemplos:
Malaquías 4:4, Hechos 13:39; 15:5,10,19-21,24, 28,29: “Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.”
1ª Reyes 2:3: “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas;”
2ª Crónicas 31:3: “3 El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehová.”
Lucas 2:21-24, 27-28,39: “Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. 22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor 23 (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), 24 y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos....27 Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: 39 Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.”
Como hemos podido comprobar la ley de Moisés es la ley de Jehová y viceversa. No hay diferencia. Se trata de la misma ley, y se refiere no sólo a los diez mandamientos de las tablas de piedra sino a toda la ley del Pentateuco.
Lo que acabamos de decir es aplicable al libro de la ley de Jehová, o libro de la ley de Dios o libro de la ley de Moisés. También es llamado el libro del pacto. En todos los casos se trata del mismo libro y de la misma ley y se usa indistintamente, de una forma u otra.
El libro del pacto = libro de la ley de Jehová = libro de la ley de Dios = Libro de la ley de Moisés = libro de la ley = La ley = el Pentateuco:
2 Crónicas 17:9: “Y enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la Ley de Jehová, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo.”
Éxodo 24:7,8: “7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. 8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.”
Deuteronomio 28:58,59: “Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: Jehová tu Dios, 59 entonces Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia, plagas grandes y permanentes, y enfermedades malignas y duraderas;”
Deuteronomio 30:10: “cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.”
Deuteronomio 31:24-26: “24 Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse, 25 dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: 26 Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.”
Josué 8:31-32: “31 como Moisés siervo de Jehová lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz. 32 También escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel.”
2 Reyes 14:6: “6 Pero no mató a los hijos de los que le dieron muerte, conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde Jehová mandó diciendo: No matarán a los padres por los hijos, ni a los hijos por los padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado.”
2 Crónicas 34:14: “Y al sacar el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, el sacerdote Hilcías halló el libro de la ley de Jehová dada por medio de Moisés.”
Nehemías 8:8: “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.”
Creo que con esos pocos ejemplos hemos comprobado que, independientemente que la Santa Biblia denomine libro de la ley de Moisés o libro de la ley de Dios, siempre se está refiriendo a la misma ley del Antiguo Testamento que Dios reveló a Moisés en el Sinaí. No obstante, si el lector lo desea, puede encontrar muchas más pruebas de lo que afirmamos, en los siguientes textos: Éxodo 13:9; Números 19:2;31:21; Deuteronomio 4:44; 30:10; 31:9,12,26; Josué 1:7,8; 8:31,32,34; 22:5; 23:6; 24:26; 1 Reyes 2:3; 2 Reyes 14:6; 21:8; 22:8; 1 Crónicas 22:12; 2 Crónicas 12:1; 17:9; 23:18; 30:16; 31:3,4; 33:8; 34:14; 35:26; Esdras 3:2; 7:6,10,12,14,21,25,26; Nehemías 8:1-3,8,14,18; 9:3,13,14; 10:29.
¿Dónde se colocaron las tablas y el libro del pacto?
Las dos tablas del pacto se colocaron dentro del arca del testimonio o del pacto (Éxodo 25:10-22; Deuteronomio 10:5; 31:26; Hebreos 9:4), y el libro de la ley o del pacto se colocó al lado del arca: “Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.” (Deuteronomio 31:26). No obstante, ya hemos visto que todas las leyes estaban incluidas en el libro del pacto o libro de la ley de Dios.
¿Por qué las tablas de la ley se colocan dentro del arca y el libro de la ley al lado de la misma?
¿Fue el propósito de Dios expresarnos de esta manera que los diez principios morales de las dos tablas son eternos, y los estatutos y leyes contenidos en el libro de la ley son efímeros y caducos y sólo válidos hasta que Cristo viniese y los aboliera con su muerte en la cruz?
En mi opinión, las tablas de la ley de Dios se colocaron, separadamente del libro de la ley de Dios, dentro del arca de la alianza, porque representaban la síntesis del pacto, donde se condensaban los principios morales de los que dependía toda la ley, como así lo testifica el propio Jesucristo (Mateo 7:12; 22:33-40).
Mateo 7:12: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
Mateo 22:34-40: “Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.”
Los principios que contienen la ley moral de Dios son inmutables y eternos, y éstos, ratificados por Jesús, se encuentran en el libro de la ley de Moisés, precisamente fuera de las tablas de la ley (Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18). Por tanto, han regido, rigen y regirán por la eternidad.
6. ¿Qué ley fue clavada en la cruz de Cristo, y, por tanto, abolida?
Cuando Cristo murió en la cruz, cumpliendo toda la ley, y todo lo que el Antiguo Testamento decía de Él, no fue abolido ningún principio moral fundamental. Su muerte no invalida la ley sino que la confirma, como dice Pablo en Romanos 3:31. “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.” (Romanos 7:12).
La ley moral nos condena y nos da a conocer que somos pecadores (Romanos 3:20). Por eso dice Pablo (Romanos 3:9,10,23)....9 que todos están bajo pecado, 10, Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;....23) por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de DiosCristo tuvo que morir en nuestro lugar pagando el rescate por nuestra liberación de la condenación de la ley (Romanos 8:1-4), “porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.” (Romanos 8:3).
Romanos 5:20,21: “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. 21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.”.
¿Qué ley, pues, fue clavada en la cruz de Cristo, y, por consiguiente, abolida? (Colosenses 2:14; Efesios 2:15)
Colosenses 2:14: “14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,”
Efesios 2:15: “aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,”
¿Qué fue abolido en la cruz, todo el libro de la ley, la Torá, incluyendo las tablas del pacto? O ¿Sólo una parte, como afirman los adventistas, la llamada ley ceremonial o ritual aunque las Sagradas Escrituras sólo se refieran a la totalidad de la ley, y nunca pueden ser abolidas a discreción ciertas partes de la misma y dejar intactas otras, haciendo una selección artificiosa e inviable?
Si como afirman los que guardan el sábado, Cristo sólo abolió en la cruz la ley ceremonial, pero en ningún caso la ley moral que está sólo en las tablas según ellos, ¿Cómo clasificamos a los dos grandes mandamientos de los que depende toda la ley y los profetas (Palabras de Jesús en Mateo 22:40)? ¿Cómo ley moral o ritual, ya que se encuentran, fuera de las tablas de piedra, en los libros de Deuteronomio y Levítico?
Otra posibilidad que se me ocurre, es que podríamos recorrer el Pentateuco del principio al fin, y crear dos grupos de leyes, e ir colocando, a nuestro criterio, lo que nos parece ley moral a un lado, y la ceremonial al otro, para luego abolir estrictamente todo lo que tiene un cariz de ser ceremonial. ¿No les parecería esta solución un tanto artificiosa e imposible de llevar a la práctica sin transgredir las más elementales normas de interpretación bíblica?
Los mandamientos de Dios son todos morales. ¿Puede dar Dios algún mandamiento inmoral? Por tanto, la voluntad de Dios y sus leyes no se hallan exclusivamente en las tablas de la ley sino a lo largo de toda la Torá. Veamos unos ejemplos en Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18, comparándolos con lo que contestó Jesús a aquel intérprete de la ley, en Mateo 22:34-40:
Deuteronomio 6:5: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
Levítico 19:18: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.”
(Mateo 22: 37-40). Cuando aquel intérprete de la ley le preguntó a Jesucristo, para tentarle, “...diciendo: (36) Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? (37) Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (38) Este es el primero y grande mandamiento. (39) Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (40) De estos dos mandamientos depende la ley y los profetas”. Esto está en el libro de la ley de Moisés, o de Dios o de Jehová o del Señor, como se quiera, pues todo significa lo mismo. Puesto que lo único que les interesa a los adventistas es salvar las tablas de la ley, que están guardadas en el arca del pacto, porque ellas tienen el cuarto mandamiento de reposar el día del sábado, el libro de la ley de Moisés no importa que haya sido clavado en la cruz, pues de alguna manera ellos han sido capaces de salvar de la “quema” todo lo que había de moral en él, dejando, solo, por supuesto, lo que es ritual, y así todos contentos.
Si toda la ley y los profetas, es decir, casi todo el Antiguo Testamento, depende de estos dos grandes mandamientos que resumen la ley de Dios no podemos clavarlos en la cruz, ¿o sí? La cuestión es que, siendo Dios inmutable, necesariamente deben permanecer por toda la eternidad sus principios morales en los que se basa su carácter y su forma de gobernar a sus criaturas. Estos principios de amor estuvieron vigentes en el Antiguo Pacto, y lo están en el Nuevo Pacto, y por la eternidad. La exigencia de Dios al hombre siempre ha sido la misma, pero su revelación no se ha completado hasta Cristo.
1. Introducción
¿Realmente fue abolida la ley de Dios en la cruz?
¿Qué ley moral y espiritual ha regido siempre a todos los gentiles, los que no son judíos?
A qué se refiere la Sagrada Escritura cuando habla de la ley y a quién fue dada.
-Qué ley o leyes fueron clavadas en la cruz de Cristo, y, por tanto, abolidas?
Para ello vamos a presentar textos bíblicos y argumentos que intentarán demostrar que los cristianos no nos regimos por la ley de las tablas de piedra del AT sino “...por la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús que me ha librado del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:2).
(Santiago 4:17: “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.”)
Gálatas 3:10-14: 10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición, porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero 14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
El mandamiento de reposar el sábado consistía en abstenerse absolutamente de todo tipo de trabajo secular durante las veinticuatro horas de ese día, el séptimo de la semana (Éxodo 20:8-11; 35:2,3; 31:12-17; Deuteronomio 5:12-15). Con la particularidad que el inicio y fin de ese día, iba variando a lo largo de todo el año, ajustándose a la luz solar, pues debía regirse en todo por lo que la santa Biblia establece para los límites de los días.
Por tanto, el reposo “absoluto” que era exigido, debía empezar inexorablemente a la puesta de sol del viernes y terminar a la misma hora el sábado de tarde, ni un minuto antes ni después.
Éxodo 35:2,3: “Seis días se trabajará, más el día séptimo os será santo, día de reposo para Jehová; cualquiera que en él hiciere trabajo alguno, morirá. 3 No encenderéis fuego en ninguna de vuestras moradas en el día de reposo.”
Asuntos seculares como vender o comprar, preparar las comidas o hacer fuego, viajar, etc., de acuerdo a la ley de Dios del Antiguo Testamento estaban totalmente prohibidos durante todas las horas del sábado.
Números 15:32-35: “Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo. 33 Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación; 34 y lo pusieron en la cárcel, porque no estaba declarado qué se le había de hacer. 35 Y Jehová dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento. 36 Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés.”
Se tendría que tomar muy en serio el mandamiento de cumplir el reposo sabático de acuerdo a las enseñanzas del Antiguo Testamento, que yo sepa, nunca han obedeció a Dios los que creen guardar el sábado hasta el extremo de apedrear a nadie por el mero hecho de no guardar ese día de reposo.
Para algunos, la ley del AT de las tablas de piedra es el centro de su predicación, a la que todos debían estar muy atento y mirarse en ella como en un espejo, a fin de detectar si su conducta era de acuerdo a la voluntad de Dios.
En cuanto al cuarto mandamiento, acuérdate del día de reposo, sábado, para santificarlo, hay que reconocer que no lo cumplen de manera perfecta, aun siendo uno de los principales mandamientos.
Con respecto a la segunda tabla de la ley, la que se refiere al prójimo.
Lo que Santiago echaba por el suelo: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.” (Santiago 2:10). Cuantos fueran culpables, al menos, por no respetar el sábado como era preceptivo hacerlo según la ley del AT.
3. El reposo de Dios del séptimo día de la creación
Algunos creen haber encontrado la prueba bíblica infalible de la vigencia de guardar el reposo sabático, que ordena el cuarto mandamiento de la ley de las tablas de piedra del Sinaí (Éxodo 20:8-11; Deut. 5:12-15), en los versículos 2 y 3, del capítulo 2 del libro de Génesis.
Alegan que este es un mandamiento universal que fue dado en el principio del mundo, que, por tanto, afectaría a toda la Humanidad, y no sólo al pueblo de Israel. Sin embargo, la citada ley del Sinaí fue promulgada unos dos mil quinientos años después de la creación, y vinculaba solo al pueblo judío.
Génesis 2:2,3: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 3) Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.”
El cuarto mandamiento de la ley del Sinaí lo encontramos expuesto en dos libros distintos de la ley. El Decálogo aparece primero en Éxodo 20:8-11, cuando Moisés se presenta ante Dios en el monte Sinaí.
El mandamiento del reposo sabático es recordado en Deuteronomio 5:12-15, pero en esta ocasión las razones que se dan para que el pueblo los guarde son: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo.”. Claramente diferentes a las dadas en Éxodo 20:11: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.”
Primera versión del cuarto mandamiento sobre reposar el sábado
Éxodo 20:8-11: “8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo. 9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
Segunda versión del cuarto mandamiento (Deuteronomio 5:12-15)
Deuteronomio 5: 12-15: 12“Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado. 13 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 14 más el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú. 15 Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo.”
La cuestión que nos planteamos es la siguiente: ¿Promulgó Dios un mandamiento para toda la Humanidad, en el momento cuando acabó la creación del mundo y bendijo y santificó el séptimo día de la semana?
¿Quiso Dios, verdaderamente que todos los seres humanos se abstuvieran de realizar toda obra secular en ese día, a la manera que más tarde fue legislado para dicho día para el pueblo de Israel?
Realmente no encontramos que Dios al bendecir y santificar ese día esté ordenando a los seres humanos que obligatoriamente tienen que reposar las veinticuatro horas de ese día, de puesta de sol a puesta de sol. No hay legislación ni mandato alguno a los seres humanos en ese acto de bendecir y santificar el séptimo día. Como ya hemos visto la promulgación de la ley ocurrió, varios miles de años después, hacia el año 1450 a.C. No se ha registrado en la Santa Biblia que los antediluvianos y los patriarcas desde Abraham hasta Moisés guardaran el reposo del séptimo día. Además santificar un día a la semana no corresponde a ningún mandamiento de la ley moral natural, o al sentido del bien y del mal que poseemos los seres humanos.
Aunque está claro que en este texto de Génesis 2:2,3 no hay mandamiento alguno de parte de Dios para que la Humanidad guarde este día de reposo, no cabe duda que Dios nos está tratando de enseñar algo con su ejemplo. Quizá, para darnos una pauta para el uso inteligente, adecuado y beneficioso del tiempo, puesto que el Creador conoce lo que más conviene a su criatura.
El día séptimo es distinguido con una bendición que los otros seis días de la semana no reciben. Además, dicho día séptimo es santificado.
¿Qué significa santificado? Santificar es poner aparte para uso sagrado, es decir para un uso no profano. Sin embargo, la Biblia no habla más del séptimo día hasta Éxodo 16:4-32, donde, con el episodio del Maná, Dios, les prepara para la obediencia del reposo sabático. Y esto sucedió antes de dar a su pueblo Israel en el Sinaí sus leyes. Por tanto, por esta razón y por otras que aportaremos más tarde, deducimos que los patriarcas, Noé, Abraham, Isaac, etc., no tenían este mandamiento.
La razón que se da, para bendecir y santificar el día séptimo, es “porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.”. Parece como si Dios quisiera que hiciéramos nosotros lo mismo después de seis duros días de trabajo, a la vez que, la celebración del descanso en ese día séptimo de la semana, sirviese para que no olvidásemos que Él es el Creador.
Dios hace toda su obra creadora, distribuyéndola en seis días, como para darnos ejemplo, de cuál debe ser la duración del ciclo semanal de trabajo para los seres humanos. Luego descansa en el séptimo día para mostrarnos con su ejemplo que es bueno que le imitemos, descansando de nuestras labores diarias un día de cada siete. Si así lo hacemos, ese tiempo del séptimo día es bendecido y santificado por Dios. Sin embargo, el descanso de Dios en el séptimo día de su creación, no se limita a ese día séptimo de “mañana y tarde” o sea de veinticuatro horas, que para nosotros, irremisiblemente, se repite cada semana, después de seis duros días de trabajo.
El tiempo cuenta para los seres humanos, pero no para Dios porque es eterno e infinito. Él, que por definición, no puede cansarse, no obstante, hace distinción entre el tiempo ocupado en su labor creadora, y el dedicado al descanso u otra actividad distinta a la citada. En mi opinión, con el único fin de enseñarnos con su ejemplo, lo más beneficioso para nosotros.
Descansar un día a la semana, ya sea el séptimo u otro cualquiera, sin duda, puede ser beneficioso para la salud física, psíquica y espiritual, siempre que se respeten estas tres manifestaciones del ser humano, pero esto no tiene nada que ver con el cuarto mandamiento de reposar el sábado, dado sólo al pueblo de Israel.
No ponemos en duda que descansar un día de cada siete es conveniente para la salud física, psíquica y espiritual de los seres humanos, especialmente cuando ese día de descanso se utilice para realizar actividades distintas del resto de la semana, y que contemplen, además del descanso físico y psíquico, una dedicación especial a hacer el bien al prójimo, y a crecer en el amor a Dios y a nuestros semejantes. Sin embargo, lo que debatimos aquí es si en el Nuevo Pacto, todavía sigue vigente el cuarto mandamiento de la ley de Dios que exige el descanso del sábado, o de un día a la semana, y que su transgresión fuera equiparable a la de cualquier otro de la ley de Dios.
La ley del Sinaí o de los Diez Mandamientos, es la base del Antiguo Pacto, y forma parte del sistema de leyes llamado la Torá, que conforma el Pentateuco. Este Pacto está vinculado únicamente con el pueblo de Israel antiguo. Esto quiere decir que jamás los llamados gentiles, y luego los cristianos nada tuvieron que ver con el citado Pacto.
Jesús, aun estando bajo las leyes del Antiguo Pacto, lo que implicaba que seguía vigente todo el reglamento ritual para la observación del sábado, no tuvo reparos, dada su autoridad como Señor del sábado (Marcos 2:27,28; Mateo 12:8; Lucas 6:5), en comenzar a quitar al reposo sabático toda la carga ritual que poseía, pues Él tenía que preparar al pueblo para su gradual desaparición como mandamiento (Marcos 2:23-26; Mateo 12:1-8; Lucas 6:1-5).
El reposo sabático, pues, dejaría de tener vigencia a la entrada del Nuevo Pacto, cuando se consumara su muerte expiatoria en la cruz. En ese momento el reposo sabático, que prefiguraba el descanso de todas nuestras obras y en la salvación sólo por los méritos y obra de Cristo, deja de tener sentido (Colosenses 2:14,16,17; Gálatas 4:9-11) . Y de ahí en adelante, se obtiene el reposo, observando el primer día a la semana, y depositando nuestra confianza en el Salvador (Hebreos 4:4-9). Por eso Jesús afirma que su “...Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo... (Juan 5:17; Mateo 12:1-, siendo acusado por los judíos de quebrantar el sábado. Deducimos, pues, de estos textos, que Jesús ha empezado a quitar al reposo sabático toda la carga ritual de prohibiciones que existían en el A.T.
A continuación transcribimos los textos que se relacionan con esta cuestión, y observaremos que Jesús no confirma el reposo del séptimo día como un mandamiento, como estaba legislado en el Antiguo Pacto. Por el contrario, él se limita a ratificar la bondad del reposo sabático para los seres humanos, pero, en ningún caso, establece el “shabbat” como una obligación para todo creyente.
El mandamiento de reposar el sábado era sombra de la salvación en Cristo
Colosenses 2:14-17: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. 16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”
San Pablo amonesta a los Gálatas por querer seguir guardando los días de descanso, no sólo las fiestas solemnes anuales que también son ley de Dios sino el reposo del séptimo día de la semana, en cuanto mandamiento que deja tener vigencia en Cristo.
Gálatas 4:9-11: “más ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.”
Jesús desmitifica el reposo sabático quitándole el aspecto de ritual sagrado de reposo. Los judíos que le observaban juzgaron que el quebrantaba el reposo sabático (Juan 5:18). Él declara que tiene toda la autoridad y es Señor del sábado. Por eso, lo pone en su justo lugar, como un día de descanso hecho para el hombre, para su beneficio, pero le quita toda la carga de mandamiento de la ley del Sinaí.
Juan 5: 16-18: “16 Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17 Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. 18 Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
Mateo 12: 5-8: “5 ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? 6 Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. 7 Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; 8 porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.”
Marcos 2:27-28: “27 También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. 28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
Lucas 6:5: “5 Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
En los textos citados arriba, además de recalcar la autoridad de Jesús sobre el sábado, como no podía ser de otra forma, puesto que Él mismo es Dios, “...todo fue creado por medio de Él y para Él” (Colosenses 1:16), también nos expresan que “el día de reposo fue hecho por causa del hombre” (Marcos 2:27). ¿Qué quiere decir esto? No parece muy difícil deducirlo: Para los seres humanos es bueno reposar de las obras de los días de trabajo, al menos, un día de cada siete, y recordar que Dios es el Creador.
La Biblia de Jerusalén, 1998, traduce Marcos 2:27-28: Y Jesús les dijo: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado”, 28) De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.”.
¿Es, pues, una institución divina el sábado, y “debemos” reposar en él para seguir su ejemplo? Aunque, literalmente, la Cristiandad no reposa en sábado, sino en domingo, excepto unas pocas denominaciones cristianas que consideran el sábado o séptimo día de la semana como un mandamiento de la ley de Dios.
En mi opinión, de esos textos tampoco podemos deducir ningún mandamiento para reposar en sábado. Quizá, sólo que el reposo del sábado fue necesario para el hombre y cumplió su misión de prefigurar el descanso de todas nuestras obras en Cristo, incluso, en el sentido, que reposar un día de cada siete es muy conveniente para la salud física, psíquica y espiritual, esto último siempre que el tiempo se dedique a Dios con fe, y a hacer el bien al prójimo.
Sin embargo, Cristo nos dice (Mateo 11: 28-30). 28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas;(30) porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Luego nuestro reposo no está en observar un determinado día, ya sea sábado o domingo sino en confiar en Jesús y en la salvación obtenida por Él, en el Calvario.
¿Qué simboliza el reposo de Dios del séptimo día de la creación según la carta a los Hebreos?
Hasta hora, creo que hemos sido honestos, basándonos en nuestro entendimiento, tratando de interpretar el propósito que tuvo Dios para bendecir y santificar el séptimo día. Por ello, presentamos argumentos, como los beneficios físicos, psíquicos y espirituales que creemos que nos reportaría seguir su ejemplo, aunque nunca como un mandamiento. Sin embargo, el libro de Hebreos descubre y nos revela un aspecto respecto al reposo de Dios en el séptimo día que nunca hubiéramos podido imaginar, sino hubiese sido revelado en Su Palabra.
Observemos, que todos los días de la creación, excepto el séptimo llevan la coletilla: “y fue la tarde y la mañana el día...”. Es como si Dios nos quisiera decir, que Él, acabada su creación en el tiempo, entra en su descanso, el cual no se limita sólo a ese día séptimo de veinticuatro horas sino que se extiende a la eternidad, gozando de los frutos de su creación.
¿Cuál es el reposo de Dios que no pudo alcanzar Israel y que se nos insta a que entremos nosotros?
¿Es la Tierra prometida, la nueva Jerusalén, el Paraíso, o simplemente significa creer en Jesús como nuestro salvador personal, o ambas cosas a la vez?
¿Qué dice la Biblia al respecto?
Hebreos 3:7, 8, 11-19:
“7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 11 Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, 15 entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. 16 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? 17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
Hebreos 4:1-3 “1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. 3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: “Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.
Entrar en el reposo de Dios es sinónimo a entrar en la salvación que viene por oír con fe el evangelio, la buena nueva de la palabra de Dios. Por eso el autor de la carta a los Hebreos afirma: “Pero los que hemos creído entramos en el reposo”.
Luego entrar en el reposo o descanso de Dios no consiste en observar “el shabbat”, o en reposar o descansar de nuestro trabajo diario un determinado día a la semana, sino en creer y obedecer “la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación” Efesios 1:13,14. Pero sigamos los razonamientos de Hebreos 4:4-11
Hebreos 4:4-11: “Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. 5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. 6 Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, 7 otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones. 8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. 9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. 11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.”
Hebreos 4:4 es un texto clave, porque relaciona claramente el reposo de Dios de todas sus obras en el séptimo día con el que experimentan los creyentes cuando entran en ese reposo que ha inaugurado Jesucristo “mediante la ofrenda de su cuerpo hecha una vez para siempre.” (Hebreos 10:10). “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:14). “Este es el pacto que haré con ellos... (Hebreos 10:16-17). 17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.”
Ahora tenemos libre acceso para entrar al “Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.” (Hebreos 10:19). Ha sido abierto, pues, “el camino nuevo y vivo” a través de su sacrificio expiatorio (Hebreos 10:20). El Padre “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, (Colosenses 1:13, 14).14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
Pablo declara que desde el momento que depositamos nuestra confianza en la redención de nuestros pecados efectuada por Jesucristo, somos trasladados al reino de su amado Hijo. Utiliza el participio pasado del verbo, indicando que es algo ya conseguido, alcanzado en el pasado. Por tanto, cuando creímos, y depositamos nuestra confianza en Cristo como nuestro Salvador, fuimos trasladados a su reino. Si somos capaces de creerlo, esto es lo que significa entrar en el reposo del séptimo día de Dios, obtenido gracias a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.
Al Creador se le honra amándole, es decir obedeciendo sus buenas nuevas o sea el N.T de salvación, y amando al prójimo como a uno mismo.
Guardar el sábado, como si fuera un mandamiento de Dios es un legalismo inútil, y en sí mismo no honra al Creador, sino va acompañado de verdadero amor al prójimo.
Sin embargo, nadie debería ser esclavo del sábado, tratando de seguir el reglamento del AT, y estando pendiente de los límites variables del mismo que imponen las distintas estaciones astronómicas. Cristo dijo que la verdad nos haría libres (Juan 8:31-32) (Gál. 2:16-21).
Gálatas 5:1: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo del esclavitud.”
Gálatas 3:2-5: “Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. 5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?”
¿Qué ley moral ha regido siempre para todos los gentiles, los no judíos?
¿Estuvo la Humanidad sin ley hasta que fue promulgada por Dios en el Sinaí hacia el 1450 a. C.?
El apóstol San Pablo declara: “Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa pecado.” (Romanos 5:13).
¿Con qué ley moral se rigen los millones de personas de todas las épocas que no han pertenecido al pueblo judío, ni tienen nada que ver con él?
Todo el mundo tiene dentro de sí un sentido moral, un conocimiento de lo que es bueno y malo, una conciencia que le indica que no debe robar, matar, mentir, ni hacer daño a nadie. Esto, sin duda, es la ley natural que todos llevamos escrita en nuestros corazones (Romanos 2:15). Sin embargo, está conciencia se cauteriza y se endurece a fuerza de repetir las malas acciones, hasta llegar un momento en que ya no nos remuerde cuando obramos mal. Por tanto, somos responsables de ese endurecimiento, y de no hacer lo bueno: “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” (Santiago 4:17).
Romanos 2:5-11: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; 9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, 10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; 11 porque no hay acepción de personas para con Dios.
Romanos 2:12-16: “12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.”
Pablo afirma claramente (Romanos 2:14,15). Que los gentiles “que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,
Por eso dice San Pablo que antes de la ley escrita en tablas de piedra, había pecado, pero no por esa ley, porque todavía no se había promulgado, y por tanto no existía, sino por la ley que todos llevamos escrita en nuestros corazones, que nos hace discernir entre lo que está bien de lo que está mal, la cual, cuando la transgredimos nos inculpa de pecado, y nos remuerde la conciencia. Inferimos, pues, que no existió ley escrita hasta que se promulgó en el Sinaí y ésta fue dada exclusivamente para el pueblo de Israel como base del pacto, pero nunca vinculaba a los gentiles que siguieron bajo la ley de sus conciencias.
No obstante, los que guardan o exigen guardar el sábado siguen sosteniendo que algún tipo de ley escrita tuvo que haber, puesto que Dios testificó que“...oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.” (Génesis 26:5).
Génesis 26:4,5: “Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, 5 por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.”
¿Qué precepto, mandamientos, estatutos y leyes recibió Abraham de Dios?
La Sagrada Escritura no lo revela, por tanto, nadie debería afirmar que se trata de la ley del Sinaí. Sin embargo, de lo que registra Génesis, podemos deducir cuáles era esos mandamientos, estatutos y leyes. Observemos, pues, los actos y la conducta de Abraham. Él edificó altares a Jehová (Génesis 12:7,, dio los diezmos de todo a Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo (Génesis 14:18-20), y lo más importante de todo, Dios hizo pacto con él, y le dio la circuncisión como señal del pacto y de pertenencia al pueblo de Dios. El libro de Génesis no registra que Dios entregase a Abraham otros mandamientos que los citados.
Más tarde, cuando Dios renueva el pacto con Moisés, la circuncisión sigue siendo la marca física que simboliza la pertenencia al pueblo elegido, pero ya no es señal del pacto. Ya no se trata del pacto basado en la fe de Abraham sino el pacto basado en la ley. Dios, les da una nueva señal, que resulta ser, el guardar el día sábado del cuarto mandamiento de la ley (Éxodo 31:12-17). Ambas señales, la circuncisión y el guardar el sábado son proclamadas por Dios como pacto perpetuo, para siempre (Génesis 17:13; Éxodo 31:16,17). Como todos sabemos la circuncisión fue abolida en el Nuevo Pacto (Gálatas 2:3,4; 5:1-6; Hechos 15:1,5;11, 20, 24, 28,29).
¿Por qué si la señal de la circuncisión acabó con el Antiguo Pacto, la señal del sábado tiene que perdurar, si ya no estamos en ese Pacto Antiguo, ni nunca hemos estado?
La circuncisión: la señal del pacto con Abraham
Génesis 17:1-8: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. 2 Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. 3 Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: 4 He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. 5 Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. 6 Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. 7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.
Génesis 17:9-14: "Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. 10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. 11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. 13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. 14 Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.
El reposo del sábado: la señal del pacto con Moisés.
Éxodo 31:12-17: “Habló además Jehová a Moisés, diciendo: 13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. 14 Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. 15 Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. 16 Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. 17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó.”
Resumimos, por tanto, que cuando Dios, en la creación, bendijo y santificó el séptimo día no estableció ninguna ley de reposar en ese día. Esa ley vino al menos dos mil quinientos años más tarde, y fue dada exclusivamente para el pueblo judío, como señal del Pacto Antiguo. La ley escrita en tablas de piedra, recuerda y recoge los grandes principios morales naturales, pero adaptándolos a las necesidades del pueblo judío, hasta que Cristo muriera en la cruz (Efesios 2:15; Gálatas 3:19).
Cristo desarrolla y revela el alcance espiritual de la ley (Mateo 5:17-48). La cual ya no basta cumplir de forma exterior como en el A.T, sino con el corazón y los pensamientos (Mateo 5:46-48). Es necesario amar a los demás, incluso a los enemigos, no es suficiente con no hacerles daño. A diferencia de la ley de Cristo y la ley moral natural que son eternas, no lo es la ley escrita en tablas de piedra; y puesto que los cristianos no estamos vinculados al Antiguo Pacto, sólo nos obliga el Nuevo Testamento y allí no se prueba la vigencia del descanso sabático sino todo lo contrario (Gálatas 4:9-11; Colosenses 2:14-17). El reposo sabático es una sombra de la salvación en Cristo (Hebreos 3:7; 4:1-11). Es, pues, un mandamiento ceremonial que se cumple en Cristo.
5. A qué se refiere la Sagrada Escritura cuando habla de la ley.
El Decálogo, los diez mandamientos dados por Dios a Moisés en dos tablas de piedra, es parte indivisible e inseparable del resto de la Revelación que Moisés recibió de Dios, la Torá o Pentateuco. Los cinco primeros libros del A.T, que se atribuyen a Moisés su autoría, componen el Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. A través de todo el AT son conocidos simplemente como la ley o la Torá para los judíos, o la ley de Moisés. Ella es el corazón del A.T. Por eso, Jesucristo y los judíos de su tiempo, para referirse al Antiguo Testamento (A.T), hablaban de la ley y los profetas (Mateo 5:17; Lucas 16:16).
Mateo 5:17: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.” (Biblia de Jerusalén, 1998).
Lucas 16:16,17: “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él, (17) Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.”
Las Sagradas Escrituras no hacen distinción entre ley moral y ley ceremonial o ritual. No hay, pues, dos leyes sino una sola: la Ley que abarca el contenido del Pentateuco. No podemos afirmar, por tanto, que lo que está abolido es la ley ritual o ceremonial y no la ley moral, porque toda la Torá es una ley moral. Un error que usualmente se comete, especialmente por los que guardan el sabado, consiste en identificar, la palabra “ley” que tantas veces aparece en la Santa Biblia, con la ley de los diez mandamientos del Sinaí, la de las tablas de piedra, cuando, en realidad, la mayoría de las veces, se está refiriendo al todo, no sólo a una parte sino al conjunto, al libro de la ley (la Torá).
Los lectores, si desean mayor confirmación o profundizar más, pueden comparar los dos ejemplos referidos arriba, en los que es el propio Jesucristo el que cita el Antiguo Testamento como la ley y los profetas, con los siguientes textos, que no transcribimos por no hacer demasiado extenso este estudio: Mateo 7:12; 11:13; 12:5; 22:36,40; 23:23; Lucas 2:22,23,24,27,39.
Evidentemente en los textos transcritos, Jesucristo no se está refiriendo al Decálogo, sino a la totalidad de la ley, que como hemos visto abarca todo el Pentateuco. Además, en este texto de Lucas 16:16, se nos está diciendo que la ley y los profetas, es decir, prácticamente todo el AT, tendrían vigencia hasta Juan, pues a partir de entonces ya no se predicaría la ley sino el reino de Dios. Jesucristo vino a cumplir todo lo que prefiguraba el AT, por eso dice que más fácil es que pasen el cielo y la tierra a que se frustre una tilde de la ley, porque Él, sin duda cumplió absolutamente todo lo que la ley y los profetas dicen que haría el Mesías.
Lucas 24:44-49: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; 46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.”
Cuando la Escritura habla de la ley en general, no se refiere usualmente a una de las leyes que la componen como es la ley de las tablas de piedra, sino a la totalidad de la ley, o sea la Torá entera, el Pentateuco. La ley es, pues, un conjunto inseparable, compuesto de muchas y distintas leyes, como son, por ejemplo: leyes sobre los esclavos (Éxodo 21:1-11), leyes sobre actos de violencia ((Éxodo 21:12-25), entre la que se encuentra la conocida como ley de Talión: “Más si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, (24) ojo por ojo, diente por diente... etc.” (Éxodo 21:23-24). Leyes sobre responsabilidades de amos y criados ((Éxodo 21:26-36), Leyes sobre la restitución (Éxodo 22:1-15), Leyes humanitarias (Éxodo 22:16-31; 23:1-13), de las que destacamos “seis días trabajarás, y al séptimo reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero.” (Éxodo 23:12), la ley del holocausto (Levítico 6:9), de la ofrenda, del sacrificio expiatorio, del sacrificio por la culpa, leyes sobre la guerra, etc., etc. No se puede abolir unas leyes y dejar otras, pues todas ellas forman el conjunto llamado “la ley” que conforma el Antiguo Pacto.
¿A qué único pueblo sobre la Tierra dio Dios la ley como base del Antiguo Pacto?
O expresado de otra forma: ¿Qué pueblo hizo pacto con Dios y se comprometió a guardar la ley como base del mismo?
Éxodo 24:3,7,8 3“Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho....7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. 8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas. (Deuteronomio 4:13):
La ley fue dada exclusivamente para el pueblo judío (Deuteronomio 5:1-33; Levítico 26:46): “Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. 3 No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos.” (Deuteronomio 5:2,3). Ningún pueblo gentil estaba obligado a cumplir esta ley. Ellos se regían por la ley moral natural que estaba escrita en sus conciencias.
Levítico 26:46: “Estos son los estatutos, ordenanzas y leyes que estableció Jehová entre sí y los hijos de Israel en el monte de Sinaí por mano de Moisés.”
La ley dada en dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios (Éxodo 31:18) es el corazón y la base del Antiguo Pacto, donde se sintetizaban las palabras del pacto al que los israelitas decidieron adherirse, prometiendo obedecer todos los mandamientos contenidos en las mismas (Éxodo 24:3,7). No en vano son llamadas y conocidas por todo el pueblo judío como las tablas del testimonio (Éxodo 31:18; 32:15), las tablas del pacto (Deuteronomio 9:9; 9:11; 9:15; Hebreos 9:4) o las palabras del pacto (Éxodo 34:28). Nunca los gentiles tuvieron nada que ver con las mismas (Romanos 2:14-16; 2ª Corintios 3:3-18):
Romanos 2:14-16: “14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.” .
La ley de Moisés, la ley de Jehová, la ley de Dios, la ley del Señor son términos que se usan indistintamente para designar la ley del Antiguo Pacto, y se refieren a la misma ley, toda la ley o una parte de ella.
A lo largo de la Sagrada Escritura encontramos multitud de textos que citan la ley de alguna de las maneras expresadas arriba refiriéndose en todos los casos a la totalidad de la revelación que Dios dio a Moisés, o bien, a una parte de la misma. El libro de la ley que redactó Moisés, contiene todos los estatutos, mandamientos y leyes que Dios le dio, y que el pueblo estaba obligado a obedecer y guardar. Vamos a ver unos ejemplos:
Malaquías 4:4, Hechos 13:39; 15:5,10,19-21,24, 28,29: “Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.”
1ª Reyes 2:3: “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas;”
2ª Crónicas 31:3: “3 El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehová.”
Lucas 2:21-24, 27-28,39: “Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. 22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor 23 (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), 24 y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos....27 Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: 39 Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.”
Como hemos podido comprobar la ley de Moisés es la ley de Jehová y viceversa. No hay diferencia. Se trata de la misma ley, y se refiere no sólo a los diez mandamientos de las tablas de piedra sino a toda la ley del Pentateuco.
Lo que acabamos de decir es aplicable al libro de la ley de Jehová, o libro de la ley de Dios o libro de la ley de Moisés. También es llamado el libro del pacto. En todos los casos se trata del mismo libro y de la misma ley y se usa indistintamente, de una forma u otra.
El libro del pacto = libro de la ley de Jehová = libro de la ley de Dios = Libro de la ley de Moisés = libro de la ley = La ley = el Pentateuco:
2 Crónicas 17:9: “Y enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la Ley de Jehová, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo.”
Éxodo 24:7,8: “7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. 8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.”
Deuteronomio 28:58,59: “Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: Jehová tu Dios, 59 entonces Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia, plagas grandes y permanentes, y enfermedades malignas y duraderas;”
Deuteronomio 30:10: “cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.”
Deuteronomio 31:24-26: “24 Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse, 25 dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: 26 Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.”
Josué 8:31-32: “31 como Moisés siervo de Jehová lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz. 32 También escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel.”
2 Reyes 14:6: “6 Pero no mató a los hijos de los que le dieron muerte, conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde Jehová mandó diciendo: No matarán a los padres por los hijos, ni a los hijos por los padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado.”
2 Crónicas 34:14: “Y al sacar el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, el sacerdote Hilcías halló el libro de la ley de Jehová dada por medio de Moisés.”
Nehemías 8:8: “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.”
Creo que con esos pocos ejemplos hemos comprobado que, independientemente que la Santa Biblia denomine libro de la ley de Moisés o libro de la ley de Dios, siempre se está refiriendo a la misma ley del Antiguo Testamento que Dios reveló a Moisés en el Sinaí. No obstante, si el lector lo desea, puede encontrar muchas más pruebas de lo que afirmamos, en los siguientes textos: Éxodo 13:9; Números 19:2;31:21; Deuteronomio 4:44; 30:10; 31:9,12,26; Josué 1:7,8; 8:31,32,34; 22:5; 23:6; 24:26; 1 Reyes 2:3; 2 Reyes 14:6; 21:8; 22:8; 1 Crónicas 22:12; 2 Crónicas 12:1; 17:9; 23:18; 30:16; 31:3,4; 33:8; 34:14; 35:26; Esdras 3:2; 7:6,10,12,14,21,25,26; Nehemías 8:1-3,8,14,18; 9:3,13,14; 10:29.
¿Dónde se colocaron las tablas y el libro del pacto?
Las dos tablas del pacto se colocaron dentro del arca del testimonio o del pacto (Éxodo 25:10-22; Deuteronomio 10:5; 31:26; Hebreos 9:4), y el libro de la ley o del pacto se colocó al lado del arca: “Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.” (Deuteronomio 31:26). No obstante, ya hemos visto que todas las leyes estaban incluidas en el libro del pacto o libro de la ley de Dios.
¿Por qué las tablas de la ley se colocan dentro del arca y el libro de la ley al lado de la misma?
¿Fue el propósito de Dios expresarnos de esta manera que los diez principios morales de las dos tablas son eternos, y los estatutos y leyes contenidos en el libro de la ley son efímeros y caducos y sólo válidos hasta que Cristo viniese y los aboliera con su muerte en la cruz?
En mi opinión, las tablas de la ley de Dios se colocaron, separadamente del libro de la ley de Dios, dentro del arca de la alianza, porque representaban la síntesis del pacto, donde se condensaban los principios morales de los que dependía toda la ley, como así lo testifica el propio Jesucristo (Mateo 7:12; 22:33-40).
Mateo 7:12: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
Mateo 22:34-40: “Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.”
Los principios que contienen la ley moral de Dios son inmutables y eternos, y éstos, ratificados por Jesús, se encuentran en el libro de la ley de Moisés, precisamente fuera de las tablas de la ley (Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18). Por tanto, han regido, rigen y regirán por la eternidad.
6. ¿Qué ley fue clavada en la cruz de Cristo, y, por tanto, abolida?
Cuando Cristo murió en la cruz, cumpliendo toda la ley, y todo lo que el Antiguo Testamento decía de Él, no fue abolido ningún principio moral fundamental. Su muerte no invalida la ley sino que la confirma, como dice Pablo en Romanos 3:31. “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.” (Romanos 7:12).
La ley moral nos condena y nos da a conocer que somos pecadores (Romanos 3:20). Por eso dice Pablo (Romanos 3:9,10,23)....9 que todos están bajo pecado, 10, Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;....23) por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de DiosCristo tuvo que morir en nuestro lugar pagando el rescate por nuestra liberación de la condenación de la ley (Romanos 8:1-4), “porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.” (Romanos 8:3).
Romanos 5:20,21: “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. 21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.”.
¿Qué ley, pues, fue clavada en la cruz de Cristo, y, por consiguiente, abolida? (Colosenses 2:14; Efesios 2:15)
Colosenses 2:14: “14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,”
Efesios 2:15: “aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,”
¿Qué fue abolido en la cruz, todo el libro de la ley, la Torá, incluyendo las tablas del pacto? O ¿Sólo una parte, como afirman los adventistas, la llamada ley ceremonial o ritual aunque las Sagradas Escrituras sólo se refieran a la totalidad de la ley, y nunca pueden ser abolidas a discreción ciertas partes de la misma y dejar intactas otras, haciendo una selección artificiosa e inviable?
Si como afirman los que guardan el sábado, Cristo sólo abolió en la cruz la ley ceremonial, pero en ningún caso la ley moral que está sólo en las tablas según ellos, ¿Cómo clasificamos a los dos grandes mandamientos de los que depende toda la ley y los profetas (Palabras de Jesús en Mateo 22:40)? ¿Cómo ley moral o ritual, ya que se encuentran, fuera de las tablas de piedra, en los libros de Deuteronomio y Levítico?
Otra posibilidad que se me ocurre, es que podríamos recorrer el Pentateuco del principio al fin, y crear dos grupos de leyes, e ir colocando, a nuestro criterio, lo que nos parece ley moral a un lado, y la ceremonial al otro, para luego abolir estrictamente todo lo que tiene un cariz de ser ceremonial. ¿No les parecería esta solución un tanto artificiosa e imposible de llevar a la práctica sin transgredir las más elementales normas de interpretación bíblica?
Los mandamientos de Dios son todos morales. ¿Puede dar Dios algún mandamiento inmoral? Por tanto, la voluntad de Dios y sus leyes no se hallan exclusivamente en las tablas de la ley sino a lo largo de toda la Torá. Veamos unos ejemplos en Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18, comparándolos con lo que contestó Jesús a aquel intérprete de la ley, en Mateo 22:34-40:
Deuteronomio 6:5: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
Levítico 19:18: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.”
(Mateo 22: 37-40). Cuando aquel intérprete de la ley le preguntó a Jesucristo, para tentarle, “...diciendo: (36) Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? (37) Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. (38) Este es el primero y grande mandamiento. (39) Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (40) De estos dos mandamientos depende la ley y los profetas”. Esto está en el libro de la ley de Moisés, o de Dios o de Jehová o del Señor, como se quiera, pues todo significa lo mismo. Puesto que lo único que les interesa a los adventistas es salvar las tablas de la ley, que están guardadas en el arca del pacto, porque ellas tienen el cuarto mandamiento de reposar el día del sábado, el libro de la ley de Moisés no importa que haya sido clavado en la cruz, pues de alguna manera ellos han sido capaces de salvar de la “quema” todo lo que había de moral en él, dejando, solo, por supuesto, lo que es ritual, y así todos contentos.
Si toda la ley y los profetas, es decir, casi todo el Antiguo Testamento, depende de estos dos grandes mandamientos que resumen la ley de Dios no podemos clavarlos en la cruz, ¿o sí? La cuestión es que, siendo Dios inmutable, necesariamente deben permanecer por toda la eternidad sus principios morales en los que se basa su carácter y su forma de gobernar a sus criaturas. Estos principios de amor estuvieron vigentes en el Antiguo Pacto, y lo están en el Nuevo Pacto, y por la eternidad. La exigencia de Dios al hombre siempre ha sido la misma, pero su revelación no se ha completado hasta Cristo.
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