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    Comentario a Hechos de los Apóstoles Cap. 12

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    Comentario a Hechos de los Apóstoles Cap. 12 Empty Comentario a Hechos de los Apóstoles Cap. 12

    Mensaje  administrador Lun 8 Feb 2010 - 14:08

    Comentario a Hechos de los Apóstoles
    Capítulo 12


    La conversión de Cornelio y la difusión del Evangelio entre los gentiles de Antioquía le dio una nueva dirección a la Iglesia. Como hemos visto en el capítulo 11, los judíos creyentes de Jerusalén le presentaron su apoyo y le infundieron alientos a este nuevo desarrollo de la obra. Aunque ellos siguieran teniendo cuidado en observar las leyes y las costumbres de los judíos, los gobernantes y dirigentes deben haberse dado cuenta de lo que estaba sucediendo fuera de Jerusalén.

    Durante algún tiempo no había existido persecución alguna para los creyentes en Jerusalén. En realidad, la persecución nunca fue constante en los tiempos de la Iglesia primitiva, ni bajo los romanos más tarde. Pero los dirigentes judíos de Jerusalén siempre consideraron a la Iglesia como una amenaza. También conocían muy bien el ministerio de los apóstoles, y veían cómo muchos miles los seguían y se convertían al Señor.

    Herodes mata a Jacobo (Santiago) (12:1, 2)

    En aquel mismo tiempo el rey Heredes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.

    Desde el año 6 d.C. hasta el 41, Judea fue gobernada por procuradores enviados por el emperador romano. Estos hombres nunca fueron populares. Pilato especialmente, había levantado la cólera de los líderes judíos de muchas maneras. Hasta había tomado dinero del tesoro del Templo para construir un acueducto para Jerusalén.

    En el año 41 d.C., el emperador unió la Judea al territorio del rey Heredes Agripa I, quien es el rey Heredes de este capítulo. Este Heredes era un nieto del idumeo (edomita) Heredes el Grande y de su esposa Mariamne, princesa judía de la familia asmonea (macabea). Por ser Heredes Agripa I amigo de los emperadores romanos. Gayo lo hizo rey de parte de Siria en el año 37 d.C. Después, en el año 39 d.C., le dio también Galilea y Perea, después de enviar al exilio a Heredes Antipas, el Heredes que había matado a Juan el Bautista. (Heredes Antipas era tío de Heredes Agripa I.)

    Cuando Heredes Agripa I se convirtió en rey de Judea y Jerusalén, hizo todo lo que estuvo en su mano para ganarse y asegurarse el favor de los judíos. A diferencia de la mayoría de los Heredes, practicaba fielmente las formalidades de la religión judía. Es evidente que él también había visto y oído lo suficiente de parte de los dirigentes judíos para conocer sus temores y frustraciones con respecto a los apóstoles y a la Iglesia. Sin duda, oiría cómo el Sanedrín había amenazado a los apóstoles, y cómo ellos habían seguido predicando a Jesús.

    Fue entonces, en algún momento de los primeros tiempos de su reinado, cuando decidió tomar las medidas necesarias para demostrar que era rey y que podía hacer más que limitarse a amenazar. Así fue como echó mano (arrestó) a algunos de la Iglesia con la intención de maltratarlos. Entre ellos se hallaba el apóstol Jacobo, o Santiago, hermano de Juan e hijo de Zebedeo. Los dos hermanos y Pedro habían constituido el círculo íntimo de Jesús entre sus discípulos mientras El ministraba en la tierra. Lucas no nos da detalles, pero no parece que se haya hecho juicio alguno. A Jacobo no se le dio oportunidad ni de dar testimonio de su fe. Heredes simplemente lo hizo matar (asesinar) con una espada. !

    Herodes arresta a Pedro (12:3-6)

    Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura. Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua. Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel.

    El asesinato de Jacobo agradó (complació, fue bien aceptado) a los dirigentes judíos y a sus amigos. Nunca habían olvidado la forma en que los apóstoles los habían desafiado. Además, puesto que la mayoría de estos dirigentes eran saduceos, no les gustaban las enseñanzas de los cristianos. Querían que se les frenara.

    Cuando Herodes vio lo complacidos que estaban, procedió a arrestar a Pedro, que era el más lanzado de todos los apóstoles. Pero este arresto tuvo lugar durante los siete días de la fiesta del pan sin levadura. Estos días iban unidos a la fiesta de la Pascua en aquellos tiempos, y los ocho días recibían el nombre de Pascua (comenzaban con el 14 de Misan, que en nuestro calendario varía entre marzo y abril). Nuestra versión traduce correctamente "los días de los panes sin levadura", mientras que otras, como la versión King James (del rey Jaime) inglesa traducen la palabra pascha, versión aramea del hebreo pesakh, como "pascua". Sin embargo, lo que se quiere significar es la combinación de la pascua y de los panes ázimos o sin levadura.

    No se nos dice por qué Herodes decidió esperar hasta que pasaran los días de pascua para presentar a Pedro 2 ante el pueblo. Los líderes judíos no dudaron en hacer matar a Jesús durante aquellas mismas fiestas. Posiblemente Heredes quisiera demostrarles lo estrictamente que guardaba la pascua. También es posible que haya querido esperar hasta que la mayoría de la multitud regresara a sus hogares, por temor a que hubiera algún motín que no fuera capaz de controlar. Otros sugieren que quería tener toda la atención del pueblo para la exhibición que quería hacer. Cualquiera que fuera la razón. Heredes puso en prisión a Pedro bajo fuerte vigilancia, entregándolo a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno.

    Mientras tanto, la Iglesia oraba continua y ardientemente a Dios a favor de Pedro. Podemos estar seguros de que oraba para que tuviera fortaleza y pudiera dar testimonio, además de orar por su liberación.

    La noche anterior al día en que Herodes pensaba sacarlo para hacerle juicio, sentenciarlo y ejecutarlo, Pedro se hallaba profundamente dormido. Debe haber puesto su situación en manos del Señor; aun cuando esperaba tener que enfrentarse a la ejecución al día siguiente, pudo dormir pacíficamente. Tenía a Cristo consigo. Morir hubiera significado solamente estar más cerca de El aún. (Compare con Filipenses 1:21.) Los primeros creyentes estaban tan llenos del Señor, que no temían a la muerte.

    Ciertamente, la situación de Pedro parecía sin esperanza en lo natural. Dos cadenas lo ataban a los dos soldados que dormían uno a cada lado de él; frente a la puerta había guardas que vigilaban la prisión. Seguramente Heredes habría conocido la forma en que los apóstoles habían escapado de la prisión anteriormente, y por eso no quería correr riesgos.

    Un ángel rescata a Pedro (12:7-19)

    "Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos. Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme. Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacia el ángel, sino que pensaba que veía una visión. Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la dudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él. Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.

    Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando. Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel! Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos. Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.

    Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué había sido de Pedro. Mas Herodes, habiéndole buscado sin hallarle, después de interrogar a los guardas, ordenó llevarlos a la muerte. Después descendió de Judea a Cesarea y se quedó allí".

    De pronto, se presentó un ángel del Señor ante Pedro. Una luz resplandeció en la prisión; posiblemente surgiera de la persona del ángel, o quizá fuera una manifestación distinta, para que Pedro pudiera ver lo que tenía que hacer. Entonces el ángel lo tocó fuertemente en un costado, lo despertó y le dijo que se levantara pronto. (El verbo griego no significa que el ángel lo haya levantado, sino simplemente que lo despertó.) Al mismo tiempo, las cadenas cayeron de sus muñecas.

    Después de obedecer la orden del ángel de ceñirse la túnica con el cinturón, ponerse las sandalias y envolverse en su manto, lo siguió y salieron. Sin embargo, durante todo este tiempo, él no sabía realmente que era cierto lo que estaba sucediendo. Pensaba que estaba viendo un sueño o una visión. Tampoco los guardas estaban conscientes de lo que estaba sucediendo, ni veían al ángel.

    Después de pasar por dos puertas con sus guardas (lo cual es señal de que Pedro estaba en la prisión más interior), la gran puerta de hierro que daba a la ciudad (a la calle) se abrió sola. Entonces, después de que el ángel lo guiara por una de las estrechas calles (probablemente a todo lo largo de una de ellas), se apartó de él súbitamente (y desapareció).

    Hasta que el ángel no se hubo ido, y Pedro se encontró solo en la calle, no recuperó la conciencia, ni se dio cuenta de que el Señor había enviado realmente a su ángel para rescatarlo del poder de Heredes y de lo que el pueblo judío estaba esperando. Esto es, de la esperanza de que Heredes le hiciera lo que ya le había hecho al apóstol Jacobo.

    Después de darse cuenta de todo esto, Pedro se dirigió a la casa de María, la madre de Juan Marcos. (Marcos era un nombre latino añadido.) Allí, había un considerable número de creyentes reunidos en oración. Notemos que después de varios días, todavía seguían orando día y noche por Pedro. La oración fiel era una de las señales de la Iglesia primitiva.

    La casa de la madre de Marcos era grande y tenía un pasillo que iba desde la calle hasta el interior de la casa, donde se hallaban reunidos los creyentes. El hecho de que una joven esclava. Rodé (en griego, "rosal"), saliera a la puerta cuando Pedro llamó, nos muestra que también era una casa rica. Es evidente que servía de ordinario como lugar de reunión para un gran grupo de creyentes. Pedro sabía que encontraría gente allí. Sin duda sentía que tenía una relación especial con este grupo, porque Marcos se había convertido bajo su ministerio, y había recibido de él un entrenamiento especial. (Vea 1 Pedro 5:13, donde Pedro llama a Marcos "mi hijo", en el sentido de "mi estudiante".)

    Cuando Pedro tocó a la pesada puerta de entrada del patio (esto es, la entrada al pasillo que conducía al patio interior de la casa). Rodé contestó. El sonido de la familiar voz de Pedro la llenó de un regocijo tal, que en su emoción no abrió la puerta. En cambio, corrió adentro y les anunció la presencia de Pedro a los creyentes que estaban reunidos.

    Ellos le dijeron que estaba loca, absolutamente enajenada. Pero ella siguió afirmando categóricamente que así era. Algunos judíos tenían la tradición de que un ángel guardián podía tomar la forma de una persona. No hay fundamento bíblico alguno en absoluto para una enseñanza así, pero Lucas relata lo que dijeron en ese momento, para demostrar que pensaban que Pedro ya estaba muerto. Aunque oraban día y noche por su libertad, no podían creer que se había producido realmente.

    Habían pasado varios años desde la ocasión anterior en que los apóstoles habían sido liberados de la prisión. Pero no era sólo el tiempo transcurrido lo que había embotado su fe. La sacudida de la muerte de Jacobo les hacía preguntarse si quizá el Señor no permitiría que Pedro fuera asesinado también. Jesús le había indicado a Pedro que tendría muerte de mártir cuando fuera anciano (Juan 21:18, 19). Sin embargo. Jesús no dijo qué edad tendría, y Pedro era mayor que los demás apóstoles en edad.

    En realidad, la Biblia no da explicación de por qué Dios dejó que mataran a Jacobo en este momento, y sin embargo rescató a Pedro. Podemos estar seguros de que en su divina sabiduría. El sabía que el trabajo de Jacobo estaba terminado, y Pedro todavía hacía falta sobre la tierra. ¡Dios hace bien todas las cosas!

    Mientras seguía toda esta discusión en el grupo de oración, Pedro seguía de pie afuera, llamando a la puerta. Probablemente no llamara muy alto, para no despertar al vecindario, no fuera a ser que alguien diera la alarma. Pero finalmente abrieron la puerta, y al verlo se quedaron todos atónitos y asombrados.

    Según se ve, comenzaron a gritar de emoción. Pero Pedro les hizo señal con la mano de que guardaran silencio y les relató cómo el Señor lo había sacado de la prisión. Después les dijo que informaran de todo aquello a Jacobo (el hermano de Jesús) y a los hermanos; esto es, a los principales creyentes asociados a Jacobo, posiblemente ancianos de grupos que se reunían en otras casas. No hay duda de que se estaban llevando a cabo otras reuniones de oración bajo la dirección de Jacobo y de los demás ancianos de la Iglesia. Jacobo les daría a los demás la noticia de la liberación de Pedro.

    Entonces Pedro, sabiendo que al amanecer los hombres de Herodes comenzarían a buscarlo, se fue a otro lugar (fuera de Jerusalén). No le dijo a nadie a dónde iba, para que pudieran decir con honradez que no sabían dónde se hallaba.

    De este relato deducimos también que el lugar de liderazgo dado a Jacobo era cada vez más importante. Quizá se debiera en parte al hecho de que fuera hermano de Jesús. Pero Jesús tenía otros hermanos; no hay evidencia de que ninguno de ellos llamara la atención sobre su parentesco con Jesús, o de que trataran de sacarle partido en forma alguna. Tanto Jacobo como Judas en sus epístolas se refieren a sí mismos dándose simplemente el título de siervos (esclavos) del Señor Jesús. Jacobo siguió siendo uno de los principales ancianos de la Iglesia en Jerusalén, hasta que fue apedreado a muerte en el año 61 d.C., poco después de la muerte de Festo. Esto estremeció a la mayoría de los judíos en Jerusalén, porque aun los que no habían aceptado a Cristo tenían a Jacobo en gran honor, y agradecían su mucha oración por el pueblo.

    Sí da la impresión de que, después de aparecérsele Jesús a Jacobo (1 Corintios 15:7), éste ganó a sus demás hermanos para el Señor, y entonces todos ellos recibieron enseñanza de los apóstoles. Desde aquel momento, se entregaron a la oración y a servir a los demás. Especialmente Jacobo parece haber crecido espiritualmente a pasos agigantados. Una tradición posterior afirma que tenía callosidades como las de los camellos en sus rodillas, y que hizo hoyos en un piso de piedra arrodillándose continuamente en el mismo lugar. Todos están de acuerdo en que la oración y los dones del Espíritu hicieron de él un líder espiritual.

    Al amanecer, no fue poco el alboroto que hubo entre los soldados, mientras trataban de averiguar qué había sido de Pedro. Aunque Heredes hizo que se le buscara cuidadosamente, no se le halló por ninguna parte. Entonces Herodes llamó a los guardas para un interrogatorio previo, pero no les hizo un juicio formal. En cambio, hizo que se los llevaran y los ejecutaran sumariamente. (La ley romana castigaba a un guarda con el mismo castigo que el prisionero escapado hubiera recibido.)

    Después de aquello, probablemente enojado, molesto y desanimado, Herodes salió de Judea (esto es, de Jerusalén) y se fue a la otra capital de la provincia, que estaba en la costa del mar (Cesarea), donde se quedó. Sentía que había sido deshonrado en Jerusalén, y nunca regresó a la ciudad.

    La muerte de Herodes (12:20-24)

    "Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey. Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos. Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba".

    En aquellos momentos, y probablemente por algún tiempo ya, Herodes estaba sumamente furioso con Tiro y Sidón, prácticamente a punto de hacer estallar la guerra, aunque no se hubiera permitido que esto sucediera entre dos provincias o dependencias romanas. Para tratar de tranquilizarlo, los dirigentes de Tiro y Sidón se reunieron, se pusieron de acuerdo y fueron ante Herodes. Pero primero, hicieron amistad con Blasto, el camarero mayor del rey, quien era uno de los consejeros y confidentes de Herodes. Usando su influencia, pidieron paz para ellos. Tenían una buena razón: Tiro y Sidón se hallan en una estrecha faja de tierra entre las montañas y el mar, y tenían muy poca zona cultivable; debido a esto, dependían de Palestina en cuanto a sus alimentos. (Vea 1 Reyes 5:11; Esdras 3:7; Ezequiel 27:17.) También se indica que Bernabé y Saulo se hallaban en Jerusalén en aquellos momentos, con la colecta que habían traído para aliviar el hambre. Es posible que esta hambre hubiera estado afectando a Tiro y a Sidón también, de manera que han de haber estado desesperados por compartir los alimentos producidos en Palestina.

    Herodes respondió positivamente, y los líderes, sin duda acompañados por numerosas personas de Tiro y de Sidón, se reunieron en Cesarea en un día señalado. El anfiteatro abierto de estilo griego, situado junto al mar Mediterráneo en las ruinas de la antigua Cesarea, es aún una maravilla de buena acústica. Es probable que la multitud se reuniera allí. Entonces apareció Herodes en el escenario con sus ropas reales. Según el historiador judío Josefo, el ropaje exterior era de plata (adornado con plata, o tejido con verdaderos hilos de plata). Josefo añade también que los rayos del sol se reflejaban en el manto de plata de Herodes.

    Después de sentarse en un trono elevado, Herodes comenzó una arenga (un discurso) a la multitud de Tiro y Sidón reunida. Aquellas personas hablaban griego y habían adoptado la cultura y la idolatría de los griegos. En respuesta al discurso de Herodes, comenzaron a gritar: "¡Voz de Dios (de un dios), y no de hombre!" Herodes no se opuso a esto, ni le dio al verdadero Dios gloria alguna. Inmediatamente, un ángel del Señor lo hirió. Fue comido por gusanos y murió (expiró). Josefo añade que Herodes estuvo cinco días con dolores de agonía en el abdomen. Esto está de acuerdo con el texto, que sólo dice que fue herido de inmediato, y no que muriera en aquel mismo lugar. Esto sucedió en el año 44 d.C. Después de aquello, los emperadores romanos volvieron a nombrar procuradores para gobernar la Judea. Nada de esto fue obstáculo para el continuo crecimiento de la Iglesia o para la difusión del Evangelio en Palestina. A pesar de la muerte de Jacobo, el arresto de Pedro, la actitud de Herodes y su muerte, "la palabra del Señor crecía y se multiplicaba".

    Bernabé y Saulo regresan a Antioquía (12:25)

    "Y Bernabé y Saulo, cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos".

    Parece posible que Bernabé y Saulo estuvieran en Jerusalén al menos durante las fiestas de Pascua, cuando estos sucesos tuvieron lugar. Otros, puesto que Josefo señala que el hambre tuvo lugar en el año 46 d.C., dos años después de la muerte de Herodes, sugieren que la visita de Pablo y Bernabé no fue hasta esa fecha.

    Aunque la fecha no sea cierta, se ve claramente que Saulo y Bernabé cumplieron con su ministerio y les entregaron la ayuda a los ancianos de Jerusalén. Después, regresaron a Antioquía, llevando consigo a Juan Marcos para que los ayudara en el ministerio de la Iglesia en Antioquía. Colosenses 4:10 nos dice que Marcos era "sobrino" (literalmente, primo) de Bernabé. La mención de Marcos y del regreso a Antioquía les sirve de introducción a los sucesos del capítulo 13.

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