Comentario a Hechos de los Apóstoles
Capítulo 13
Este capítulo nos lleva a otro paso importante en el progreso del Evangelio. Hasta este momento, era llevado a nuevos lugares por aquellos que se dispersaban. Pero no había nadie que se entregara específicamente a la labor de ir a nuevos lugares para comenzar y organizar asambleas nuevas.
El envío de Bernabé y Saulo (13:1-3)
"Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Heredes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron".
Al llegar este momento. Dios había suscitado en la creciente iglesia de Antioquía otros además de Bernabé y Saulo, para que ayudaran en el ministerio. Aquí se les llama profetas y maestros. Como profetas, eran usados por el Espíritu para dar edificación, exhortación y consolación o ánimo. Como maestros, recibieron dones del Espíritu Santo que les permitirían enseñar con eficacia la Palabra de Dios.
Entre ellos estaba Simón o Simeón, llamado Niger. Este nombre era común en hebreo; Niger significa negro. Algunos escritores creen que era hijo de un judío casado con una mujer de color. Otros especulan que puede haber sido Simón el Cireneo, el que llevó la cruz (Marcos 15:21; Lucas 23:26). Aquí no se dice que fuera de Cierne, pero ya que los primeros testigos de Antioquía contaban entre ellos con hombres de Cierne, resulta posible.
De Lucio, el siguiente profeta o maestro, sí se dice categóricamente que era de Cierne (en el norte de África, al oeste de Egipto). Posiblemente fuera uno de aquellos que llegaron primero con el Evangelio a Antioquía (Hechos 11:20).
Menean (una forma griega de Méname, "consolador"), el otro profeta o maestro, se había criado junto con Heredes el Tetrarca (Herodes Antipaz, el que mató a Juan el Bautista).
Literalmente, se le llama "hermano de leche o de crianza", y tenía aproximadamente la misma edad que Herodes. Creció en palacio, y algunos creen que también se convirtió en cortesano o funcionario de este Herodes. Debe haber recibido la influencia de Juan el Bautista. Posteriormente había sido salvo. También es posible que estuviera entre los que se hallaban presentes en el día de Pentecostés, cuando se derramó el Espíritu por primera vez.
Estos, junto con la congregación, estaban ministrando al Señor en un culto público (como lo indica el texto griego). También estaban ayunando. El ayuno no había sido muy enfatizado por Jesús. Mientras estuviera Él con sus discípulos, eran como amigos o ayudantes del novio en una fiesta, y no se podía esperar de ellos que ayunaran (Lucas 5:34). Sin embargo, hay muchos pasajes que muestran que el ayuno tiene su lugar. Es evidente que los dirigentes, y probablemente toda la congregación con ellos, habían dejado de lado todas las demás cosas por un tiempo para adorar, orar y alabar.
Durante el culto, el Espíritu Santo habló y les ordenó (a toda la iglesia) que le apartaran (separaran para él) a Bernabé y a Saulo para la obra a la que (ya) los había llamado. El griego es imperativo aquí, e incluye una partícula que expresa una exigencia u orden fuerte.
No se nos dice la forma exacta en que el Espíritu Santo dio aquel mensaje. Quizá fuera con lenguas e interpretación. Parece más probable que fuera un mensaje dado en profecía para la Iglesia, probablemente un mensaje dado por uno de los otros tres profetas y maestros nombrados en el versículo primero. Sin embargo, esto no constituye base alguna para la llamada "profecía directiva". No tenía el propósito de darles órdenes a Bernabé y a Saulo. El tiempo perfecto griego que se usa aquí, significa que hay una acción del pasado que tiene resultados en el presente. Esto nos muestra que ya el Espíritu Santo había tratado personalmente con ambos, tanto Bernabé como Saulo. Pero ellos no estaban sirviendo sólo al Señor, sino también a la Iglesia. Tenían responsabilidades concretas en el ministerio a la Iglesia que estaba en Antioquía. Por esto era necesario que la Iglesia estuviera dispuesta a dejarlos ir. Por lo tanto, el mensaje del Espíritu iba dirigido a toda la asamblea, y no a ningún individuo.
Todos siguieron ayunando y orando después de esto. Más tarde (1 Corintios 14:29), Pablo diría que las profecías deben ser juzgadas por otros miembros del Cuerpo. Siempre es sabio no apresurarnos hasta saber con claridad que el mensaje viene del Señor.
La asamblea también debe haber orado por la bendición de Dios sobre este nuevo ministerio. Después, los despidieron (literalmente, los liberaron; esto es, de sus obligaciones en Antioquía, de manera que tuvieron permiso de ellos para partir). Se ve con claridad que toda la iglesia estuvo comprometida en esto y que estuvo de acuerdo con sus dirigentes.
La evangelización de Chipre (13:4-13)
"Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante. Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús, que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios".
Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando ' apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡0h, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor. Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén.
El versículo 4 hace notar que Bernabé y Saulo habían sido enviados por el Espíritu Santo. La Iglesia les dio su bendición y los dejó ir. De esta forma, tanto el Espíritu Santo como la Iglesia estaban interesados en su ida. Esto es un buen ejemplo para nosotros, y debería ser el modelo normal para el envío de misioneros.
Su primer viaje misionero los llevó a la isla de Chipre, situada a unos 160 kilómetros en dirección sudoeste, después a las ciudades de tierra firme situadas en la parte sur de la provincia romana de la Galacia, y por último, de vuelta a Antioquía, donde rindieron informe ante la iglesia madre (Hechos 14:26, 27).
Comenzaron su viaje, llevando a Juan (Marcos) como ayudante (sirviente, asistente), descendiendo desde Antioquía hasta Seleucia, que era su puerto sobre el Mediterráneo. Allí tomaron una embarcación para dirigirse a Chipre. La Biblia no dice por qué tomaron este rumbo. Pero, puesto que el Espíritu Santo era el que los enviaba, podemos tener la seguridad de que seguía dirigiéndolos. También podemos ver sabiduría en el hecho de que el Espíritu Santo los llevara primero a Chipre, donde había crecido Bernabé (Hechos 4:36), y donde él conocía a la gente y las costumbres.
En Salamina, situada en el extremo oriental de la isla, se aprovecharon de las oportunidades que les daban a los rabinos visitantes las sinagogas para que predicaran. Saulo tenía siempre la costumbre de dirigirse primero a los judíos, porque ellos tenían las Escrituras, las promesas y el fondo cultural necesario para comprender el Evangelio (Romanos 1:16; 3:2; 9:4, 5).
Después de proclamar la palabra de Dios (el Evangelio) allí, atravesaron toda la isla, hasta que llegaron a Pafos, en su extremo occidental. Saulo cambió su método después de salir de Chipre.
Después de esto, en lugar de tratar de cubrir todo el territorio, iban a las ciudades clave para establecer iglesias en ellas. Estas asambleas se convertían en centros desde los cuales el Cuerpo local podía difundir el Evangelio por las regiones circundantes.
En Pafos, hallaron a un judío llamado Barjesús, quien era mago y falso profeta. Esto quiere decir que proclamaba falsamente que era profeta. Como Simón el mago en Samaria, practicaba su magia para engañar a la gente y adquirir poder sobre ella.
Saulo y Bernabé encontraron a este hombre con el procónsul (el gobernador nombrado por el Senado romano). 4 Este hombre, Sergio Paulo, era prudente (inteligente, sensitivo y educado), y llamó a Bernabé y a Saulo, porque ansiaba oír la Palabra de Dios. Entonces el mago, llamado ahora por una interpretación griega de su nombre, Elimas, se les resistía, y trataba por todos los medios de apartar (torcer, alejar) al procónsul de la fe. Esto quiere decir que Bernabé y Saulo le presentaron la fe, todo el contenido del Evangelio al procónsul, y que él lo estaba aceptando. Entonces Elimas trató de retener su influencia sobre el procónsul, a base de distorsionar y pervertir lo que Bernabé y Saulo estaban enseñándole. Pero Saulo recibió una plenitud nueva y especial del Espíritu Santo (de la misma manera que Pedro, cuando se enfrentó al Sanedrín en Hechos 4:8).
En este momento, Lucas señala también que Saulo tenía otro nombre: Pablo, un nombre romano. Esto es significativo, porque en el resto del libro de los Hechos, lo llamará siempre Pablo. También en sus epístolas, él se llama siempre Pablo. Por supuesto, el uso de su nombre romano cuadra bien con su ministerio dirigido primariamente a los gentiles.
Con esta nueva plenitud especial del Espíritu, el Señor le dio también a Pablo la dirección del viaje misionero. En el versículo 13, en lugar de "Bernabé y Saulo", leemos "Pablo y sus compañeros". Esto está de acuerdo también con la profecía recibida por Ananías después de la conversión de Pablo. (Vea Hechos 9:15.)
Lo que hizo Pablo a continuación no fue idea suya, sino un impulso recibido directamente del Espíritu. Fijando los ojos en Elimas, se dirigió a él llamándole "lleno de todo engaño" (sutileza, doblez, mentira) "y de toda maldad" (perversión, ausencia de escrúpulos, facilidad total para hacer el mal, fraude), "hijo del diablo, enemigo de toda justicia".
Después, le hizo una pregunta retórica que en realidad era una afirmación de que Elimas estaba decidido a no cesar de trastornar (torcer, distorsionar) los caminos rectos del Señor (el camino de la salvación, y los planes de Dios para el creyente). Por este motivo, declaró que la mano (el poder) del Señor estaría (por fin) contra él (esto es, en juicio). Sería totalmente ciego por algún tiempo, o sea, hasta que a Dios le pareciera bien dejarle ver de nuevo. (Probablemente la intención de esto fuera darle una oportunidad de arrepentimiento a Elimas.)
Inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas, y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. Según se ve, todos se apartaban de él, y pasó un mal rato tratando de encontrar a alguien que quisiera guiarlo.
El procónsul, tan pronto como vio lo sucedido, creyó. Pero no se maravilló (asombró, pasmó) tanto por el juicio que había caído sobre Elimas, sino por la doctrina (enseñanza) del Señor; este suceso hizo llegar hasta su interior la verdad sobre Jesús, la cruz y la resurrección, así como el resto del Evangelio que le habían presentado. Como hemos visto. Lucas condensa con frecuencia su narración, y no nos lo dice todo todas las veces. Pero podemos tener la seguridad de que, como creyente, este hombre fue bautizado tanto en agua como en el Espíritu Santo, con la evidencia de hablar en otras lenguas.
Desde Pafos, Pablo y sus compañeros zarparon con rumbo a Perge de Panfilia (distrito situado en la costa sur del Asia Menor). Bernabé seguía estando con Pablo, por supuesto. Pero, como "hijo de consolación" que era, pasó sin oposición alguna a un plano secundario, y sostuvo a Pablo como nuevo líder del grupo. Podemos estar seguros de que reconocía que esa era la decisión del Espíritu Santo, y que Pablo era guiado de forma especial por El.
En Perge, Juan Marcos se apartó de ellos (desertó) y regresó a Jerusalén. Más tarde (Hechos 15:38) se insinúa que Marcos los había dejado en la estacada, cuando lo necesitaban de verdad. Quizá el trabajo se hiciera más difícil al encontrarse en una región de tierra firme que no les era familiar. Algunos han sugerido que, puesto que Marcos pertenecía a una familia rica donde había sirvientes, decidió irse a su casa, donde la vida le sería más fácil. Otros sugieren que se marchó porque le disgustó que su primo Bernabé ya no fuera el jefe del grupo. Cualquiera que fuera la razón. Pablo lo vio como un fallo casi inexcusable por parte de Marcos.
La predicación en Antioquía de Pisidia (13:14-41)
"Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron. Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.
Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd: El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella. Y por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto; y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia su territorio. Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel.
Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de éste, y conforme a la promesa. Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel. Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. Mas cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies.
Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación. Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle. Y sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matase. Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro. Mas Dios le levantó de los muertos. Y él se apareció durante muchos días a los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.
Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David. Por eso dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción.
Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción. Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree. Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas: Mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced; porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la contare".
Desde Perge, se dirigieron a Antioquía de Pisidia. Como de costumbre, fueron primero a la sinagoga. Se nombró a algún otro para que leyera las porciones escogidas de la Ley (el Pentateuco) y de (uno de los) profetas. Después, los principales (dirigentes o ancianos) de la sinagoga mandaron alguien a ellos (porque se hallaban sentados al fondo de la sinagoga) y les pidieron cortésmente que dieran una palabra de exhortación (aliento o ánimo). Entonces Pablo se puso de pie, hizo señal de silencio con la mano y les pidió a los israelitas y a los que temían a Dios que lo escucharan. Aquí podemos ver que había gentiles interesados en la audiencia de la sinagoga.
Como se mencionara anteriormente, muchos gentiles estaban cansados de la inmoralidad y la idolatría de la religiosidad pagana. Estaban hambrientos de algo mejor y se sentían atraídos por las sinagogas y por la adoración del único Dios verdadero, el cual, a diferencia de sus dioses paganos, es santo. No obstante, muchos de ellos no se convertían en prosélitos plenamente, para lo que tendrían que aceptar la circuncisión, bautizarse ellos mismos y cumplir otros ritos. Algunos rabíes no les daban mucho aliento para que lo hicieran, porque no les prometían la salvación si se hacían judíos. Sólo solían decir que sus hijos serían contados como judíos, y se hallarían bajo las bendiciones del pacto. Pero aun así, estos gentiles llegaban a oír la Palabra y a aprender más acerca del Dios de Israel.
El sermón de Pablo en Antioquía de Pisidia aparece muy detalladamente. Lucas lo reproduce aquí como ejemplo del tipo de predicación que hacía Pablo en las sinagogas judías. Sin embargo, no da con tanto detalle otros sermones posteriores. Cuando Pablo comenzó, se dirigió tanto a judíos como a gentiles de la audiencia, y los reconoció a todos como "hermanos", teniendo presentes a ambos grupos a través de todo el sermón.
La primera parte del sermón (13:17-25) es una revisión de la historia de Israel, a partir del momento en que Dios escoge a Israel, y su liberación de Egipto, hasta que escoge a David. Todo esto era muy conocido para su audiencia, y les demostraba que Pablo conocía las Escrituras.
A diferencia de Esteban, Pablo no insistió en los fallos de Israel. Al contrario; habló de la elección de Dios (para sus propios planes y para su servicio) y la forma en que exaltó a los israelitas mientras permanecían como extranjeros en Egipto. Dios confirmó esta elección sacándolos de Egipto con brazo levantado (con gran poder; vea Éxodo 6:1, 6; Salmo 136:11, 12). Es decir. Dios aumentó su número durante los tiempos de persecución y los protegió de las plagas,
Entonces, Pablo sólo mencionó que Dios soportó las malas maneras del pueblo durante cuarenta años en el desierto. Después, resumió rápidamente la conquista de Josué y la época de los Jueces, al igual que el reinado de Saúl. Las siete naciones del versículo 19 son las tribus de cananeos y de otros pueblos que se hallaban en Palestina. (Vea Deuteronomio 7:1.) Los cuatrocientos cincuenta años (número redondo) del versículo 20, hacen referencia no sólo a la época del libro de los Jueces, sino a todo el tiempo que transcurrió desde que entraron a la tierra hasta el principio del reinado de David.
Llega el momento culminante de este relato histórico cuando Pablo dice que Dios le dio testimonio a David de que él era un hombre conforme a su corazón, quien haría todo lo que El quisiera. (Vea 1 Samuel 13:14; Salmo 89:20.) La intención y el deseo de cumplir completamente la voluntad de Dios es, por supuesto, lo que hizo de David un varón conforme al corazón divino.
Ahora bien, los que escuchaban a Pablo conocían la promesa hecha por Dios a David (2 Samuel 7:12; Salmo 89:29-34). También conocían las profecías de que Dios le levantaría una simiente más grande que todas a David (Isaías 9:6, 7; 11:1-5), así como la profecía de que le daría el trono de David a aquel "cuyo es el derecho" (Ezequiel 21:27). Ahora Pablo declara que Dios había cumplido su promesa y de la descendencia de David le levantó un Salvador a Israel: Jesús (Mateo 1:21).
Pablo sigue identificando a Jesús como Aquel del que dijo Juan el Bautista que era el que había de venir. El ministerio de Juan el Bautista era muy conocido entre los judíos de todas partes: también conocían bien que él había negado ser el que habría de venir, el Mesías y Salvador prometido. Por tanto, el testimonio de Juan a favor de Jesús era importante. El que Juan hubiera dicho que no era digno de desatar el calzado (las sandalias) de sus pies, un servicio tan típico de los esclavos, indica cuan por encima de él consideraba Juan a Jesús.
La segunda parte del sermón (13:26-37) trata sobre la muerte y la resurrección de Jesús y el testimonio tanto de los apóstoles como de las Escrituras.
En el versículo 16, Pablo hace notar que este mensaje de salvación les era enviado personalmente (por medio de los que habían sido enviados por el Señor Jesús), y no sólo a los judíos presentes, sino también a los gentiles que temían a Dios.
Entonces Pablo muestra que la muerte de Jesús fue el cumplimiento de la Palabra profética de Dios, y que fue llevada a cabo por los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes.
Es importante notar aquí que Pablo no les echó la culpa de la muerte de Jesús a todos los judíos, sino sólo a aquellos de Jerusalén que estuvieron realmente comprometidos. También reconoce que lo hicieron porque no conocían a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leían cada día de reposo (en sus sinagogas). La palabra griega usada aquí, algunas veces significa ignorancia culpable, o ignorancia deliberada de la verdad. Puesto que ellos sí conocían estas profecías, lo que está diciendo aquí es que las ignoraron voluntariamente.
Pablo dice también que no hallaron en él causa, motivo digno de muerte, y sin embargo le pidieron a Pilato que matara a Jesús. Pero después de que las profecías de la muerte de Cristo se hubieron cumplido, los habitantes de Jerusalén lo quitaron del madero (la cruz; compare con Deuteronomio 21:23 y Calatas 3:13) y lo pusieron en el sepulcro. (Los que realmente hicieron esto fueron Nicodemo y José de Arimatea: Juan 19:38, 39.) Después, Dios levantó a Jesús de entre los muertos. Sus discípulos, galileos que habían subido con El a Jerusalén, fueron testigos de esto.
Estas eran las buenas nuevas que Pablo y Bernabé les traían. La promesa hecha a los padres del Antiguo Testamento se había cumplido ahora para sus hijos, al levantar Dios a Jesús de entre los muertos. Pablo confirmó esto citando el Salmo 2:7, donde "Yo te he engendrado hoy" significa "Estoy declarando hoy que yo te he engendrado, o sea, que soy tu padre". Esto le fue declarado a uno que ya era hijo de rey. Hoy en día la mayoría cree que era una fórmula por la cual un rey hacía declaración pública de que en aquel momento específico estaba levantando a su hijo para que compartiera el trono como rey, en plan de asociado e igual. Siendo así, en el Salmo se refiere a que Dios declara que Jesús es su Hijo. Dios hizo esto primero cuando Jesús comenzó su ministerio y envió su Espíritu sobre El (Lucas 3:22). Después lo hizo de manera menos inequívoca aún cuando levantó a Jesús de entre los muertos. Como dice Romanos 1:3, 4, Jesús, "que era del linaje de David según la carne", "fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad (o, por medio del Espíritu Santo), por la resurrección de los muertos". Puesto que aun aquí. Lucas está resumiendo un sermón que fue predicado en un largo tiempo, es probable que Pablo les explicara estas cosas más completamente a los que lo escuchaban.
A continuación, siguió señalando citas de las Escrituras. Mencionó en primer lugar Isaías 55:3, que hace referencia a las misericordias fieles de David, en un pasaje que habla de perdón y de salvación. Entonces, dedujo que estas misericordias incluían el Salmo 16:10, que dice que Dios no permitirá que (dará a) su Santo vea corrupción (destrucción o disolución del cuerpo). Además, David, después de servir a su propia generación en la voluntad de Dios, murió y su cuerpo sí vio corrupción. En contraste con él, aquél a quien Dios levantó (Jesús) no vio corrupción. (Compare con Hechos 2:29. Pablo veía la misma verdad que Pedro, pero la presentó en una forma algo distinta. Se ve claramente que Pablo predicaba el mismo Evangelio que los otros apóstoles. Vea Gálatas 1:8, 9; 2:2, 9; 1 Corintios 15:11.)
La parte final de este sermón (13:38-41) es una exhortación: "Por medio de él se os anuncia perdón de pecados." También por medio de Él todos los creyentes son justificados (hechos justos, declarados inocentes, tratados como si nunca hubieran pecado; y por tanto, liberados de la culpa y el castigo de su pecado). Los pecadores son perdonados y liberados hasta de la culpa de todas aquellas cosas para las cuales la Ley de Moisés no podía ofrecer justificación (o no podía considerar a nadie como justo)."
Termina el sermón de Pablo con una advertencia en la que utiliza un lenguaje tomado de Habacuc 1:5 (en la versión griega de los Setenta). Quería que los que lo escuchaban estuvieran atentos, no fuera a ser que cayera sobre ellos un juicio mayor aún que el que sufrieron los rebeldes a los que hablaba Habacuc.
Se vuelven a los gentiles (13:42-49)
"Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. Despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes habiéndoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios.
El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.
Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia".
A medida que iban saliendo de la sinagoga, los que allí estaban pedían que les hablasen de estas cosas en el siguiente día de reposo.
Después, un buen número de ellos, compuesto tanto por judíos como por prosélitos (convertidos al judaísmo) piadosos (temerosos de Dios), siguió a Pablo y Bernabé. Ellos les hablaron durante algún tiempo, y los persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. Esto quiere decir que habían creído en la gracia de Dios que trae salvación y la habían aceptado, y los estaban animando a continuar en ella.
Los gentiles temerosos de Dios pasaron la noticia con tanta eficiencia, que al día de reposo siguiente, casi toda la ciudad se reunió para oír la Palabra de Dios (el Evangelio). Al ver la muchedumbre se llenaron de celos los judíos y comenzaron a hablar contra lo que Pablo decía. Hasta blasfemaron (no de Dios, sino de Pablo). Es decir: usaron un lenguaje abusivo contra él. Esto quiere decir que estaban temerosos de perder su influencia sobre aquellos gentiles que habían estado buscando sus enseñanzas. También podría significar que tenían un celo por el judaísmo en el que no había lugar de bendición para los gentiles que no se hicieran judíos primero.
La reacción de Pablo y Bernabé fue hablar valiente y libremente, diciendo que era necesario (esto es, necesario para cumplir con el plan de Dios) que la Palabra de Dios les fuera hablada primero a "ustedes, judíos". Pero, ya que los judíos la habían desechado con burla (rechazado) y por tanto, se habían juzgado a ellos mismos indignos de vida eterna (con su conducta), "he aquí" que los dos apóstoles se volvían (en aquel momento) a los gentiles. ("He aquí" señala que esta vuelta hacia los gentiles era algo inesperado y sorprendente para los judíos.)
La vuelta hacia los gentiles no era en realidad una idea original de los apóstoles. Era más bien un gesto obediente a la Palabra profética dada en Isaías 49:6; con respecto al Mesías, el siervo de Dios. (Vea también Isaías 42:6; Lucas 2:30-32. Cristo y su Cuerpo, la Iglesia, los creyentes, participan en la obra de llevar la luz del Evangelio al mundo.)
Al oír esto, los gentiles se regocijaron y glorificaron la Palabra del Señor. "Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna." Esto podría sonar como si la Biblia estuviera enseñando una predestinación arbitraria en este momento. No obstante, no se dice que fuera Dios quien los "ordenara". La palabra "ordenados" puede significar aquí "decididos". Esto es, aquellos gentiles aceptaron la verdad de vida eterna por medio de Jesús, y no permitieron que la contradicción de los judíos los apartara de ella. La consecuencia fue que la Palabra del Señor se difundió por toda aquella provincia.
La expulsión de Pablo y Bernabé (13:50-52)
"Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo".
Los judíos que no habían creído se dedicaron entonces a instigar a mujeres piadosas (devotas, temerosas de Dios) de posición honorable en la sociedad y a los hombres más importantes en el gobierno de la ciudad. Por medio de ellos, los judíos inconversos levantaron una persecución hasta el punto de que Pablo y Bernabé fueron expulsados del distrito. (Vea 1 Tesalonicenses 2:15, 16.)
En respuesta, Pablo y Bernabé se limitaron a sacudir el polvo de sus pies como testimonio en contra de ellos (compare con Mateo 10:14; Marcos 6:11; Lucas 9:5; 10:11). Después, siguieron hasta Iconio (ciudad frigia situada en la zona sur de la provincia romana de la Galacia).
Sin embargo, los perseguidores no destruyeron la iglesia de Antioquía de Pisidia. Los que la componían eran verdaderos discípulos del Señor y estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. (Compare con Mateo 5:11, 12; Romanos 14:17; 15:13.) Una vez más vemos que los Hechos no nos lo dicen todo siempre. Aunque Lucas no lo menciona aquí, podemos tener la seguridad de que estos creyentes también fueron bautizados en agua y en el Espíritu Santo.
Capítulo 13
Este capítulo nos lleva a otro paso importante en el progreso del Evangelio. Hasta este momento, era llevado a nuevos lugares por aquellos que se dispersaban. Pero no había nadie que se entregara específicamente a la labor de ir a nuevos lugares para comenzar y organizar asambleas nuevas.
El envío de Bernabé y Saulo (13:1-3)
"Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Heredes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron".
Al llegar este momento. Dios había suscitado en la creciente iglesia de Antioquía otros además de Bernabé y Saulo, para que ayudaran en el ministerio. Aquí se les llama profetas y maestros. Como profetas, eran usados por el Espíritu para dar edificación, exhortación y consolación o ánimo. Como maestros, recibieron dones del Espíritu Santo que les permitirían enseñar con eficacia la Palabra de Dios.
Entre ellos estaba Simón o Simeón, llamado Niger. Este nombre era común en hebreo; Niger significa negro. Algunos escritores creen que era hijo de un judío casado con una mujer de color. Otros especulan que puede haber sido Simón el Cireneo, el que llevó la cruz (Marcos 15:21; Lucas 23:26). Aquí no se dice que fuera de Cierne, pero ya que los primeros testigos de Antioquía contaban entre ellos con hombres de Cierne, resulta posible.
De Lucio, el siguiente profeta o maestro, sí se dice categóricamente que era de Cierne (en el norte de África, al oeste de Egipto). Posiblemente fuera uno de aquellos que llegaron primero con el Evangelio a Antioquía (Hechos 11:20).
Menean (una forma griega de Méname, "consolador"), el otro profeta o maestro, se había criado junto con Heredes el Tetrarca (Herodes Antipaz, el que mató a Juan el Bautista).
Literalmente, se le llama "hermano de leche o de crianza", y tenía aproximadamente la misma edad que Herodes. Creció en palacio, y algunos creen que también se convirtió en cortesano o funcionario de este Herodes. Debe haber recibido la influencia de Juan el Bautista. Posteriormente había sido salvo. También es posible que estuviera entre los que se hallaban presentes en el día de Pentecostés, cuando se derramó el Espíritu por primera vez.
Estos, junto con la congregación, estaban ministrando al Señor en un culto público (como lo indica el texto griego). También estaban ayunando. El ayuno no había sido muy enfatizado por Jesús. Mientras estuviera Él con sus discípulos, eran como amigos o ayudantes del novio en una fiesta, y no se podía esperar de ellos que ayunaran (Lucas 5:34). Sin embargo, hay muchos pasajes que muestran que el ayuno tiene su lugar. Es evidente que los dirigentes, y probablemente toda la congregación con ellos, habían dejado de lado todas las demás cosas por un tiempo para adorar, orar y alabar.
Durante el culto, el Espíritu Santo habló y les ordenó (a toda la iglesia) que le apartaran (separaran para él) a Bernabé y a Saulo para la obra a la que (ya) los había llamado. El griego es imperativo aquí, e incluye una partícula que expresa una exigencia u orden fuerte.
No se nos dice la forma exacta en que el Espíritu Santo dio aquel mensaje. Quizá fuera con lenguas e interpretación. Parece más probable que fuera un mensaje dado en profecía para la Iglesia, probablemente un mensaje dado por uno de los otros tres profetas y maestros nombrados en el versículo primero. Sin embargo, esto no constituye base alguna para la llamada "profecía directiva". No tenía el propósito de darles órdenes a Bernabé y a Saulo. El tiempo perfecto griego que se usa aquí, significa que hay una acción del pasado que tiene resultados en el presente. Esto nos muestra que ya el Espíritu Santo había tratado personalmente con ambos, tanto Bernabé como Saulo. Pero ellos no estaban sirviendo sólo al Señor, sino también a la Iglesia. Tenían responsabilidades concretas en el ministerio a la Iglesia que estaba en Antioquía. Por esto era necesario que la Iglesia estuviera dispuesta a dejarlos ir. Por lo tanto, el mensaje del Espíritu iba dirigido a toda la asamblea, y no a ningún individuo.
Todos siguieron ayunando y orando después de esto. Más tarde (1 Corintios 14:29), Pablo diría que las profecías deben ser juzgadas por otros miembros del Cuerpo. Siempre es sabio no apresurarnos hasta saber con claridad que el mensaje viene del Señor.
La asamblea también debe haber orado por la bendición de Dios sobre este nuevo ministerio. Después, los despidieron (literalmente, los liberaron; esto es, de sus obligaciones en Antioquía, de manera que tuvieron permiso de ellos para partir). Se ve con claridad que toda la iglesia estuvo comprometida en esto y que estuvo de acuerdo con sus dirigentes.
La evangelización de Chipre (13:4-13)
"Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante. Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús, que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios".
Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando ' apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡0h, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor. Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén.
El versículo 4 hace notar que Bernabé y Saulo habían sido enviados por el Espíritu Santo. La Iglesia les dio su bendición y los dejó ir. De esta forma, tanto el Espíritu Santo como la Iglesia estaban interesados en su ida. Esto es un buen ejemplo para nosotros, y debería ser el modelo normal para el envío de misioneros.
Su primer viaje misionero los llevó a la isla de Chipre, situada a unos 160 kilómetros en dirección sudoeste, después a las ciudades de tierra firme situadas en la parte sur de la provincia romana de la Galacia, y por último, de vuelta a Antioquía, donde rindieron informe ante la iglesia madre (Hechos 14:26, 27).
Comenzaron su viaje, llevando a Juan (Marcos) como ayudante (sirviente, asistente), descendiendo desde Antioquía hasta Seleucia, que era su puerto sobre el Mediterráneo. Allí tomaron una embarcación para dirigirse a Chipre. La Biblia no dice por qué tomaron este rumbo. Pero, puesto que el Espíritu Santo era el que los enviaba, podemos tener la seguridad de que seguía dirigiéndolos. También podemos ver sabiduría en el hecho de que el Espíritu Santo los llevara primero a Chipre, donde había crecido Bernabé (Hechos 4:36), y donde él conocía a la gente y las costumbres.
En Salamina, situada en el extremo oriental de la isla, se aprovecharon de las oportunidades que les daban a los rabinos visitantes las sinagogas para que predicaran. Saulo tenía siempre la costumbre de dirigirse primero a los judíos, porque ellos tenían las Escrituras, las promesas y el fondo cultural necesario para comprender el Evangelio (Romanos 1:16; 3:2; 9:4, 5).
Después de proclamar la palabra de Dios (el Evangelio) allí, atravesaron toda la isla, hasta que llegaron a Pafos, en su extremo occidental. Saulo cambió su método después de salir de Chipre.
Después de esto, en lugar de tratar de cubrir todo el territorio, iban a las ciudades clave para establecer iglesias en ellas. Estas asambleas se convertían en centros desde los cuales el Cuerpo local podía difundir el Evangelio por las regiones circundantes.
En Pafos, hallaron a un judío llamado Barjesús, quien era mago y falso profeta. Esto quiere decir que proclamaba falsamente que era profeta. Como Simón el mago en Samaria, practicaba su magia para engañar a la gente y adquirir poder sobre ella.
Saulo y Bernabé encontraron a este hombre con el procónsul (el gobernador nombrado por el Senado romano). 4 Este hombre, Sergio Paulo, era prudente (inteligente, sensitivo y educado), y llamó a Bernabé y a Saulo, porque ansiaba oír la Palabra de Dios. Entonces el mago, llamado ahora por una interpretación griega de su nombre, Elimas, se les resistía, y trataba por todos los medios de apartar (torcer, alejar) al procónsul de la fe. Esto quiere decir que Bernabé y Saulo le presentaron la fe, todo el contenido del Evangelio al procónsul, y que él lo estaba aceptando. Entonces Elimas trató de retener su influencia sobre el procónsul, a base de distorsionar y pervertir lo que Bernabé y Saulo estaban enseñándole. Pero Saulo recibió una plenitud nueva y especial del Espíritu Santo (de la misma manera que Pedro, cuando se enfrentó al Sanedrín en Hechos 4:8).
En este momento, Lucas señala también que Saulo tenía otro nombre: Pablo, un nombre romano. Esto es significativo, porque en el resto del libro de los Hechos, lo llamará siempre Pablo. También en sus epístolas, él se llama siempre Pablo. Por supuesto, el uso de su nombre romano cuadra bien con su ministerio dirigido primariamente a los gentiles.
Con esta nueva plenitud especial del Espíritu, el Señor le dio también a Pablo la dirección del viaje misionero. En el versículo 13, en lugar de "Bernabé y Saulo", leemos "Pablo y sus compañeros". Esto está de acuerdo también con la profecía recibida por Ananías después de la conversión de Pablo. (Vea Hechos 9:15.)
Lo que hizo Pablo a continuación no fue idea suya, sino un impulso recibido directamente del Espíritu. Fijando los ojos en Elimas, se dirigió a él llamándole "lleno de todo engaño" (sutileza, doblez, mentira) "y de toda maldad" (perversión, ausencia de escrúpulos, facilidad total para hacer el mal, fraude), "hijo del diablo, enemigo de toda justicia".
Después, le hizo una pregunta retórica que en realidad era una afirmación de que Elimas estaba decidido a no cesar de trastornar (torcer, distorsionar) los caminos rectos del Señor (el camino de la salvación, y los planes de Dios para el creyente). Por este motivo, declaró que la mano (el poder) del Señor estaría (por fin) contra él (esto es, en juicio). Sería totalmente ciego por algún tiempo, o sea, hasta que a Dios le pareciera bien dejarle ver de nuevo. (Probablemente la intención de esto fuera darle una oportunidad de arrepentimiento a Elimas.)
Inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas, y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. Según se ve, todos se apartaban de él, y pasó un mal rato tratando de encontrar a alguien que quisiera guiarlo.
El procónsul, tan pronto como vio lo sucedido, creyó. Pero no se maravilló (asombró, pasmó) tanto por el juicio que había caído sobre Elimas, sino por la doctrina (enseñanza) del Señor; este suceso hizo llegar hasta su interior la verdad sobre Jesús, la cruz y la resurrección, así como el resto del Evangelio que le habían presentado. Como hemos visto. Lucas condensa con frecuencia su narración, y no nos lo dice todo todas las veces. Pero podemos tener la seguridad de que, como creyente, este hombre fue bautizado tanto en agua como en el Espíritu Santo, con la evidencia de hablar en otras lenguas.
Desde Pafos, Pablo y sus compañeros zarparon con rumbo a Perge de Panfilia (distrito situado en la costa sur del Asia Menor). Bernabé seguía estando con Pablo, por supuesto. Pero, como "hijo de consolación" que era, pasó sin oposición alguna a un plano secundario, y sostuvo a Pablo como nuevo líder del grupo. Podemos estar seguros de que reconocía que esa era la decisión del Espíritu Santo, y que Pablo era guiado de forma especial por El.
En Perge, Juan Marcos se apartó de ellos (desertó) y regresó a Jerusalén. Más tarde (Hechos 15:38) se insinúa que Marcos los había dejado en la estacada, cuando lo necesitaban de verdad. Quizá el trabajo se hiciera más difícil al encontrarse en una región de tierra firme que no les era familiar. Algunos han sugerido que, puesto que Marcos pertenecía a una familia rica donde había sirvientes, decidió irse a su casa, donde la vida le sería más fácil. Otros sugieren que se marchó porque le disgustó que su primo Bernabé ya no fuera el jefe del grupo. Cualquiera que fuera la razón. Pablo lo vio como un fallo casi inexcusable por parte de Marcos.
La predicación en Antioquía de Pisidia (13:14-41)
"Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron. Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.
Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd: El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella. Y por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto; y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia su territorio. Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel.
Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de éste, y conforme a la promesa. Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel. Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. Mas cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies.
Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación. Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle. Y sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matase. Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro. Mas Dios le levantó de los muertos. Y él se apareció durante muchos días a los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.
Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David. Por eso dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción.
Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción. Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree. Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas: Mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced; porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la contare".
Desde Perge, se dirigieron a Antioquía de Pisidia. Como de costumbre, fueron primero a la sinagoga. Se nombró a algún otro para que leyera las porciones escogidas de la Ley (el Pentateuco) y de (uno de los) profetas. Después, los principales (dirigentes o ancianos) de la sinagoga mandaron alguien a ellos (porque se hallaban sentados al fondo de la sinagoga) y les pidieron cortésmente que dieran una palabra de exhortación (aliento o ánimo). Entonces Pablo se puso de pie, hizo señal de silencio con la mano y les pidió a los israelitas y a los que temían a Dios que lo escucharan. Aquí podemos ver que había gentiles interesados en la audiencia de la sinagoga.
Como se mencionara anteriormente, muchos gentiles estaban cansados de la inmoralidad y la idolatría de la religiosidad pagana. Estaban hambrientos de algo mejor y se sentían atraídos por las sinagogas y por la adoración del único Dios verdadero, el cual, a diferencia de sus dioses paganos, es santo. No obstante, muchos de ellos no se convertían en prosélitos plenamente, para lo que tendrían que aceptar la circuncisión, bautizarse ellos mismos y cumplir otros ritos. Algunos rabíes no les daban mucho aliento para que lo hicieran, porque no les prometían la salvación si se hacían judíos. Sólo solían decir que sus hijos serían contados como judíos, y se hallarían bajo las bendiciones del pacto. Pero aun así, estos gentiles llegaban a oír la Palabra y a aprender más acerca del Dios de Israel.
El sermón de Pablo en Antioquía de Pisidia aparece muy detalladamente. Lucas lo reproduce aquí como ejemplo del tipo de predicación que hacía Pablo en las sinagogas judías. Sin embargo, no da con tanto detalle otros sermones posteriores. Cuando Pablo comenzó, se dirigió tanto a judíos como a gentiles de la audiencia, y los reconoció a todos como "hermanos", teniendo presentes a ambos grupos a través de todo el sermón.
La primera parte del sermón (13:17-25) es una revisión de la historia de Israel, a partir del momento en que Dios escoge a Israel, y su liberación de Egipto, hasta que escoge a David. Todo esto era muy conocido para su audiencia, y les demostraba que Pablo conocía las Escrituras.
A diferencia de Esteban, Pablo no insistió en los fallos de Israel. Al contrario; habló de la elección de Dios (para sus propios planes y para su servicio) y la forma en que exaltó a los israelitas mientras permanecían como extranjeros en Egipto. Dios confirmó esta elección sacándolos de Egipto con brazo levantado (con gran poder; vea Éxodo 6:1, 6; Salmo 136:11, 12). Es decir. Dios aumentó su número durante los tiempos de persecución y los protegió de las plagas,
Entonces, Pablo sólo mencionó que Dios soportó las malas maneras del pueblo durante cuarenta años en el desierto. Después, resumió rápidamente la conquista de Josué y la época de los Jueces, al igual que el reinado de Saúl. Las siete naciones del versículo 19 son las tribus de cananeos y de otros pueblos que se hallaban en Palestina. (Vea Deuteronomio 7:1.) Los cuatrocientos cincuenta años (número redondo) del versículo 20, hacen referencia no sólo a la época del libro de los Jueces, sino a todo el tiempo que transcurrió desde que entraron a la tierra hasta el principio del reinado de David.
Llega el momento culminante de este relato histórico cuando Pablo dice que Dios le dio testimonio a David de que él era un hombre conforme a su corazón, quien haría todo lo que El quisiera. (Vea 1 Samuel 13:14; Salmo 89:20.) La intención y el deseo de cumplir completamente la voluntad de Dios es, por supuesto, lo que hizo de David un varón conforme al corazón divino.
Ahora bien, los que escuchaban a Pablo conocían la promesa hecha por Dios a David (2 Samuel 7:12; Salmo 89:29-34). También conocían las profecías de que Dios le levantaría una simiente más grande que todas a David (Isaías 9:6, 7; 11:1-5), así como la profecía de que le daría el trono de David a aquel "cuyo es el derecho" (Ezequiel 21:27). Ahora Pablo declara que Dios había cumplido su promesa y de la descendencia de David le levantó un Salvador a Israel: Jesús (Mateo 1:21).
Pablo sigue identificando a Jesús como Aquel del que dijo Juan el Bautista que era el que había de venir. El ministerio de Juan el Bautista era muy conocido entre los judíos de todas partes: también conocían bien que él había negado ser el que habría de venir, el Mesías y Salvador prometido. Por tanto, el testimonio de Juan a favor de Jesús era importante. El que Juan hubiera dicho que no era digno de desatar el calzado (las sandalias) de sus pies, un servicio tan típico de los esclavos, indica cuan por encima de él consideraba Juan a Jesús.
La segunda parte del sermón (13:26-37) trata sobre la muerte y la resurrección de Jesús y el testimonio tanto de los apóstoles como de las Escrituras.
En el versículo 16, Pablo hace notar que este mensaje de salvación les era enviado personalmente (por medio de los que habían sido enviados por el Señor Jesús), y no sólo a los judíos presentes, sino también a los gentiles que temían a Dios.
Entonces Pablo muestra que la muerte de Jesús fue el cumplimiento de la Palabra profética de Dios, y que fue llevada a cabo por los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes.
Es importante notar aquí que Pablo no les echó la culpa de la muerte de Jesús a todos los judíos, sino sólo a aquellos de Jerusalén que estuvieron realmente comprometidos. También reconoce que lo hicieron porque no conocían a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leían cada día de reposo (en sus sinagogas). La palabra griega usada aquí, algunas veces significa ignorancia culpable, o ignorancia deliberada de la verdad. Puesto que ellos sí conocían estas profecías, lo que está diciendo aquí es que las ignoraron voluntariamente.
Pablo dice también que no hallaron en él causa, motivo digno de muerte, y sin embargo le pidieron a Pilato que matara a Jesús. Pero después de que las profecías de la muerte de Cristo se hubieron cumplido, los habitantes de Jerusalén lo quitaron del madero (la cruz; compare con Deuteronomio 21:23 y Calatas 3:13) y lo pusieron en el sepulcro. (Los que realmente hicieron esto fueron Nicodemo y José de Arimatea: Juan 19:38, 39.) Después, Dios levantó a Jesús de entre los muertos. Sus discípulos, galileos que habían subido con El a Jerusalén, fueron testigos de esto.
Estas eran las buenas nuevas que Pablo y Bernabé les traían. La promesa hecha a los padres del Antiguo Testamento se había cumplido ahora para sus hijos, al levantar Dios a Jesús de entre los muertos. Pablo confirmó esto citando el Salmo 2:7, donde "Yo te he engendrado hoy" significa "Estoy declarando hoy que yo te he engendrado, o sea, que soy tu padre". Esto le fue declarado a uno que ya era hijo de rey. Hoy en día la mayoría cree que era una fórmula por la cual un rey hacía declaración pública de que en aquel momento específico estaba levantando a su hijo para que compartiera el trono como rey, en plan de asociado e igual. Siendo así, en el Salmo se refiere a que Dios declara que Jesús es su Hijo. Dios hizo esto primero cuando Jesús comenzó su ministerio y envió su Espíritu sobre El (Lucas 3:22). Después lo hizo de manera menos inequívoca aún cuando levantó a Jesús de entre los muertos. Como dice Romanos 1:3, 4, Jesús, "que era del linaje de David según la carne", "fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad (o, por medio del Espíritu Santo), por la resurrección de los muertos". Puesto que aun aquí. Lucas está resumiendo un sermón que fue predicado en un largo tiempo, es probable que Pablo les explicara estas cosas más completamente a los que lo escuchaban.
A continuación, siguió señalando citas de las Escrituras. Mencionó en primer lugar Isaías 55:3, que hace referencia a las misericordias fieles de David, en un pasaje que habla de perdón y de salvación. Entonces, dedujo que estas misericordias incluían el Salmo 16:10, que dice que Dios no permitirá que (dará a) su Santo vea corrupción (destrucción o disolución del cuerpo). Además, David, después de servir a su propia generación en la voluntad de Dios, murió y su cuerpo sí vio corrupción. En contraste con él, aquél a quien Dios levantó (Jesús) no vio corrupción. (Compare con Hechos 2:29. Pablo veía la misma verdad que Pedro, pero la presentó en una forma algo distinta. Se ve claramente que Pablo predicaba el mismo Evangelio que los otros apóstoles. Vea Gálatas 1:8, 9; 2:2, 9; 1 Corintios 15:11.)
La parte final de este sermón (13:38-41) es una exhortación: "Por medio de él se os anuncia perdón de pecados." También por medio de Él todos los creyentes son justificados (hechos justos, declarados inocentes, tratados como si nunca hubieran pecado; y por tanto, liberados de la culpa y el castigo de su pecado). Los pecadores son perdonados y liberados hasta de la culpa de todas aquellas cosas para las cuales la Ley de Moisés no podía ofrecer justificación (o no podía considerar a nadie como justo)."
Termina el sermón de Pablo con una advertencia en la que utiliza un lenguaje tomado de Habacuc 1:5 (en la versión griega de los Setenta). Quería que los que lo escuchaban estuvieran atentos, no fuera a ser que cayera sobre ellos un juicio mayor aún que el que sufrieron los rebeldes a los que hablaba Habacuc.
Se vuelven a los gentiles (13:42-49)
"Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. Despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes habiéndoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios.
El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.
Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia".
A medida que iban saliendo de la sinagoga, los que allí estaban pedían que les hablasen de estas cosas en el siguiente día de reposo.
Después, un buen número de ellos, compuesto tanto por judíos como por prosélitos (convertidos al judaísmo) piadosos (temerosos de Dios), siguió a Pablo y Bernabé. Ellos les hablaron durante algún tiempo, y los persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. Esto quiere decir que habían creído en la gracia de Dios que trae salvación y la habían aceptado, y los estaban animando a continuar en ella.
Los gentiles temerosos de Dios pasaron la noticia con tanta eficiencia, que al día de reposo siguiente, casi toda la ciudad se reunió para oír la Palabra de Dios (el Evangelio). Al ver la muchedumbre se llenaron de celos los judíos y comenzaron a hablar contra lo que Pablo decía. Hasta blasfemaron (no de Dios, sino de Pablo). Es decir: usaron un lenguaje abusivo contra él. Esto quiere decir que estaban temerosos de perder su influencia sobre aquellos gentiles que habían estado buscando sus enseñanzas. También podría significar que tenían un celo por el judaísmo en el que no había lugar de bendición para los gentiles que no se hicieran judíos primero.
La reacción de Pablo y Bernabé fue hablar valiente y libremente, diciendo que era necesario (esto es, necesario para cumplir con el plan de Dios) que la Palabra de Dios les fuera hablada primero a "ustedes, judíos". Pero, ya que los judíos la habían desechado con burla (rechazado) y por tanto, se habían juzgado a ellos mismos indignos de vida eterna (con su conducta), "he aquí" que los dos apóstoles se volvían (en aquel momento) a los gentiles. ("He aquí" señala que esta vuelta hacia los gentiles era algo inesperado y sorprendente para los judíos.)
La vuelta hacia los gentiles no era en realidad una idea original de los apóstoles. Era más bien un gesto obediente a la Palabra profética dada en Isaías 49:6; con respecto al Mesías, el siervo de Dios. (Vea también Isaías 42:6; Lucas 2:30-32. Cristo y su Cuerpo, la Iglesia, los creyentes, participan en la obra de llevar la luz del Evangelio al mundo.)
Al oír esto, los gentiles se regocijaron y glorificaron la Palabra del Señor. "Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna." Esto podría sonar como si la Biblia estuviera enseñando una predestinación arbitraria en este momento. No obstante, no se dice que fuera Dios quien los "ordenara". La palabra "ordenados" puede significar aquí "decididos". Esto es, aquellos gentiles aceptaron la verdad de vida eterna por medio de Jesús, y no permitieron que la contradicción de los judíos los apartara de ella. La consecuencia fue que la Palabra del Señor se difundió por toda aquella provincia.
La expulsión de Pablo y Bernabé (13:50-52)
"Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo".
Los judíos que no habían creído se dedicaron entonces a instigar a mujeres piadosas (devotas, temerosas de Dios) de posición honorable en la sociedad y a los hombres más importantes en el gobierno de la ciudad. Por medio de ellos, los judíos inconversos levantaron una persecución hasta el punto de que Pablo y Bernabé fueron expulsados del distrito. (Vea 1 Tesalonicenses 2:15, 16.)
En respuesta, Pablo y Bernabé se limitaron a sacudir el polvo de sus pies como testimonio en contra de ellos (compare con Mateo 10:14; Marcos 6:11; Lucas 9:5; 10:11). Después, siguieron hasta Iconio (ciudad frigia situada en la zona sur de la provincia romana de la Galacia).
Sin embargo, los perseguidores no destruyeron la iglesia de Antioquía de Pisidia. Los que la componían eran verdaderos discípulos del Señor y estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. (Compare con Mateo 5:11, 12; Romanos 14:17; 15:13.) Una vez más vemos que los Hechos no nos lo dicen todo siempre. Aunque Lucas no lo menciona aquí, podemos tener la seguridad de que estos creyentes también fueron bautizados en agua y en el Espíritu Santo.
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