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    Comentario a Hechos de los Apóstoles Cap. 26

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    Comentario a Hechos de los Apóstoles Cap. 26 Empty Comentario a Hechos de los Apóstoles Cap. 26

    Mensaje  administrador Lun 8 Feb 2010 - 14:22

    Comentario a Hechos de los Apóstoles
    Capítulo 26


    En la audiencia final ante Agripa, el libro de los Hechos presenta por tercera vez la narración de la conversión de Pablo, y da algunos detalles que no habían sido escritos anteriormente.

    Pablo, el fariseo (26:1-11)

    Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa: Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de que haya de defenderme hoy delante de ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos. Mayormente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.
    Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en Jerusalén, la conocen todos los judíos; los cuales también saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo. Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio; promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos. ¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos?
    Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en la ciudades extranjeras.

    Al recibir permiso de Agripa para hablar por sí mismo. Pablo extendió su mano y comenzó su defensa. Se declaró dichoso de poder defenderse ante Agripa, porque este rey era experto en todas las cosas relacionadas con las costumbres y los asuntos de los judíos. Por esto, le rogó que lo escuchara con paciencia. En realidad. Agripa era judío de religión, y se podía esperar de él que le preocuparan estas cosas.

    Primeramente, Pablo señaló que todos los judíos conocían su estilo de vida, tanto en Tarso como en Jerusalén. Sabían que había vivido como fariseo, siguiendo la enseñanza de esta secta judía, la más estricta de todas. (Vea 2 Corintios 11:22; Galatas 1:13; Filipenses 3:5.)

    Ahora, Pablo había sido llamado a juicio por causa de la esperanza de la promesa que Dios les había hecho a los patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob, y posiblemente otros ancestros de Israel). Esta promesa, dijo Pablo, "nuestras doce tribus" ' la esperaban alcanzar (como el destino que Dios les había dado) sirviendo (adorando) constantemente a Dios día y noche. La acusación de los judíos contra él tenía que ver con esta esperanza. ¿Por qué lo consideraría increíble el rey si Dios resucitaba a los muertos? Esto es, especialmente ahora, que Dios había levantado a Jesús de entre los muertos.

    Pablo mismo había pensado que era necesario hacer muchas cosas contra el nombre (persona, naturaleza y autoridad) de Jesús de Nazaret; había puesto a muchos de los santos (los creyentes consagrados a Dios) en prisiones. Cuando los habían matado, él había votado contra ellos. 2 Había ido de sinagoga en sinagoga, castigando frecuentemente a los creyentes, tratando de obligarlos a blasfemar (esto es, a blasfemar el nombre de Jesús). En el texto griego se insinúa, sin embargo, que no logró hacer que blasfemaran.

    Se había enfurecido de tal manera contra ellos, que los había perseguido hasta ciudades del extranjero. Más tarde, en 1 Timoteo 1:13, Pablo señalaría que había actuado ignorante de la verdad.

    La conversión y la misión de Pablo (26:12-18)

    Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes, cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
    Yo entonces dije: ¿Quién eres. Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.

    Entonces, Pablo volvió a relatar su conversión en el camino de Damasco. La expresión "Dura cosa te es dar coces contra el aguijón" era una frase usada corrientemente para expresar la oposición a Dios.

    A partir del versículo 16, Pablo presenta la misión que recibiera de Cristo con mayor detalle. Jesús le señaló que se le había aparecido para ponerlo en la importante tarea de ser ministro (sirviente) y testigo "de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti", rescatándote de tu pueblo (los judíos) y de los gentiles (las naciones), a las cuales te envío para que les abras los ojos y los vuelvas de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios (el Dios verdadero), para que puedan recibir el perdón de los pecados.

    Con el perdón, los gentiles recibirían una herencia entre aquellos que son santificados (tratados como santos, apartados para Dios como pueblo suyo dedicado a hacer su voluntad) por la fe en Cristo. ("Fe en mí" es una definición del tipo de fe que permanece firme en Cristo.)

    De esta manera, Pablo mostró que el mismo Jesús le había encomendado la misión de llevar adelante su obra a los gentiles, como estaba profetizado por Isaías 42:6, 7 y 61:1, 2. Es decir, él compartiría la obra de Cristo.

    El testimonio fiel de Pablo (26:19-23)

    Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el templo, intentaron matarme. Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles.

    A continuación. Pablo declaró que no había sido desobediente a la visión (aparición) celestial. Aquí la palabra "visión" no significa una visión al estilo de los sueños, sino una aparición real en la que Jesús le habló en persona.

    Su obediencia quedó demostrada en la forma en que les había declarado a los judíos en Damasco, Jerusalén y toda Judea, y también a \los gentiles, que debían arrepentirse (cambiar su mentalidad y sus actitudes fundamentales), volverse a Dios y hacer obras dignas de arrepentimiento. Por causa de este mensaje (en el que se incluían bendiciones para los gentiles) era por lo que los judíos lo habían apresado en el Templo y tratado de matarlo.

    Entonces Pablo comenzó nuevamente a dar testimonio de Cristo. Por el auxilio de Dios había perseverado hasta aquel día, testificándoles tanto a grandes como a pequeños. Por supuesto que entre los grandes estaba incluido el rey Agripa.

    Sin embargo, el testimonio de Pablo no se limitaba a su propia experiencia. Todo lo que estaba diciendo era solamente lo que los profetas y Moisés ya habían dicho que sucedería. En otras palabras, todo su mensaje estaba fundamentado en las Escrituras: Ellos eran los que habían declarado que el Cristo (el Mesías) debería sufrir; ellos habían mostrado cómo El, primicias de la resurrección entre los muertos, les anunciaría la luz al pueblo (los judíos) y a los gentiles (las naciones).

    Festo y Agripa rechazan el evangelio (26:24-29)

    Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!

    Pablo predicó con poder. Festo sintió la convicción de su prédica y reaccionó contra ella interrumpiendo a Pablo. Gritando en voz alta, le dijo: "Estás loco. Pablo; las muchas letras te vuelven loco," Al hablar de "muchas letras" o "mucho conocimiento" se refería a las Escrituras de las que Pablo había estado hablando.

    Con delicadeza y cortesía. Pablo replicó: "No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo (ungido por el Espíritu) palabras (griego, rhémata) de verdad y de cordura." El rey tenía conocimiento de aquellas cosas. Es decir, el rey podría verificarlas si quería hacerlo.

    Después de esto. Pablo volvió su atención de nuevo al rey. Podía hablarle con toda confianza (libremente), porque estaba convencido de que no ignoraba nada de esto (ninguna de aquellas cosas había escapado a su conocimiento), ya que todo aquello (las realidades de la muerte y resurrección de Cristo y los acontecimientos del Evangelio) no se había hecho en algún rincón; eran cosas que se habían hecho en público y eran públicamente conocidas. Entonces, dirigiéndose a Agripa, Pablo le preguntó si creía en los profetas. Sin esperar respuesta, añadió que él sabía que creía.

    De pronto, y con sorpresa. Agripa se dio cuenta de que Pablo estaba tratando de convertirlo. Al decir que Agripa creía en los profetas. Pablo estaba diciendo implícitamente que como consecuencia, tendría que creer lo que éstos decían sobre el Mesías, y esto haría que creyera lo que Pablo decía sobre Jesús. Sin embargo, parece que Agripa no estaba dispuesto a decir que creía en los profetas; tampoco lo estaba a decir que creía a Pablo.

    La respuesta de Agripa ha sido traducida e interpretada de diversas maneras. Algunos manuscritos antiguos dicen literalmente: "Por poco me logras persuadir a que me convierta en cristiano." La versión inglesa King James y la castellana Reina-Valera toman esto como una admisión de que había sentido la fuerza de los argumentos de Pablo, y había faltado poco para que Pablo lo convenciera de que se hiciera cristiano.

    Otros manuscritos antiguos dicen: "Por poco me persuades a actuar como cristiano", es decir, a hacer el papel de cristiano. Muchos escritores toman esto como un rechazo. Agripa no quería que Pablo lo usara para corroborar lo que afirmaba el Evangelio.

    "Por poco" podría significar "casi" o "en pocas palabras". También podría significar "en poco tiempo". Por esto, algunos dicen que Agripa quería decir: "En resumen, que estás tratando de persuadirme a que me haga cristiano", y se limitan a interpretar su respuesta como una ironía: "¿Crees de verdad que en tan poco tiempo puedes persuadirme a que me haga cristiano (o actúe, o viva como cristiano)?" Aun hay otros que lo toman como un fuerte rechazo: "En resumen, tratas de persuadirme a que actúe (haga el papel de) como cristiano." Sea cual sea la traducción, lo que está claro es que Agripa estaba rechazando los esfuerzos de Pablo para convertirlo.

    Sin embargo. Pablo se negó a sentirse desalentado. Por eso le contestó: "¡Quisiera Dios que por poco o por mucho (en poco o en mucho tiempo), no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy (esto es, cristianos como yo), excepto estas cadenas!" Es posible que en este momento Pablo levantara las manos para enseñar las cadenas que ataban sus muñecas.

    Agripa reconoce la inocencia de Pablo (26:30-32)

    Cuando había dicho estas cosas, se levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con ellos; y cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre. Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César.

    Agripa ya había oído bastante. Al levantarse, indicó que la audiencia había terminado. Entonces, todos ellos salieron y comentaron lo oído. Todos estuvieron de acuerdo en que Pablo no había hecho nada que fuera digno de muerte ni de prisión; no había nada en la ley romana que pudiera tenerlo por culpable. En aquel momento, Agripa le dijo a Festo que Pablo podría haber sido liberado si no hubiera apelado al César.

    Con esto se estaba diciendo implícitamente que el emperador vería la inocencia de Pablo y haría que se le pusiera en libertad. Aunque en el año 59 d.C. era Nerón el emperador, éste todavía no se había embarcado en ninguna campaña contra los cristianos. Bajo las leyes romanas de aquellos momentos, no era delito ser cristiano. Hasta la segunda prisión de Pablo, que está reflejada en 2 Timoteo, no se convertiría en un peligro bajo el dominio romano, el ser cristiano.

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