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    La Ley fue clavada en la Cruz parte 2

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    La Ley fue clavada en la Cruz parte 2 Empty La Ley fue clavada en la Cruz parte 2

    Mensaje  administrador Vie 18 Ago 2023 - 16:53

    La Ley fue clavada en la Cruz parte 2

    Lo que quedó clavado en la cruz de Cristo, no son los grandes principios morales de amor citados antes sino todo el régimen de la ley, todo el sistema legal, entramado de leyes que componían el Antiguo Pacto, toda la “letra” que mata. Todo eso fue abolido en la cruz, incluidas las tablas de piedra, porque en Cristo se deja atrás el ministerio de muerte y condenación grabado con letras en piedras, y es inaugurado el ministerio del Espíritu y el ministerio de justificación (2 Corintios 3:3-17), “porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más lo que permanece.” (2 Corintios 3:11)

    2ª Corintios 3:3-18: “siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. 4 Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. 7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, 8 ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? 9 Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. 10 Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 11 Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. 12 Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; 13 y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. 14 Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. 15 Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. 17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”

    Parafraseando a Pablo, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar (Gálatas 4:9)?

    Por qué todavía se empeñan en guardar el sábado, séptimo día de la semana, de puesta de sol del viernes a puesta, de sol del sábado, siendo tan estrictos, que son capaces de interrumpir toda tarea secular para no hurtar ni un segundo al día de reposo de la ley, y se ajustan en todo lo que pueden a las instrucciones y reglamentos de la ley de Dios, excepto en matar al transgresor del reposo sabático, como Dios requería en el Antiguo Pacto, aunque Él no pide nada semejante? (Gálatas 4:9-11).

    ¡Despierten señores sabatistas! ¡Quiten el velo que les impide contemplar la gran Salvación que tenemos en Cristo! Puesto que “a libertad fuimos llamados” (Gálatas 5:13). “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2 Corintios 3:11). Si permanecéis en Cristo y en su palabra, “...conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:31). “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo...” (Hebreos 10:19), ¿por qué queréis estar bajo la ley? “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” (Gálatas 5:1).

    2 Corintios 3:14-17: “Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. 15 Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. 17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.”

    Estad firmes en la libertad

    Gálatas 5:1-7: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2 He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. 5 Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. 7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8 Esta persuasión no procede de aquel que os llama.”

    Romanos 7:6: “Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.”

    ¿Aun queremos ser esclavos de la ley tratando de guardar el sábado en todo su reglamento y los otros nueve mandamientos como están escritos en la ley?

    ¿Necesitamos todavía mirarnos en la ley como si no tuviéramos en nosotros la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús que me ha librado de la ley del pecado y la muerte. (Romanos 8:2)”?

    ¿A qué Pacto pertenecen los cristianos? ¿Qué les vincula del Antiguo Pacto?

    El apóstol Pablo hace un bello simbolismo para distinguir entre los dos pactos, comparándolo con dos mujeres, el primero o sea, el del monte Sinaí que se representa por la esclava Agar, la Jerusalén actual, da hijos para esclavitud. El segundo pacto, es decir, el Nuevo Pacto en Cristo, simbolizado por otra mujer, la iglesia cristiana, o sea, la Jerusalén de arriba, proporciona hijos que gozan de la libertad, porque en Cristo están libres de la ley. Veámoslo como lo narra San Pablo en Gálatas 4:21-5:1-13.

    Dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud;

    Gálatas 4:21-31: “Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; más el de la libre, por la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. ...28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

    Los cristianos no somos hijos del Pacto del Sinaí, sino de la promesa que Dios hizo a Abraham.

    Génesis 22:18): “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz.”

    Gálatas 4:28: “Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.”

    Como sabemos Dios prometió a Abraham que tendría un hijo en su senectud, y que a través de él, por la simiente de sus descendientes vendría Cristo en la carne y, por ello, serían benditas todas las naciones de la Tierra. Abraham, al ver que envejecía y que el hijo de la promesa no llegaba, se precipitó, procreando a Ismael, hijo de la esclava Agar. Sin embargo, la bendición prometida no tenía que ver nada con él, sino que vino más tarde cuando Dios milagrosamente hizo que la estéril Sara concibiera y tuviera el hijo de la promesa tan esperado, que se llamaría Isaac (Romanos 4:1,11-25).

    Por eso, Pablo afirma que somos como Isaac, pues pertenecemos a la promesa que Dios hizo a Abraham, no nacemos de la esclava, ni tenemos nada que ver con el primer pacto, el de las Tablas de piedra del Sinaí, sino que nacemos de la Jerusalén de arriba, la celestial, es decir, al nacer de nuevo, formamos parte del cuerpo de Cristo, que es su iglesia, y somos adoptados como hijos y herederos de las promesas de Dios:

    Todos los creyentes en Cristo somos, pues, hijos de la promesa que Dios hizo a Abraham, y pertenecemos al pacto de Dios con Abraham. Por ese motivo, nunca hemos estado bajo la ley del Sinaí (Romanos 4:1,11-25; Gálatas 3:6-9; 15-19).

    Gálatas: 3:6-9: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.”

    Gálatas: 3:10-14: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”

    Gálatas 3:15-18: “Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. 16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. 17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.

    Gálatas 3:15-18 (versión Biblia de Jerusalén, 1998): “Hermanos, voy a explicarme al modo humano: aun entre los hombres, nadie anula ni añade nada a un testamento hecho en regla. (16) Pues bien, a las promesas fueron hechas a Abraham, y a su descendencia. No dice: ‘Y a los descendientes’, como si fueran muchos, sino a uno solo, ‘a tu descendencia’, es decir, a Cristo. (17) Y digo yo: un testamento ya hecho por Dios en debida forma, no puede ser anulado por la ley, que llega cuatrocientos treinta años más tarde, de tal modo que la promesa quede anulada. (18). Pues si la herencia dependiera de la ley, ya no procedería de la promesa, y sin embargo, Dios otorgó a Abraham su favor en forma de promesa.”

    Gálatas 3:23-29: “Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”

    Gálatas 4:1-7: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. 3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. 4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”

    Conclusión.
    En las Sagradas Escrituras, la ley es el Pentateuco o Torá o sea, los cinco primeros libros de la Santa Biblia. La ley es, pues, un entramado o sistema de leyes, sobre la que se fundamenta el Antiguo Pacto, y, por tanto, es indivisible o inseparable en sus partes. También se llama ley de Dios a cualquiera de sus partes aunque no se refieran al Decálogo de las tablas de piedra. La ley de Moisés es equivalente a la ley de Dios y nunca se refiere sólo a los diez mandamientos del Sinaí sino a todo el libro de la ley. Hemos citado varios textos en el cuerpo de este estudio para demostrarlo y que ahora no vamos a volver a repetir en su totalidad (ver por ejemplo Mateo 5:17; 7:12; Lucas 16:16; 2:21-24,27; etc., etc.)

    La revelación de la ley entera y, en especial, la ley en tablas de piedra supuso un gran avance para el estado degradado en que estaban las conciencias de los israelitas, después de más de 400 años de esclavitud. De esta forma llegaron a distinguir claramente lo que era pecado de lo que no lo era. Es una revelación de la ley de amor adaptada a la época anterior de Cristo, pero que era imperfecta en tanto y en cuanto que no estuviera implantada en el corazón, pues los preceptos era posible cumplirlos de forma aparente y externa, uno por uno, como hacían los fariseos, pero mientras no tuviesen amor en su corazón, no servía de nada, pues el cumplimiento de la ley es el amor. Con Cristo se completa la revelación y es cuando nos damos cuenta que la ley es espiritual, y nosotros carnales, vendidos al pecado (Romanos 7:14), y no se puede cumplir, de forma externa, es decir, sin un corazón convertido y entregado a Cristo.

    La ley fue añadida a causa de las transgresiones, “hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa...” (Gálatas 3:15-19). Los cristianos no tenemos nada que ver con la ley ni el Antiguo Pacto que fue hecho sólo para los judíos o pueblo de Israel. Pertenecemos al pacto que hizo Dios con Abraham, y somos, por tanto, hijos de la promesa. Nuestra madre no es Agar que simboliza la Jerusalén actual, que da hijos para esclavitud sino la Jerusalén de arriba que es libre, el Cuerpo de Cristo: “De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” (Gálatas 4:31). “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:26).

    Gálatas 4:6-11: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. 8 Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; 9 más ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.”

    Romanos 4:13-24: “Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. 14 Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. 15 Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. 16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros 17 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. 18 El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. 19 Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. 20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; 22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia. 23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, 25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.

    El Nuevo Pacto no es como el Antiguo y lo sustituye completamente.

    Dios mismo declara en el libro del profeta Jeremías que el Nuevo Pacto que hará con la casa de Israel y Judá no será como el Antiguo, que se fundamentaba en un sistema de leyes escritas –el ministerio de muerte grabado con letras en piedras, y el ministerio de condenación (2ª Corintios 3:7,9)- sino en el ministerio del espíritu; “...porque la letra mata, más el espíritu vivifica.” (2ª Corintios 3:6; ver además Romanos 7:6). Le recomiendo leer el capítulo 3 entero de 2ª Corintios.

    ¿En que se iba a diferenciar fundamentalmente el Pacto antiguo del Nuevo?

    En que una vez cumplida la ley por Cristo, éste régimen y sistema de la ley que compone y fundamenta el Antiguo Pacto desaparecería (Hebreos 8:13), y en su lugar, Dios implantaría su ley de amor en los corazones de los creyentes. Es decir, nos haría nacer de nuevo por la Palabra y el Espíritu (Juan 3:5). Los principios eternos de amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo nunca dejan de estar vigentes porque se trata de la ley moral natural. Dejan de existir como letra del Antiguo Pacto (2ª Corintios 3), pero siguen existiendo espiritualizados conforma a la ley de Cristo (Mateo 5:21-48). No pueden ser abrogados. Lo que se abroga es todo el sistema legal que fundamentaba el Antiguo Pacto y que en el Nuevo ya no es necesario porque Cristo, la Palabra de Dios nos ha dado una revelación superior y nos ha espiritualizado. Por eso Dios ya lo anuncia en el libro de Ezequiel y en Jeremías. Veámoslo:

    Ezequiel 11:19,20: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, 20 para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.”

    Jeremías 31:31-34: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”

    El cumplimiento de la promesa de Dios anunciada en Jeremías 31:33 se cumple a la perfección con el nuevo pacto en Cristo, y se encuentra confirmado en Hebreos 8:10:

    Hebreos 8:10: “Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, declara el Señor: Pondré mis leyes en sus mentes, y las escribiré en sus corazones y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.”

    Los cristianos pertenecemos al nuevo Pacto y a la iglesia que Cristo vino a establecer. Rom 16:16, y no tenemos nada que ver con el Antiguo, sino que somos el fruto y cumplimiento de la promesa que Dios hizo a Abraham, de que en él serían benditas todas las naciones (Gálatas 3:14-24; Génesis 15:6;17:2,4,7,8; 22:17-18; Romanos 4:12-25).

    El “...Nuevo Pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.” (Hebreos 8:13). El Antiguo Pacto y todas sus leyes fueron clavadas en la cruz. (Efesios 3:12-20). Los cristianos estamos bajo la ley de Cristo (1ª Corintios 9:21). La ley del amor que es infundida en nuestros corazones por “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús...” (Romanos 8:2; 13:8-10).

    Romanos 7:6: “Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.”

    Para los cristianos son ley todos los mandamientos que Jesús y sus apóstoles nos dieron en la totalidad del Nuevo Testamento, y no sólo en el evangelio según San Mateo, capitulo cinco. El cumplimiento de los requerimientos de la ley de Dios, la ley en general, no la de las tablas de piedra del Sinaí, sino la ley moral del amor, revelada en toda su amplitud por Cristo, implican ser perfecto, “como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mateo 5:48).

    La condición y exigencia de Dios a todos los seres humanos en todas las épocas, para que pudieran ser salvos es que fueran santos así como Él es santo (Levítico 11:44,45; 19:2; 1ª Pedro 1:15, 16; Hebreos 12:14).

    1ª Pedro 1:15,16: “sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”

    Hebreos 12:14: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”

    Si usted me pregunta si me creo perfecto y sin pecado. Le respondo que me considero muy imperfecto y pecador, más aun, no soy fuerte ni física ni psíquicamente. Soy vulnerable y débil. Ahora soy más humilde, reconozco mi pecaminosidad, al contemplar la santidad de Dios, por eso me he acogido a la justificación y perdón de mis pecados en Cristo.

    1ª Corintios 1:27-32: “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 32 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

    Ahora, no necesito mirar la ley para reconocerme pecador. Ahora sólo miro a Jesús, “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. (Romanos 4:25; Tito 3:5-9). La ley ya no tiene poder sobre mí, porque, aplicándome la Palabra de Dios, “he muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que sea de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que lleve fruto para Dios.”(Romanos 7:5 parafraseado; véa también 2ª Corintios 5:14-21). (Romanos 7:6). “6 pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.” “Porque el pecado no se enseñoreará de mí; pues no estoy bajo la ley, sino bajo la gracia.” (Romanos 6:14, parafraseado). Ahora, pues, “justificado por la fe, tengo paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;” (Romanos 5:1, parafraseado).

    Si usted, no es capaz de comprender que los cristianos estamos bajo el régimen del Espíritu y no bajo el régimen de la letra, ruegue a Dios, para que su entendimiento sea iluminado y el velo de Moisés le sea quitado por Cristo (2ª Corintios 3:13-16).

    ¿Puede alguien en este mundo ser perfecto, y cumplir a la perfección la exigencia de la perfecta ley, la de la libertad (Santiago 1:25; 2:12), la de amar al prójimo como a sí mismo y a Dios sobre todas las cosas y con todo nuestro corazón?

    Si nuestra respuesta es afirmativa, entonces ¿Para qué tuvo que morir Cristo por nuestros pecados, “pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo?.” (Gálatas 2:19; vea también Tito 3:5-9)

    Gálatas 2:16-21: “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. 17 Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. 18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. 19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.”

    Naturalmente, algunos se fundamentan en Santiago 2:10 que afirma: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.”. Es decir, cualquiera que guarda los diez mandamientos de la ley de Dios menos uno, es como si no hubiese cumplido ninguno de ellos. Es totalmente cierto, lo que afirma Santiago y, por tanto, también lo que algunos declaran, excepto en algunos matices, que diré a continuación:

    La ley moral de Dios no tiene diez preceptos sino básicamente sólo dos: Jesús le dijo: Mateo 22:37-40 37“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende la ley y los profetas”.

    El amor no se evalúa cumpliendo nueve o diez mandamientos o seiscientos trece. Si yo cumplo aparentemente los diez mandamientos de las tablas del Sinaí, o de las tablas del corazón, me da igual, y, parafraseando a Pablo, (1ª Corintios 13:1-3). “no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.” El cumplimiento de la ley es el amor, (Gálatas 5:14). “Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” “El amor no hace mal al prójimo así que el cumplimiento de la ley es el amor.” (Romanos 13:10).

    Puesto que no estamos bajo el régimen de la ley, “si somos guiados por el Espíritu no estamos bajo la ley” (parafraseado de Gálatas 5:18). Sin embargo. Si dejo, voluntariamente, de ser obediente, no sólo a los nueve principios morales fundamentales, sino a cualquier otro mandamiento de la Palabra de Dios en el Nuevo Pacto, “transgresor me hago” (Gálatas 2:18). “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. ” (Gálatas 5:22,23).

    1ª Juan 3: 9: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.”

    1ª Juan5:18: “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.”

    1ª Juan 3: 5,6: “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. 6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.”

    Cristo nos ha dado potestad para ser hechos hijos de Dios, y por tanto, para no practicar el pecado.

    Juan 1:12,13: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

    ¿Son sólo diez los mandamientos que debe obedecer el cristiano en el Nuevo Pacto?

    El apóstol Juan nos dice cuál es el mandamiento de Dios: (1ª Juan 3:23,24). “23 Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. 24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.”

    Juan 14:15: “Si me amáis guardad mis mandamientos.”

    1ª Juan 5:1-5: “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos 3) Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

    ¿A qué mandamientos se está refiriendo Cristo que debemos guardar para demostrarle nuestro amor? ¿A las tablas de la ley del Sinaí?

    Si ya finalizando, este estudio aun creemos que Cristo se está refiriendo a las tablas del Sinaí, poco puedo ya decir al respecto. No digo que las tablas de la ley no contengan los principios morales fundamentales, pero no están todos desarrollados como con Cristo. Es una ley adaptada al tiempo en que se promulgó.

    No obstante, sin necesidad de recurrir a la ley de las tablas de piedra, el Nuevo Testamento, para que nadie se confunda, deja claro que el verdadero amor no hace mal a nadie, sino bien a todos, y no se puede amar si no se tiene al Espíritu Santo en el corazón. Ser fiel y obediente a la Palabra de Dios revelada en el Nuevo Testamento, significa mucho más que la obediencia a ley del Sinaí (los diez mandamientos). Aparte de la amplitud, profundidad espiritual que Cristo dio a los principios morales contenidos en dicha ley, Él dio nuevos mandamientos que no contemplaba la ley de las tablas de piedra como citaremos a continuación. Por ejemplo: (Mateo 28:19,20; Marcos 16:15,16) 19“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

    No obstante, la fidelidad del cristiano es obra de Dios para que nadie se jacte, y a Él debemos darle toda la gloria de nuestra conversión y nacimiento en Cristo, y al don y poder del Espíritu Santo que recibimos para vencer el pecado. Nada hay en el ser humano de que pueda vanagloriarse, y menos de hacer las obras de la ley. Nuestra obra es creer con fe verdadera a Cristo y todas sus promesas, y esto también es don de Dios (Efesios 2:8; Hebreos 12:2).

    Mateo 5:43-48: 43“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

    Además están todos los mandamientos que nos dieron los apóstoles (ver, por favor, los capítulos 12 y 13 de Romanos). Para no ser muy extensos citaremos sólo unos pocos ejemplos:

    Romanos 12:12,13: 12“gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.”

    Romanos 13:1,2,7,8: 1“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.... 7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. 8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.”

    Gálatas 5:16: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”

    Efesios 5:18: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.”

    Hechos 2:38: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”

    La ley en el nuevo pacto no conserva el mandamiento de guardar el reposo del sábado, por varios motivos:

    A) Reposar un día de cada siete nunca ha sido un principio moral, sino una necesidad biológica, psicológica, social, y, si se quiere, también espiritual. Fue preconizado por Dios cuando reposó en el séptimo día de toda su obra. Y Cristo nos explicó que había sido hecho por causa del hombre, es decir, porque era para su bien, pero nunca como un mandamiento. El mandamiento vino miles de años más tarde, y fue dado exclusivamente al pueblo judío, como señal entre él y Dios. El Nuevo Testamento no lo ratifica sino que, por el contrario, afirma que fue sombra del reposo de la salvación en Cristo. (Colosenses 2:16-17; Gálatas 4:9-11; Hebreos 4:1-11). No es verdad en absoluto que Colosenses 2:16, se refiera exclusivamente a los sábados mensuales y anuales, pues de ser así en el texto se produciría una redundancia inexplicable.

    B) Cristo no lo reivindicó en absoluto sino todo lo contrario (Mateo 12:1-Cool. Tampoco los apóstoles, cuando los fariseos que se habían convertido a Cristo quisieron que los cristianos guardasen la ley de Moisés. Esta fue su respuesta a aquellos judaizantes:

    Hechos 15:10,11: “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.”

    Hechos 15:28,29: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.”

    Aquí se presentó una magnífica ocasión para recordar el reposo sabático de la ley de Dios, pero no lo hicieron. ¿Por qué? Porque ya no existía ninguna obligación, y los cristianos ya habían empezado a reunirse en el primer día de la semana (Hechos 20:7), y no porque fuese obligado reunirse en ese u otro día de la semana. Ya dejó de haber mandamiento de reposar un día a la semana (Romanos 14:5,6).

    No vale el argumento de que Jesús y los apóstoles asistiesen a la sinagoga en sábado, puesto que eran judíos, y estaban sujetos al Antiguo Pacto. Si en el libro de Hechos de los Apóstoles encontramos que Pablo asistía a esas reuniones era a fin de evangelizar a los judíos, y porque todavía estaba incipiente la formación de la iglesia primitiva entre los gentiles.

    El siguiente argumento que usted da para sostener que Jesús en Mateo 24:20 estaba reafirmando el mandamiento de reposar en sábado no es válido en absoluto.

    Mateo 24:20: “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo [Sábado]”.
    “(Todos los que hemos vivido en países con estaciones de inviernos muy frías sabemos lo difícil y peligroso que sería una huida bajo esas condiciones y sin preparación alguna, el 99% moriría en el intento, así de peligroso seria huir en un día Sábado, porque estaríamos pisoteando un precepto Divino y Santo de la Ley de Dios en el cual El Altísimo nos ordena reposar, y el porcentaje de morir como resultado de esta transgresión es del 100%). No hay salvación posible.”

    ¿Cree usted, querido hermano, que en el supuesto que el reposo del sábado fuese un mandamiento que estuviese vigente para los cristianos, la obligación de guardarlo debiera llegar hasta el extremo de exponer y entregar la vida física a la muerte con tal de no perder la vida eterna?

    ¿Usted se ofrecería en holocausto entregando su vida, si fuera necesario, con tal de no transgredir el reposo sabático si tuviese que realizar un viaje durante las horas del día sábado, a pesar que con esa huida usted podría preservar su vida presente?

    Cristo Jesús sufrió hasta la muerte, y muerte de cruz, terriblemente cruenta. Como cristianos debemos permanecer fieles a Él, imitadores de Él, y ser capaces de entregar nuestra vida, si fuese necesario, por Él, en defensa de la verdad, y por la victoria sobre el pecado. Como nos dice Hebreos 12:4: “Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo el pecado;”. Nunca deberíamos ceder al pecado y a la tentación, transgrediendo ningún mandamiento del Nuevo Testamento. Ni siquiera para salvar la vida, pues las palabras de Jesús, son muy claras al respecto: “Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará (Lucas 17:33; Mateo 10:39; 16:25; Marcos 8:35; Lucas 9:24). Sin embargo, Jesús habla de ser fiel a Él y al evangelio. Nos ordena no ceder en nuestra fidelidad y obediencia por temor a perder la vida presente, pues ello significaría cobardía, y los cobardes no van al cielo (Apocalipsis 21:Cool.

    El reposo sabático nunca fue un mandamiento para los cristianos. Que yo sepa, ningún esclavo cristiano, en el tiempo de los emperadores romanos, jamás tuvo que entregar su vida por negarse a trabajar en sábado. Como esclavos ellos tenían que trabajar todos los días de la semana siempre que sus amos, no cristianos, se lo exigieran. Tampoco los mártires romanos de los primeros siglos tuvieron que sufrir martirio por negarse a trabajar en sábado, sino que era por motivos mucho más serios e importantes, como la lealtad a Cristo y a sus enseñanzas y a las de los apóstoles, como cuando, “...Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios.” (Hechos 4:19)

    Jesucristo, en Mateo 24:20, no está diciendo a sus discípulos que si precisaran huir en día sábado, les valía más no hacerlo, a fin de cumplir uno de los reglamentos del reposo sabático que consistía en no recorrer más de determinada distancia, que también estaba estipulada en el mismo (Hechos 1:12). Pues se enfrentarían al dilema, entre tener que “profanar gravemente” el reposo sabático para salvar su vida presente, cometiendo un pecado tal que no podría ser perdonado, lo que equivaldría a perder el derecho a la vida futura, la eterna, y mantenerse firmes en el cumplimiento de la ley, no huyendo, o sea, no realizando ningún viaje, aunque eso supusiese la pérdida de la vida presente, con tal de no perder la futura.

    Quizá podamos entender mejor las palabras de Jesús, si hubiéramos sabido que Él, les pidió que rogasen al Padre para que la huida no fuera en sábado, porque en ese día se cerraban todas las puertas de la muralla que protegía a la ciudad de Jerusalén, y por tanto salir de la ciudad sería mucho más difícil, por motivos obvios.
    El sello de Dios es el Espíritu Santo implantado en la mente y corazón del creyente (Efesios 1:13,14; Efesios 4:30; 2ª Corintios 1:22, Apocalipsis 7:2,3;9:4). Los sellados son todos aquellos “...que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Apocalipsis 7:14).

    Efesios 1:13,14: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”

      Fecha y hora actual: Vie 22 Nov 2024 - 7:43